Hay quien está capacitado para diseñar y levantar edificios y quien, por mucho que se lo propusiera, nunca lo conseguiría. Hay quien está maravillosamente dotado para tocar el piano y hay quien carece de cualquier tipo de destreza artística pero, en cambio, posee una técnica prodigiosa para jugar al fútbol. Hay quien es negado para el deporte pero tiene unas manitas de oro para arreglarte una cañería.
Sin embargo, hay una actividad para la que, por lo que parece, todos estamos capacitados: conducir. No importa si eres habilidoso o torpe; rápido de reflejos o lento; responsable o loco; si eres un manojo de nervios o un témpano de hielo; joven o viejo. Aprobarás el examen a la primera o a la décima, pero te sacarás el carné de conducir. Con el tiempo, y dado este régimen restrictivo y punitivo en el que vivimos, a lo mejor lo pierdes, pero, por lo pronto, ahí tiene usted su carné.
¿Qué pasaría si todos estuviéramos legitimados para construir casas y nos pusiéramos manos a la obra? Que la mitad se caerían.
Aptitudes
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9/4/07