No lo he leído ni oído en ningún sitio: ¿Habría remontado el Betis su partido contra el Barça (iba 0-2) de haberse jugado en el Vicente Calderón? Se supone que, como consecuencia de un comportamiento animal, el Betis fue castigado con jugar contra el Barcelona fuera de su estadio (en concreto, en el Vicente Calderón). Pero, sorprendentemente, el Betis fue indultado o eximido de la sanción menos de 48 horas antes del encuentro. Me pregunto: ¿A quién beneficiaba que el Betis jugase en su propio estadio, aparte de al propio Betis? Si en vez de enfrentarse al rival directo del Real Madrid en la lucha por el titulo de Liga el Betis hubiese tenido que jugar, por ejemplo, contra el Murcia, ¿hubiera sido revocado el castigo? ¿Existen precedentes en el fútbol de semejante "donde dije digo..."?
Vidas inventadas
¿Alguna vez han jugado a inventarse la vida de los demás?
Estoy comiendo, solo, en un pequeño y ruidoso restaurante detrás de la Gran Vía. Tengo el iPod enchufado a las orejas y, entre plato y plato, manoseo los dos periódicos mayoritarios (para comparar). Lo mismo de todos los días. La mesa de al lado está vacía. Hasta que se sienta una pareja de treintañeros.
Al principio me parecen turistas. Ella está a mi lado, de manera que es a él a quien tengo enfrente. Sin lugar a dudas viene de otro sitio. Demasiado abrigado, no viene preparado. Camisa de pana amarilla, jersey rojo: la última moda en ¿Portugal? Entre tema y tema (del iPod) me llegan frases sueltas. El chico habla con inconfundible acento portugués. Ella es de aquí.
Él se encuentra fuera de su terreno. Es ella quien se dirige a la camarera para pedir una botella de agua. Lo hace con autoridad: está en su casa. Es ella quien acerca sus manos a las de él y entrelaza los dedos. Yo vuelvo a mis periódicos: Sarkozy (y Carla Bruni), en Londres; España gana 1-0 a Italia. Entre página y página, me salpican sus confidencias: “Me preocupa mi madre, que piensa que…”, dice ella. “Me dijiste que tenía que hacer algo, lo que fuera”, dice él.
Sonrío porque he descubierto su historia y me parece bonita. Se conocieron por Internet. Ahora él ha venido a Madrid y por fin están juntos, físicamente. No me cabe duda. Él, en algún momento, tuvo que tomar una difícil decisión, y ella le animó: “Tienes que hacer algo”. A ella le preocupa su madre, que está al corriente de la situación pero, tal vez, se ha hecho demasiadas ilusiones.
Leo sobre el regreso de Tequila, apuro el postre y me voy.
Radiobasura
Escucho en la radio (Onda Cero) esta mañana a una tertuliana decir algo muy parecido a esto:
"Lo que no me ha gustado del homenaje a las víctimas del 11-M es que se haya interpretado un canto gregoriano de un compositor esloveno, cuando aquí también tenemos muy buenos compositores".
Todos nos equivocamos. Pero construir una opinión en base a unas informaciones que uno mismo se acaba de inventar, es absolutamente vergonzoso.
En primer lugar, esta señora debe de pensar que toda música coral es "canto gregoriano". Y como piensa eso, va y lo suelta por la radio sin ningún asomo de pudor. En segundo lugar, el compositor no era esloveno, sino estonio (y luego nos reímos de los americanos que no saben localizar España en un mapa). Y por último, dicho compositor estonio no es otro que Arvo Pärt, uno de los más grandes y excelsos compositores contemporáneos, padre del minimalismo sacro. O sea, el hecho de que Arvo Pärt firme una partitura dedicada a (o inspirada en) las víctimas del 11-M (Da pacem domine) es como para que se nos caigan los lagrimones de la emoción. Sí, en España hay muy buenos compositores, pero dentro de dos siglos no sé si alguien se acordará de Akj$%&hgs Sa/&% o de Jk)$Ejh Sah&%a, y sí de Part, Gorecki, Messiaen y otros colosos de la música de los siglos XX y XXI.
Esta señora es... por decirlo de la manera más simple y educada: ¡una inculta!
The Zombies resucitan en Londres
Faltan 10 minutos para que empiece el concierto y el tipo sentado a mi derecha, un hombre calvo de unos 60 años, está dormido.
