Nunca me habían organizado una fiesta sorpresa de cumpleaños, como las de las pelis. Entras en casa, están todas las luces apagadas, y de repente todo se ilumina y ves un montón de caras conocidas que te gritan "¡Sorpresaaaa!" Aunque aquí falló el momento luces apagadas (cuando entré lo primero que pensé fue, "Qué demonios hace toda la casa encendida, si se supone que no hay nadie"), puedo decir que fue lo único que falló: fue una noche perfecta, por la compañía, la comida, la bebida, los magníficos regalos, la música, las conversaciones... Y por la sorpresa en sí: esta gentuza se lo tenía bien calladito. Reproduzco aquí algunos de los momentos estelares de la fiesta.
De izda. a dcha.: el Sueco, Django, la Vane, la Sra. de Japo, Vencido, el homenajeado, Japo y DJ Flow. (Esto me recuerda a los amigos de Japo en el colegio: el rata, el chino...)
Vencido y un servidor, bien servido.
¿Un voluntario para partir la tarta? "¿He oído tarta?", dijo DJ Flow, que se abalanzó sobre ella ante la atenta mirada de Japo.
El Sueco, en la única foto en la que salió con los ojos abiertos.
Con DJ Flow, riéndose del chiste.
¡Sorpresaaaa!
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11/12/07
41
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7/12/07
Hoy es 7 de diciembre, y como cada 7 de diciembre mis inseparables Tom Waits y Bertín Osborne y yo tenemos algo que celebrar: ¡es nuestro cumpleaños!
Hace un año por estas fechas meditaba acerca de lo estupendamente bien que me sentía con 40. Doce meses después, he de matizar dicho alegato: a partir de los 40 uno empieza a enfilar la cuesta abajo y sentirse víctima de achaques diversos y primeros síntomas de alzheimer (y no lo digo en broma). Además, cuando el primer regalo que uno recibe con 41 es un Braintraining de Nintendo DS, empieza a sospechar que tales síntomas son de dominio público.
Amigos: queda pendiente una celebración.