Escucho el otro día: "Esta noche voy a ver a Fatboy Slim, que me encantan".
Eso lo explica todo.
El auge de la música en vivo
Tipografías
Muchos colegas de profesión lo comprenderán (espero): yo no puedo enfrentarme a un folio en blanco con cualquier fuente cargada en el Word. Voy más allá: si la fuente es fea, es muy probable que me sienta incapaz de escribir una sola línea.
Soy un fanático de las tipografías. Un mundo ilimitado, perverso, fascinante. Quienes trabajan conmigo lo sufren: busco siempre esa fuente que resuma todo lo que uno quiere transmitir (aunque no siempre se consigue, admito). Tipografías "dulces", "adultas", "agresivas", "ingenuas", "sexies" pido, y a veces no me entienden. Unos cuantos trazos son capaces de condensar emociones. Una fuente es el equivalente al tono de voz: puedes decir la misma frase de mil maneras diferentes.
Me las bajo de Internet. Busco páginas que estudian las tipografías (Fontshop.com, Ilovetypography.com, Identifont.com). Me quedo pasmado ante logos y páginas de publicidad. Sopeso colores, tamaños, juegos de mayúsculas y minúsculas... Apasionante.
Momentazo televisivo
Sólo en un medio como la televisión pueden darse esta clase de joyas. El zapping perezoso de última hora de la tarde me conduce hasta el programa Está pasando, de Tele 5. La imagen que encuentro ya es, por sí misma, impagable: Jaime Peñafiel, impecablemente vestido con traje y corbata, aparece sentado en butacón de mimbre junto a la duquesa de Alba, en otro butacón de mimbre, apostados ambos en lo que parece un frondoso jardín.
Es una entrevista. Peñafiel está entrevistando a la duquesa. Es, de hecho, un exclusivón: hablan del noviazgo (!) y la cancelada boda (!?) de la venerable e innacesible señora. La entrevista es extraordinaria, fluida, no decae. Jaime Peñafiel encuentra ese punto de periodista-confidente que desmorona a la entrevistada. Le coge de la mano. Ella, entregada (y por momentos emocionada), larga y larga y larga. Con pocas palabras, pero con grandes confesiones. Titulares a mansalva. "Nadie me ha querido como él", desliza la duquesa.
El tema, además, es una delicia. Pura poesía. Se habla de "locura de amor". ¿Es habitual que se hable de "locura de amor" en una entrevista, sea cual sea el medio? De fondo, pajarillos y música de guitarra. Desfilan los grandes temas de la humanidad: el amor, la felicidad, la envidia, la soledad, la muerte.
Para mayor gozo, la realización está curradísima. Cuento al menos tres cámaras. Dos con la duquesa y una con Peñafiel. La fotografía, la luz, la realización son exquisitas: parece una sesión del ¡Hola! Absolutamente formal e incluso rancia, si quieren, pero ajustada perfectamente al registro de la entrevista.
Si somos capaces de aparcar por un momento la merecida aversión hacia los programas y personajes del corazón (sí, es difícil), esto debería ser considerado uno de los hitos televisivos del año.
Disfruten pinchando aquí.
India y Nepal
Con cierto retraso (casi un mes desde mi regreso), reproduzco aquí algunos comentarios a modo de conclusión anotados en el cuaderno de viaje. Matizo que cuando cito a la India, me refiero, obviamente, a la parte que conocí, el norte del país. Pero me encanta generalizar y para eso está un blog: para que cada uno escriba lo que le dé la gana.
"La India no tiene la naturaleza exuberante de otros países asiáticos (Tailandia, Indonesia). Las ciudades son feas, irritantes, calurosas y ruidosas. Quizá la única ciudad con una arquitectura interesante es Jaipur, con sus viejos edificios de color rosa de su centro amurallado. Las calles son un calvario: tienen más derechos las vacas que los peatones.
"La comida india no es especialmente sabrosa, ni se caracteriza por su gran variedad de platos. Uno encuentra en las cartas de los restaurantes infinidad de nombres diferentes, pero tras haber probado muchos de ellos puedo afirmar que todos terminan siendo variantes de pollo o verduras en salsas más o menos picantes.
"Sí que he hecho algunos descubrimientos, como el kofta (especie de albóndigas de verduras trituradas con una rica salsa) o el paneer (queso de textura parecida al tofu que también se presenta en salsa). Puedes pedir pollo tandoori, sin salsa y al horno, pero en muchos sitios reservan la pechuga y lo que te ofrecen son los huesos y alitas casi sin carne. Si te hartas de pollo, tienes mutton (cabrito). Otro gran hallazgo han sido las pakoras, empanadillas de verduras y patata rebozadas. Y, por supuesto, el garlic naan (pan de ajo), exquisito.
"Tampoco la gente de la India destaca por un encanto especial. Más bien al contrario: los indios son sucios, pesados, impertinentes y cotillas.
"Sí que hemos disfrutado de algunas visitas interesantes: el templo de Ranakpur y su selva de columnas; el templo de los monos de Jaipur; el sublime Taj Mahal en Agra; las ceremonias religiosas en aguas del Ganges, en Varanasi; y otros muchos palacios, castillos y templos. Dormimos en tiendas de campaña en el desierto de Osian y en la casa de los hijos del maharajá en Shahpura.
"También me he sentido atraído por la luz. Al atardecer pudimos disfrutar de una luz cálida e intensa, especialmente en Jaipur (la ciudad rosa se convertía en naranja) y, sobre todo, en un largo recorrido por carretera hasta Khajuraho.
"Nepal es otra historia. Ciudades limpias, con encanto, gente amable y respetuosa. Las calles ¡tienen aceras! India tiene más de árabe que de asiática. Nepal, al revés. Kathmandú es una capital de contrastes: puedes escuchar a un grupo tocando versiones de Coldplay en un bar en un segundo piso, mientras a 1 kilómetro de allí se rinde culto a la diosa viviente Kumari (una niña de carne y hueso a la que consideran diosa... hasta que llega a la pubertad y es sustituida por otra). Kathmandú huele a tierra mojada, cilantro e incienso. En las calles se mezclan jóvenes en vaqueros, porteadores cargando sus pesadas mercancías, simpáticos vendedores ambulantes, hippies, falsos santones y venerables ancianos newars (la famosa tribu local). Hay muchas tiendas de discos. Encima, hace fresquito."