Nunca nadie lo había dicho tan claro, en público, en este país. Ha tenido que ser un Sir: "El Real Madrid era el equipo de Franco". ¿Alguna vez lo habían visto en titulares en todos los periódicos?
Memoria histórica
Novedad en MySpace
Por si a alguien le interesa, hay un nuevo temita en el MySpace de Michelangelo by MAB. Se trata de un engendro trip hop que contiene un sample manipulado y troceado de oraciones fúnebres registradas en la orilla del río Ganges, en Varanasi (India). Quien deteste los temas techno que también están colgados, esto le resultará más llevadero.
Vinos, Celtas Cortos y un ex rojiblanco
Lo último que podía esperar, en una comida organizada por Celtas Cortos en una importante bodega de Ribera del Duero, era verme compartiendo tintos y opiniones futboleras con el ex jugador del Atleti García Calvo (actualmente en el Real Valladolid).
He de decir que me pareció un tipo educado y simpático, que hablaba de fútbol con sabiduría (hay tantos jugadores que no saben de fútbol) y apasionado del Atleti. No es cuestión de revelar aquí sus puntos de vista, que, por cierto, fueron muy atinados respecto a Aguirre, Luis García y Perea. Hablamos también de vinos y de su grupo favorito: Héroes del Silencio.
Vinos de Toro
En la bodega subterránea de Liberalia en Toro (Zamora), Juan Antonio Fernández pone música de Bach a sus vinos. En la pequeña nave central de las bodegas Elías Mora, cuando empieza la vendimia, un grupo de tres hombres selecciona a mano las uvas recién recogidas, antes de dejarlas caer a una máquina que las despalillará, separándolas de sus racimos. En la ciudad de Toro abundan cuchitriles donde clientes habituales empinan el codo apoyados en el mostrador, y donde se pueden conseguir a buen precio las joyas de la corona de esta denominación de origen.
Son algunas imágenes y escenas del fin de semana que pasamos peinando la zona de Toro, practicando eso que oficialmente se denimina "turismo enológico" (y que significa, ni más ni menos, visitar bodegas, catar y comprar vinos y comer excelentes viandas). Fuimos porque los vinos de Toro están entre mis favoritos. Tienen cierta mala fama porque hace años eran vinos toscos, gruesos (casi había que masticarlos) y muy alcohólicos. Hoy siguien teniendo una alta graduación, pero han sido suavizados hasta conseguir vinos bastante sofisticados sin perder sus característicos ímpetu y color (muy oscuro). El éxito de algunas marcas (Pintia, Spiritus Sancti, Gran Elías Mora o Liberalia 5) entre la crítica española e internacional ha puesto de moda a Toro.
Vergüenza
Hay equipos de fútbol que hacen partidos malos. Hay algunos, incluso, que juegan mal por costumbre. Hay equipos que son inofensivos, inoperantes o que padecen de un abultado complejo de inferioridad. Pero ningún equipo hace el ridículo con la rotundidad y asiduidad con que lo hace el Atlético de Madrid.
Después de dejarse meter tres goles en ocho minutos en el Camp Nou he escuchado "Qué partidazo del Barcelona". Lectura errónea. "Qué vergüenza, qué injustificable actitud del Atlético de Madrid". Ésa es la lectura correcta. Para mí no es vergonzoso que el Barça te cuele tres, cuatro o seis. Lo que me espanta es -como he escrito más arriba- dejarse colar tres coles en los ocho primeros minutos de un partido.
Sin esos tres goles no habría habido otros tres (que pudieron ser más). El Barça se encontró con un partido que empezaba con un 3-0 a favor. Sin jugar al fútbol. No puede decirse que ese 3-0 fuera resultado de un dominio aplastante del Barça (eso sólo se ve con el paso de los minutos). Fueron tres goles a balón parado: un córner, un penalty y una falta. Pitó el árbitro el inicio del partido y, ¡zas! ya iban 3-0. La lectura no es, por tanto, que este Barça juega como los ángeles, sino ¿cómo es posible que unos jugadores profesionales de fútbol salgan al campo con semejante pasotismo, parsimonia, dejadez o lo que sea?
A partir de ahí, como es lógico, el Barça se paseó. A la empanada inicial del rival se unió su paralizante conmoción al comprobar cómo acababan de protagonizar uno de los episodios más ridículos de la historia del fútbol (aunque no estoy seguro de si son totalmente conscientes de ello...)
Esos ocho minutos fueron la clave del partido. Esos ocho minutos son el retrato de la peor imagen del Atleti, una de las más penosas que ha dado en su historia. No hay equipo, ni siquiera uno de tercera división, que salga al Camp Nou y se deje meter tres goles así, como aperitivo, para abrir boca. Porque no hay equipo que trasmita esa desgana, esa apatía, esa falta de respeto hacia un escudo y una afición, ese descontrol táctico, ese despiste monumental, todo eso a la vez, como mi Atleti.
Ver ese partido fue como ver a un ser querido en la tele haciendo el ridículo. Muy, muy desagradable.
Aquellos maravillosos años
A principios de los años noventa tuve alguna relación con el Big Bang del pop independiente español. No lo digo para apuntarme medallas innecesarias (para eso están quienes buscan la ovación fácil entre el colectivo zarandeando a La Oreja de Van Gogh) sino para contextualizar esta entrada.
Escribía sobre Corcobado en El Gran Musical (donde, en la página de al lado, el añorado Joaquín Luqui celebraba la apoteosis de New Kids on the Block). Saqué a Australian Blonde, El Inquilino Comunista, Los Planetas, La Buena Vida y muchos otros por la tele, en los principios de Canal+, cuando publicaban sus primeros discos y sólo eran conocidos por una diminuta (pero bulliciosa) minoría. Llevé cámaras de TV a Gijón, para retratar su candente escena (Eliminator Jr, Manta Ray, etc.). También a San Sebastián, con el mismo objetivo (lo que me sirvió para caer rendido a los encantadores LBV y desechar a unos relamidos y antipáticos Le Mans). Cuando venían a Madrid solíamos comer juntos. Cuando tocaban en la capital, estaba con ellos antes y después del concierto en el camerino.
Visto ahora, suena fácil. Pero en su día me costó algunos disgustos. Porque no era que me enviaran a entrevistarlos, sino que tenía que urdir enrevesadas estratagemas para convencer a mis jefes de que era importante entrevistarlos. Me peleaba para que unos directivos trajeados de TV se gastaran el dinero (cámaras, viajes, hoteles) en grabar a unos grupos que juzgaban intrascendentes. La primera conversación que tuve en mi vida con quien hoy es un peso pesado de la radio (y a quien profeso gran afecto y gratitud) fue un encontronazo acalorado sobre si un vídeo de El Inquilino Comunista debería o no programarse en televisión.
En estos días, la muerte de uno de los componentes de Silvania (nunca los conocí, pero me gustaba su música) me ha transportado a esos días de arrogante rebeldía. Similar reacción me produjo la reciente pérdida de Sergio Algora, líder de El Niño Gusano, a quien sí tuve el placer de conocer.
El tiempo avanza como una locomotora sin frenos. Y aquellos fueron buenos años. Realmente buenos.