Tres filas por debajo distingo a un matrimonio de más de 60, vestido como corresponde a un matrimonio de más de 60, con su hijo de más de 30. A su lado se sienta otro matrimonio de la misma edad, con su hija de 30. El chico y la chica están juntos. Sería bonito que surgiera el amor. Es tiempo de la temporada para amar (“It’s the time of the season for loving”).
El público para el concierto del 40 aniversario de Odessey and oracle de The Zombies es muy mayor. Yo, con 41, desestabilizo la media. Pero también hay gente joven: una fila por delante hay una parejita de veinteañeros que sólo dios sabe qué les une con los Zombies.
Por fin estoy aquí sentado. Compré las entradas para este concierto histórico (tres conciertos: viernes, sábado y, añadido a última hora, el domingo) el 10 de agosto. Durante todo este tiempo albergué la desesperanza de que, en cualquier momento, surgiría un imprevisto que me impediría asistir. Incluso ya en Londres temía una diarrea, una confusión con el cambio horario o un incidente en el transporte público. Me parecía increíble que yo pudiera hacer planes con 8 meses de antelación.
El concierto de los Zombies fue, como esperaba, muy emotivo. Pero, en mi opinión, estuvo mal estructurado.
Dividido en dos partes (con un descanso de media hora en la mitad… músicos y público lo necesitaban), el concierto empezó raro: Rod Argent (teclista y líder) y Colin Blunstone (cantante) interpretaron con músicos de directo tres temas de los Zombies, tres de Colin Blunstone en solitario (preciosos, con acompañamiento de un quinteto de cuerda) y tres de Argent (no, no sonó ‘God gave rock and roll to you’, famoso por la versión de Kiss). Aquello me descolocó, porque veníamos a una reunión de los Zombies originales y allí sólo había dos. En los temas rockeros aparecían un batería y un bajista, y dado el lapso de tiempo desde su separación, yo pensaba que eran los Zombies originales. Pero no…
Tras la pausa, aparecieron (ahora sí) los cuatro Zombies supervivientes (el guitarrista falleció de cáncer no hace mucho). Entonces empezó la magia.
Colin Blunstone, con su voz de terciopelo, se parece mucho al actual Camilo Sesto. Vestido con un traje y camisa negros, sus movimientos eran muy mariquitas. Argent es clavado al cantante de Medina Azahara (con unos años más) y quería demostrar que estaba en forma con una camiseta negra ajustada. Chris White, el bajista (que dejó de tocar tras los Zombies, y se convirtió en compositor y productor de Argent con el teclista), parecía que acabara de levantarse del sillón de su casa: es un hombre mayor, con llamativas gafas graduadas y nulo aspecto pop. Aun así, cuando cantó uno de los temas (con su voz fragilísima) logró emocionar al graderío. El batería, Hugo Grundy, se esforzó por recrear al milímetro los golpes del maravilloso Odessey and oracle.
Al Kooper (músico americano que ha tocado, entre otros, con Bob Dylan, y “culpable” del éxito en EEUU de los Zombies) fue el encargado de presentar esta segunda parte. Durante más de 5 minutos soltó un speech conmovedor y divertido, sobre cómo compró el disco en UK y convenció a Clive Davis (de Columbia) para que lo lanzara en EEUU.
Esa segunda parte fue emocionante. Uno a uno, en riguroso orden, fueron sonando con gran fidelidad todos los temas de Odessey. La explosión final llegó con ‘Time of the season’, que fue número 1 en EEUU… cuando el grupo llevaba dos años disuelto.
Canté lo que pude, los estribillos que más o menos me sabía. Me pareció que la mayoría de la gente no se sabía las letras.
Como bises, estaba claro que caerían los dos clásicos que faltaban: ‘Tell her no’ y ‘She’s not there’. Así fue.
A la salida, ya en la calle, divisé la stage door. Sentí un impulso de ponerme a esperar a los músicos, para decirles que había un tipo que había venido desde otro país sólo para verlos.
Supongo que les habría gustado saberlo. Pero no lo hice.
Party 2
Hoy la política es puro márketing. Un partido se vende como se vende un nuevo modelo de coche. Hay coches para familias acomodadas, para ligones presumidos, para la mujer urbana, para el gitano que tiene que cargar las naranjas. Busca un perfil y dale lo que necesita: un producto a la medida de sus necesidades.
Por desgracia, en lo que a coches se refiere, hay más donde elegir.
¿Qué puede uno votar si es, por ejemplo, ecologista y monárquico? ¿O republicano y católico? ¿Agnóstico y patriota? Hay mil combinaciones posibles que no encajan en los dos modelos que se afanan por acaparar los votos. Y no me parece que sean casos minoritarios.