Estuve en la EXPO de Zaragoza, EXPO del agua. Cosas que hice:
1) Muchas colas.
2) Entré en la Torre del Agua, 1.300 metros de subida en pendiente en espiral, y lo mismo de bajada. Imponente la escultura Splash (que recrea una salpicadura de agua a tamaño gigante), pero una vez arriba, la cafetería debería tener más glamour.
3) Me zampé un excelente menú en el pabellón de Grecia: dolmades (hojas de parra rellenas de arroz) y la obligada mousaka. Regado con una copita de sabroso vino griego tinto.
4) Me quedé con las ganas de entrar en el pabellón de España porque se necesita sacar un boleto previo y nadie te avisa de antemano.
5) Saqué una foto de la fachada de Alemania, no por la fachada sino por la cola y el cartel que la presidía: 3 horas de espera.
6) Asistí a una explosiva actuación de un grupo africano (imposible determinar su nombre y país de origen, dada la escasez de información).
7) A media tarde, me descalcé y hundí los pies en un pequeño estanque. No me avergüenzo y el agua fresca fue como un bálsamo para mi maltrecho tendón de Aquiles.
8) Degusté un exquisito café cortesía del pabellón de Colombia (sólo daban café; ni rastro de su otro producto estrella).
9) Me bebí una rica cerveza helada en un vaso que llaman Fluvi, y que cuesta 1 euro (el vaso, no el contenido).
10) Visité los pabellones de Lituania (soberbio), India, Nepal, Pakistán (estos tres, simples mercadillos), África subsahariana, Sudamérica, Tailandia, Islas del Pacífico, Suecia (un muestrario de Ikea, Volvo, etc.), Bélgica, Nigeria y cuatro o cinco más que no recuerdo.
11) Me quedé con las ganas de: entrar en los pabellones de España y las comunidades autónomas; experimentar el "agua extrema"; atravesar el "pabellón-puente"; degustar un lomo uruguayo a 38 euros el plato.
Splash.
EXPO
Tengo una moto estropeada...
... se lamentaba ese colosal poeta del asfalto llamado Manolo Tena. Hoy me identifico con esa letra.
Llegas de un largo viaje intercontinental. El estómago hecho papilla. Médicos. Los maltrechos intestinos obligan a retrasar el fin de semana en la EXPO de Zaragoza. Gestiones dolorosas con el hotel y la Renfe, billetes ya pagados. Mientras tanto, el ordenador portátil parece borracho. Búsqueda de servicio técnico oficial (en agosto). Ropa recién lavada se acumula tras las llegada, pero la señora que tiene que planchar se ha ido por dos semanas. ¿Quién se ocupará de la plancha? Esta mañana, el coche no arranca. Se amodorra, acurrucado en el garaje. Llamada al seguro, visita de la grúa, aplicación de pinzas y paso por el taller.
No es ya el agobio. Es que parece que hay una combinación astral desaconsejable.
Cruzar la calle se me antoja arriesgadísimo.