Veintisiete días en Indonesia dan para mucho. Rafting en Sumatra, orangutanes en Borneo, funerales en Sulawesi, dragones en Komodo, volcanes en Java y templos en Bali. He aquí algunos extractos de nuestro cuaderno de viaje.
29 de agosto
La noche es negra y ruidosa en Medan, donde el carraspeo de los ciclomotores, el rugido de los automóviles y el lejano rumor de algo que, desde la habitación 535 de este hotel enorme, parece un martillo de los que se utilizan para taladrar el asfalto, sepultan el sonido como de lavadora de nuestro sistema de aire acondicionado.
Me cuesta conciliar el sueño, a pesar de que en las últimas 24 horas hemos volado en tres aviones distintos, hemos pisado cuatro aeropuertos y hemos bebido y comido abundantemente y a horas intempestivas. La CNN habla de un terremoto en las islas Molucas y yo me revuelvo en la cama preocupado por las réplicas y preguntándome, desconcertado por el sopor, a qué distancia estarán las islas Molucas de aquí.
30 de agosto
El cielo se ha quedado de color acero, después de que durante más de tres horas no haya parado de llover con furia. […] Estamos en Bohorok, en nuestro primer día de viaje propiamente dicho.
Situado sólo a 90 kilómetros de Medan, Bohorok no es, sin embargo, un lugar de fácil acceso. El trayecto por carretera no se completa en menos de cuatro horas, a través de una ruta estrecha y llena de socavones –la palabra baches es demasiado suave- […]
Durante el camino no hemos visto coches; no hay coches por aquí, sólo motocicletas que chirrían y destartaladas furgonetas Daihatsu, Suzuki o cualquier otra marca japonesa, casi todas pintadas de amarillo. Hay una norma que todas –motos y furgonetas- respetan escrupulosamente: esquivar los baches, aunque hacerlo implique invadir por completo el carril contrario con vehículos de frente. Nuestro conductor actúa de igual modo: a medida que se aproxima a una zona de socavones reduce aún más la velocidad y examina el terreno, sopesando cuál es la mejor zona para cruzar el tramo.
[…] La vegetación es exuberante, con tupidos bosques de palmeras a cada lado de la carretera. Se ven hileras de niños, todos vestidos con camisa blanca y pantalón o falda de color rojo. También hay docenas de vacas delgadas, que en su día debieron de tener una piel marrón suave, como de camello, pero ahora están blanquecinas, como si el sol las hubiera desteñido.
El río, justo enfrente de nuestro cottage, ahora mismo corre embravecido, provocando un fresco murmullo que lo llena todo. El agua es de color arcilla, a consecuencia de la lluvia.
31 de agosto
Atravesando las mismas carreteras y los mismos baches accedemos al caudaloso río Wampu para una jornada de rafting. Con un paisaje tan perfecto que parece artificial, incluyendo espesos palmerales, monos, lagartos y pequeñas cascadas a ambos lados del río, la travesía es memorable. Sin olvidar la sabrosa comida que nos han preparado, con pollo frito, bambú, fideos, patatas rebozadas; la mejor comida que hemos probado hasta ahora.
2 de septiembre
Ayer llegamos a Tuk Tuk […] una pequeña península dentro de una isla enorme -Samosir, del tamaño de Singapur-, que a su vez está en el interior de un lago monumental -Lago Toba-, al norte de la isla de Sumatra.
El Lago Toba, con su isla de Samosir en medio, se supone que fue el cráter de un volcán. En su día cuna de la tribu de los batak, hoy es destino turístico para los propios indonesios y algunos holandeses.
Los batak son famosos por su rictus serio, sus modales secos y su físico robusto. Yo diría que tienen unos rasgos parecidos a los samoanos: cara cuadrada, expresión amenazadora y nariz pequeña.
Antes de dejar Bohorok nos adentramos –no mucho- en la selva con la intención de atisbar orangutanes. Al parecer tuvimos suerte y vimos a cuatro, uno de ellos una hembra con su bebé a cuestas. Les dimos plátanos, limas, y yo le tendí la mano al bebé de orangután, que me la agarró con mucha fuerza el condenado.
