Sin paños calientes: me gusta, y mucho, uno de los temas nuevos de La Oreja de Van Gogh, "Dulce locura".
De entrada diré que hay, en mi opinión, muchos prejuicios a la hora de juzgar a este grupo y otros artistas similares. Decir en público que te gusta La Oreja de Van Gogh es casi un sacrilegio tan grande como anunciar que nunca te pierdes "Aquí hay tomate" (mi programa de TV favorito, por otra parte, del que algún día hablaré aquí largo y tendido; yo esto lo he soltado más de una vez y realmente la gente me mira raro). Cada vez que sacan disco, no lees una crítica no ya buena, sino bien argumentada. Varapalo y santas pascuas. A mí éste es un disco del que me habría encantado escribir. Se pueden decir cosas de él aparte del palo.
La canción es perfecta. Está magníficamente construida. La melodía de las estrofas es deliciosamente simple (tres notas). El estribillo es formidable. El puente me gusta menos, me recuerda a La Oreja de otros discos.
Y qué decir de la letra. Los chicos han pasado de rimar infinitivos como descosidos ("amar" con "soñar" y "volar" y "dudar") a elaborar aquí una rima muy poco manida, como es "luna", "locura", "menuda", "burla" y "esfumas". Estarán de acuerdo conmigo en que rimar sílabas u-a habitual no es.
Otra cosa es que la voz de Amaia te cargue. O que hayan colado la canción en un anuncio de una colonia de Don Algodón (el colmo del pastelón). O que la protagonista de dicho anuncio sea Edurne (ya la releche). Pero la canción es un temazo, de verdad. Escuchénlo sin prejuicios.