Faltan 10 minutos para que empiece el concierto y el tipo sentado a mi derecha, un hombre calvo de unos 60 años, está dormido.
Tres filas por debajo distingo a un matrimonio de más de 60, vestido como corresponde a un matrimonio de más de 60, con su hijo de más de 30. A su lado se sienta otro matrimonio de la misma edad, con su hija de 30. El chico y la chica están juntos. Sería bonito que surgiera el amor. Es tiempo de la temporada para amar (“It’s the time of the season for loving”).
El público para el concierto del 40 aniversario de Odessey and oracle de The Zombies es muy mayor. Yo, con 41, desestabilizo la media. Pero también hay gente joven: una fila por delante hay una parejita de veinteañeros que sólo dios sabe qué les une con los Zombies.
Por fin estoy aquí sentado. Compré las entradas para este concierto histórico (tres conciertos: viernes, sábado y, añadido a última hora, el domingo) el 10 de agosto. Durante todo este tiempo albergué la desesperanza de que, en cualquier momento, surgiría un imprevisto que me impediría asistir. Incluso ya en Londres temía una diarrea, una confusión con el cambio horario o un incidente en el transporte público. Me parecía increíble que yo pudiera hacer planes con 8 meses de antelación.
El concierto de los Zombies fue, como esperaba, muy emotivo. Pero, en mi opinión, estuvo mal estructurado.
Dividido en dos partes (con un descanso de media hora en la mitad… músicos y público lo necesitaban), el concierto empezó raro: Rod Argent (teclista y líder) y Colin Blunstone (cantante) interpretaron con músicos de directo tres temas de los Zombies, tres de Colin Blunstone en solitario (preciosos, con acompañamiento de un quinteto de cuerda) y tres de Argent (no, no sonó ‘God gave rock and roll to you’, famoso por la versión de Kiss). Aquello me descolocó, porque veníamos a una reunión de los Zombies originales y allí sólo había dos. En los temas rockeros aparecían un batería y un bajista, y dado el lapso de tiempo desde su separación, yo pensaba que eran los Zombies originales. Pero no…
Tras la pausa, aparecieron (ahora sí) los cuatro Zombies supervivientes (el guitarrista falleció de cáncer no hace mucho). Entonces empezó la magia.
Colin Blunstone, con su voz de terciopelo, se parece mucho al actual Camilo Sesto. Vestido con un traje y camisa negros, sus movimientos eran muy mariquitas. Argent es clavado al cantante de Medina Azahara (con unos años más) y quería demostrar que estaba en forma con una camiseta negra ajustada. Chris White, el bajista (que dejó de tocar tras los Zombies, y se convirtió en compositor y productor de Argent con el teclista), parecía que acabara de levantarse del sillón de su casa: es un hombre mayor, con llamativas gafas graduadas y nulo aspecto pop. Aun así, cuando cantó uno de los temas (con su voz fragilísima) logró emocionar al graderío. El batería, Hugo Grundy, se esforzó por recrear al milímetro los golpes del maravilloso Odessey and oracle.
Al Kooper (músico americano que ha tocado, entre otros, con Bob Dylan, y “culpable” del éxito en EEUU de los Zombies) fue el encargado de presentar esta segunda parte. Durante más de 5 minutos soltó un speech conmovedor y divertido, sobre cómo compró el disco en UK y convenció a Clive Davis (de Columbia) para que lo lanzara en EEUU.
Esa segunda parte fue emocionante. Uno a uno, en riguroso orden, fueron sonando con gran fidelidad todos los temas de Odessey. La explosión final llegó con ‘Time of the season’, que fue número 1 en EEUU… cuando el grupo llevaba dos años disuelto.
Canté lo que pude, los estribillos que más o menos me sabía. Me pareció que la mayoría de la gente no se sabía las letras.
Como bises, estaba claro que caerían los dos clásicos que faltaban: ‘Tell her no’ y ‘She’s not there’. Así fue.
A la salida, ya en la calle, divisé la stage door. Sentí un impulso de ponerme a esperar a los músicos, para decirles que había un tipo que había venido desde otro país sólo para verlos.
Supongo que les habría gustado saberlo. Pero no lo hice.
The Zombies resucitan en Londres
.
10/3/08