3 de septiembre
Por una u otra razón, Sumatra es un sitio que nunca ha llegado a crecer o desarrollarse. Todo su encanto se basa en su impresionante naturaleza en bruto, pero, aparte de eso, no tiene otros muchos atractivos. No tiene arte. Su historia –al menos la que nos han contado- se remonta al siglo XVII. De esa época son sus monumentos más antiguos –como el palacio del rey batak Simalungun-, que no dejan de ser austeras chozas en comparación con los deslumbrantes palacios y templos de China o Tailandia. […] Se entiende que un pueblo con una raíz cultural tan ligera se dejase gobernar durante 300 años por extranjeros –los holandeses- que impusieron su ley y su religión –en Samosir, el 90 por ciento de la población batak es cristiana. Los domingos se visten con sus mejores galas para ir a misa a iglesias de construcción occidental-.
No es extraño, por tanto, que en Sumatra no estén preparados para el turismo. En los restaurantes locales resulta difícil encontrar bebidas frías. No se cuida el acceso a los lugares de interés turístico. En sitios de una belleza tan potente como la catarata de Sipiso Piso no hay papeleras y la basura se acumula en el suelo. […]
Berastagi, nuestra última parada en Sumatra, es una ciudad muy sucia cuyo único aliciente reside en un mercado de frutas que no tiene nada de especial y en tres casas estilo batak, de hace 300 años, en las que se agolpan varias familias que han sembrado la zona de basura, gallinas y niños muy espabilados.
Lo mejor de Berastagi, el masaje que dos fornidas mujeres batak nos han propinado en nuestra habitación, mientras fuera tronaba la madre de todas las tormentas.
7 de septiembre
Terriblemente corpulento y con una expresión poco amistosa en sus ojos, Tom avanza lentamente por el sendero, balanceándose a cada paso. Cuando llega a la altura del cartel de información, agarra los listones que lo sostienen con sus enormes manos negras y lo zarandea, como si quisiera arrancarlo de cuajo –y lo que es peor: como si se sintiera capaz de hacerlo-.
A continuación, una vez realizada esa expresión de poder, se aproxima a la plataforma de alimentación, donde se encuentra la hembra a la que ha estado persiguiendo. Se abalanza sobre ella y lo que viene después es una fabulosa exhibición de ruidos terroríficos y gruñidos sobrecogedores, mientras Tom atrapa a la hembra, la arrastra, la empuja y la maneja como a una muñeca de trapo.
Son, podríamos decir, los preliminares. Acto seguido, Tom y la hembra copulan ante nuestra atónita mirada.
Poco más de un minuto después, Tom abandona a su amante y fija su atención en otra hembra que acaba de llegar. En cuestión de segundos se encuentra repitiendo la operación.
Tom es, ahora mismo, el macho dominante de todos los orangutanes de Camp Leakey, el centro de rehabilitación de orangutanes de Borneo.
Tom arrebató la corona al legendario Kusasi, que durante más de una década fue el macho dominante y ha inspirado incluso un documental de televisión. Tom se enfrentó a Kusasi aprovechando que éste tenía un brazo roto; venció y se proclamó nuevo rey. Ahora Kusasi se recupera en la clínica de orangutanes y algunos pronostican que, cuando estén curado de sus heridas, luchará para reconquistar su trono.
9 de septiembre
Es mediodía y fuera de la carpa rosa el calor empieza a flotar seco y pesado. Dentro, donde una pareja de jóvenes bugi celebra su matrimonio, la temperatura es bastante más fresca y el calor que se respira es de tipo humano.
Nos hemos colado en una boda y no sólo somos bienvenidos, sino que nos reciben como si nuestra presencia fuera un honor para ellos.
Los novios están sentados en un altillo, con sus madres y abuelas a su derecha, y sus padres y abuelos a su izquierda. Cuando subimos a estrecharles la mano y desearles felicidad –en indonesio-, se levantan de sus asientos.
“Thank you very much”, balbucean los novios. Posiblemente es lo único que saben decir en inglés, pero en este caso la frase resume perfectamente lo que quieren expresar.
Al final de la fila, un señor mayor se muestra particularmente efusivo.
“Where are you from?”, pregunta.
