No me gusta el cine español

. 4/2/08

Una aclaración previa: por “cine español” no entiendo “cine hecho en España”. Para mí, el cine español es un género. Hay películas hechas en España que no son “cine español” (por desgracia, muy pocas). Sí, el cine español es un género. Puedes ir a ver una de terror, un western, una peli romántica o una de “cine español”.

Me temo que en esto no soy el único: somos mayoría. A la mayoría de los españoles no nos gusta el cine español, vaya por Dios. El gran problema del cine español es que no es entretenimiento. A diferencia de otros países (más desarrollados en este terreno), en España no existe una industria del cine bien estructurada, con guionistas que se rompen los cuernos escribiendo una buena historia que, más tarde, un realizador graba con una cámara. En España se hace cine de autor: el director es el genio absoluto, el artista supremo; él se lo guisa y se lo come. Rueda sobre lo que le interesa a él, no pensando en lo que puede interesar al espectador. Sólo le interesa, a priori, a un tío. Es minoritario por definición.

En el cine español son piña. Es un clan, una secta. Están los punks, los heavies, los pijos y los del cine español. Tienen su propia estética, que consiste esencialmente en ponerse una chaqueta de pana en la gran fiesta del “cine español” (tan deficitaria de iconos e imaginación que tiene el nombre de un pintor). Estética propia y ética propia. Por eso los que estamos fuera no entendemos su trabajo.

Aun así, reciben subvenciones. Yo, a mi pesar, los patrocino. De nada, señores, sigan así.

En este género que es el “cine español” hay tres subgéneros: el drama rural (donde salen vacas y muchos tipos con boina), la historia de extrarradio (rodada, generalmente, por directores que no han salido del barrio de Salamanca) y la guerra civil. Ninguno de estos subgéneros me interesa. Paso olímpicamente de las vacas, los yonquis y los falangistas. Les propongo un juego: si se cruzan con algún apóstol del “cine español”, díganle que se hacen demasiadas películas sobre la guerra civil. “¡No tantas!”, refunfuñará. Hombre, claro, películas “bélicas” no hay muchas, la verdad… Pero del resto…

Yo soy un tipo cuarentón que vive en la ciudad. Lo siento, me gustan las historias en las que yo podría ser el protagonista. A principios de los ochenta se hacía lo que llamaban la “comedia madrileña”. Ahora suena ridículo sólo mencionarla, pero en su día era lo más. Ese Óscar Ladoire, ese Antonio Resines, ese Juanjo Puigcorbé… ¿Qué pasó con? En su día se decía que eran grandes actores, ¿es que ya no lo son? El cine español es, además, cruel y contradictorio. Las películas hoy ensalzadas serán recordadas con vergüenza dentro de diez años.

Hay otra razón por la que no me gusta el cine español. Tiene cierto tufo xenófobo (…quién se lo iba a decir). Eso de “Vea usted cine español antes que el americano, el inglés, el francés o el afgano” no me gusta nada. Humm. Es como decir, “contrate usted a un trabajador español antes que a uno extranjero”. El cine español es el único terreno donde está bien visto el patriotismo. Si lo piensan, es de las pocas actividades donde se usa con todas sus letras y vocalizando a pleno pulmón el gentilicio de “español”. Perdonen, hay que contratar al mejor trabajador, sea español o de Senegal. Lo mismo con el cine.

Los españoles somos mejores, más listos. Hace tiempo pasaron por la tele un reportaje sobre cómo se hacían los trailers de las películas. Los cerebritos que se encargaban de ese trabajo afirmaban, sin contemplaciones, que en los trailers del cine español no hacía falta una voz en off, pero en las pelis americanas sí porque el público americano es más tonto. Olé. Pa qué andarnos con eufemismos. El público americano es más tonto que el español. De juzgado de guardia: ¿qué pasaría si alguien se atreve a decir por televisión que los ecuatorianos son más tontos que los españoles?

De aquí a unos años, les veo sentados en el sofá de Cine de barrio.