Desde este momento los cuatro adeptos a este blog pueden escuchar música hecha por un servidor en MySpace. Es música electrónica que naturalmente me niego a firmar con mi nombre. Si alguien está interesado, sólo tiene que visitar el sitio:
www.myspace.com/michelangelobymab
Es lo bueno de la revolución digital: cualquier tonto con un ordenador puede hacer música...
Agracedimientos a djflow por sus ánimos e inspiración.
¡A su servicio en MySpace!
La television es nutritiva
"No veo televisión, me parece una mierda". Esta frase, y otras parecidas, están a la orden del día.
¿Alguien se imagina escuchar "No uso internet, me parece una mierda" sin experimentar una ligera conmoción? ¿O "no voy al cine, me parece una mierda"? ¿Qué tal "no leo libros, me parecen una mierda"?
La frase, además, encierra una notoria contradicción: si no ves la televisión, ¿cómo sabes que es una mierda?
La televisión, en mi opinión, no es una mierda. Es una mierda la telebasura, por ejemplo. La televisión es un invento que mola.
Veo bastante televisión. Vivo con una teleadicta. En mi casa, los fines de semana por la mañana, antes de subir las persianas del dormitorio, encendemos la televisión. He trabajado trece años en televisión. Estoy en condiciones de afirmar que la televisión no es una mierda.
Me da que el rechazo visceral a la televisión tiene mucho de pose. "El cine americano, ¡una mierda!". Tres cuartos de lo mismo.
De la TV actual, lo que más me gusta, mi programa favorito, sin lugar a dudas, es Los Serrano. Puro costumbrismo español de barra de bar. Ojo, no es una serie familiar babosa: es una fabulosa visión autocrítica de todos los tópicos nacionales, de la picaresca al machismo pasando por la versión más cañí de la familia.
Fiti es mi ídolo.
La televisión ¡MOLA!
Confessions on a dancefloor
Hace no demasiado me contaban que alguien se sorprendió al conocer que últimamente, en el coche, escucho de una manera casi compulsiva Máxima FM.
Aclaración para ignorantes: no toda la música de baile es September. Quienes me conocen saben de sobra que mi voracidad musical incluye todo el espectro que va de la música polifónica renacentista al rock duro. Qué quieren que haga, ¡me gusta toda clase de música! De modo que no tiene nada de especial que, desde hace unos meses, una parte de mi apetito se haya centrado en música hecha para bailar.
Sí, escucho Máxima FM en el coche. Sales de trabajar y te apetece esa especie de subidón. Además, he descubierto una revista llamada MixMag, dedicada a la cultura de club, que me parece fascinante (estoy sopesando abrir una suscripción). No conozco al 90% de los artistas de los que habla pero sabe encapsular y ofrecer en papel de manera magistral la filosofía hedonista de las discotecas. Y cuando enciendo el iPod lo que espero, la mayoría de las veces, es someterme a una sesión de música rítmica, ambiental, repetitiva e instrumental que no distraiga mi atención visual pero que, a la vez, me haga mover los pies.
Hace un año me regalaron un ProTools y confieso que me apasiona experimentar con bases y sonidos inspirados en la música electrónica bailable.
Sí, me gusta la música de baile. También.