“Spanyol”, contesto. –Así, acentuando la a, es como denominan los indonesios a España, lo mismo el país que el gentilicio.
Tras hacernos unas fotos, estrechar todas las manos y dejar un sobre con 10.000 rupias (un euro) en una urna para los regalos, nos mezclamos con el resto de invitados.
[…] Una señora nos señala la mesa de la comida. Hay grandes cuencos con arroz, fideos, carne ligeramente picante, pan chino y algo rebozado que podría ser pescado. Temiendo que un rechazo pueda parecer descortés, llenamos unos platos con un poco de todo. […]
11 de septiembre
Mientras los bugi celebran la vida, la cultura de sus vecinos los toraja, la segunda etnia más numerosa de Sulawesi, gira por completo en torno a la muerte.
Creyentes en que hay otra vida después de ésta, la muerte es el acontecimiento más importante de su vida. Los funerales, que pueden organizarse semanas o meses después del fallecimiento, se convierten en una gran fiesta, en la que la familia del difunto le prepara el camino a la otra vida y puede, además, demostrar su estatus social delante de los otros habitantes de la aldea. Hasta entonces, mantienen al muerto encerrado en casa, le llevan comida y dicen que está enfermo.
[…] Para cuando se vaya a celebrar el funeral, la familia habrá tenido que comprar un número adecuado de búfalos para su sacrificio; el clímax de la ceremonia. […]
La celebración de la muerte como centro de la cultura toraja alcanzó su cumbre en Lemo. Allí, excavadas en la roca, se encuentran las tumbas más famosas de Tana Toraja, cada una de ellas custodiada, como un centinela, por una talla de madera que representa más o menos fielmente la figura del muerto. […] En otra aldea, Kambira, un árbol es agujereado cada vez que fallece un bebé, para guardar en su interior los restos. Dado que la mortalidad infantil es bastante alta en estas poblaciones alejadas de hospitales, el árbol tiene montones de cicatrices. La tierra es impura, dicen los lugareños, por eso a los recién nacidos hay que enterrarlos a cierta altura, en un árbol. […]
14 de septiembre
Poco que comentar sobre los dragones de Komodo. Son como lagartijas, pero del tamaño de un cocodrilo. Interesante, pero creo que el cupo de fauna ya lo tenemos cubierto. Mucho mejor el recorrido para llegar allí. Nuestro barco sortea docenas de islotes -en realidad, cimas de multitud de colinas sepultadas por el mar- que, al anochecer, se transforman en un paisaje fantasmagórico.
17 de septiembre
La estrecha carretera que llega al volcán Kawan Ijen, en Java, discurre por un magnífico paisaje: árboles de todos los tamaños y formas, distribuidos en diferentes alturas; ricos arrozales inundados de agua que reflejan el cielo y la vegetación como un espejo; plantas de color rojo vivo que manchan el verdor aquí y allá; diminutas flores de color violeta que bordean la carretera.
Es un espectáculo único. Un bosque opulento que parece obra de la mano de alguien con un gusto exquisito.
Algunas casas modestas aparecen a ambos lados del camino, pero los árboles, las plantas y las flores que las rodean son tan perfectos y desbordantes que parecen mansiones con un jardinero particular.
Los colores cambian de tonalidad a capricho de las nubes, que destapan el sol y luego lo ocultan, oscureciendo el panorama, sólo para, a continuación, dejarlo brillar otra vez para que estallen en todo su esplendor.
El camino a Kawan Ijen es mejor que el propio volcán. […] Para acceder al cráter hay que recorrer 3 kilómetros en una subida durísima. Tan dura que cuando llegamos arriba es casi para tomarnos un respiro antes de iniciar la bajada, más que para admirar el cráter humeante de azufre con un lago allá abajo. […]
El templo de Tanah Lot, en Bali, está enclavado en un paraje impresionante, insertado en el mar, de modo que cuando sube la marea el templo entero parece un islote flotante. […] Con pequeños templos familiares en cada esquina […] Bali es, de todo lo que hemos visto en Indonesia, el lugar con una belleza más coqueta y abundante. No hace falta recorrer 100 kilómetros para tener una bonita vista panorámica: las hay por todas partes.