Una reflexión. Analizando cómo es posible que alguien tire un penalty de manera tan desastrosa, sólo se me ocurren dos hipótesis (con el mismo origen):
1) El lanzador del penalty fue el jugador pateado e insultado en la jugada previa. Ha declarado que no podía ni levantarse después. Nadie lo ha dicho, pero acaso ¿se quedó agilipollado después de la recibir la paliza? ¿Tiro la falta máxima en una especie de estado de shock?
2) Partiendo de la misma premisa traumática, ¿intentó, tal vez, devolver la humillación a la grada? Armado de furia y sed de venganza, fuera de sí, ¿quiso meter un gol histórico?
En ambos casos, la agresión de ese energúmeno fue lo que evitó la derrota del Madrid.
La Liga de... (Coda)
La Liga de las ¿estrellas?
Sinceramente, deseo con todas mis fuerzas que esta Liga la gane el Real Madrid, esta Liga que algunos denominan "de las estrellas", integrada por un equipo de fábula, otro bueno a secas y otros 18 que se las verían y desearían en la segunda división búlgara. Esta Liga no merece ganarla el Barça: su fúbol preciosista merecería ganar, eso sí, la liga interplanetaria. Pero ¿la Liga española? La Liga de la ramplonería, la cutrez y el pillaje ha de ganarla quien lleve estos atributos a su máxima expresión. Que gane el mejor. Y, en lo que a estos términos se refiere, el mejor, el más brillante, es el Madrid. Sería bellísimo que ganara el campeonato, el triunfo de la mediocridad, una oda a la vulgaridad. ¿Qué más queremos? El partido Real Madrid-Getafe, tildado de épico, no es épico para los madridistas sino para los antimadridistas. Todos los ingredientes: la clásica patada en la cabeza, la ayudita arbitral, el rival que regala el partido en bandeja de plata, el gol en el último suspiro y la moraleja triunfal para la prensa deportiva ("¡Heroico!"). Gozada absoluta: el Madrid interpretando al mejor Madrid. Es como ver descongelado a Walt Disney y que se ponga a dibujar a Mickey Mouse delante de tus narices. Un clásico. El Barça está en "otra" Liga; ésta la ganará el Madrid.
Eminem
No concibo cómo a alguien de aquí le puede gustar el rap. ¿Cómo degustar un género que se basa en las letras cuando uno no entiende ni papa? (Me temo que ni los americanos las entienden...) Otra cosa es la estética, la iconografía, el estilo de vida, los coches que dan botes, los dientes de oro y las tías culonas: entiendo que eso pueda seducir a un sector juvenil, pero ¿el rap? Y dentro de ese sinsentido está Eminem: aun admitiendo que el rap sea música, Eminem es un clown, un humorista que como no sabe cantar ha encontrado en el rap su panacea. Me horrorizan sus vídeos en los que parodia a otros artistas... es como ver Muchachada Nui, pero en malo. Sí, tuvo una canción buena, pero era de Dido...
El otro Patxi
Tremenda (y agradable) sorpresa al escuchar uno de los discos de fado que compré en Oporto. El disco lo firma Ana Moura, joven (30 años) aunque sobradamente reconocida intérprete portuguesa: en 2007 los Stones la subieron a cantar durante un concierto en Lisboa. El corte 13 de su disco Para além da saudade (2007) se titula 'Vaga, no azul amplo solta' y es nada menos que un dueto con... ¡Patxi Andión! Sí, Patxi Andión, el cantautor y actor madrileño del que no se tienen noticias prácticamente desde... ¿principios de los ochenta? Pues en 2007 se marcó un soberbio fado a dúo con la atractiva Ana Moura sobre un poema de Fernando Pessoa.
Mari Trini: in memoriam
Me pongo en Spotify los grandes éxitos de Mari Trini, como homenaje tras enterarme de su fallecimiento. Mari Trini... otro nombre más extirpado de la historia musical de este país. Desde hace siglos nadie hablaba de ella, como tampoco de otros muchos nombres del pop (o rock, o folk) español de los años sesenta y setenta. Hace un par de meses le presté el disco de Solera a un joven periodista. No sabía quienes eran. "Conocerás a Cánovas, Rodrigo, Adolfo & Guzmán...", repliqué. Me respondió: "¿Cánovas qué?". Por favor: en los sesenta y setenta había muy buenos músicos en España, un país donde comprar una guitarra eléctrica era una odisea. Curiosamente, hemos memorizado todos los nombres a partir de 1980, incluso en casos de grupos que sólo grabaron un single (o ni eso). Lo anterior, como digo, extirpado. Eso sí, los Stooges salen a relucir en cualquier conversación. Madre mía. No quiero ahora hacer un panegírico de Mari Trini, cantante y compositora, transgresora (sí) en más de un sentido, que podría hacerlo. Sólo resaltar ese desprecio que se hace conscientemente de nuestra memoria musical. Contentos de ser analfabetos.
Volumen brutal
Desdiciéndome, como es habitual, finalmente fui a ver a AC/DC en el Palacio de los Deportes. Las bondades del concierto ya las habrán leído en otros sitios. A mí me apetece destacar lo negativo. Me parece una vergüenza el volumen al que suena la guitarra de Angus Young. Absurdamente alto. Es una chicharra constante, molesta, indescifrable. Me indigna tener que estar aún (a la mañana siguiente) sufriendo sus consecuencias. Cuando se calla (que es casi nunca), el resto de la banda suena potente, muy alta también, pero en su justa medida. Pero, claro, AC/DC es Angus Young: una guitarra atronadora acompañada por otros instrumentos y una voz. Lo sepulta todo. Está bien la máxima heavy del "volumen brutal", pero aplicarla literalmente me parece incluso de escasa profesionalidad. Aunque al público le da igual: están de espaldas al concierto haciéndose fotitos.
Malú rocks!
Ya sé que los blogs están para hacerse el guay y proclamar lo buenos que son los Russian Transistor Yellow Puppets de turno (grupo que me acabo de inventar, por cierto, pero suena tan molón como los que salen en las críticas del EP3). Así que el titular de esta entrada parecerá bastante anti cool. Me importa una mierda. Me gusta mucho el último disco de Malú, Vive. El porqué podría resumirse en una sola frase: Malú hace rock.
Bueno, no es rock cien por cien rock, pero el vozarrón de esta dama discurre empujado por guitarras realmente contundentes. Me parece un ejercicio de producción soberbio: coger la voz espectacular de Malú, unas canciones en su línea de siempre (melódicas), y envolverlo todo con guitarras de rock. Y lo bueno es que funciona. Malú suena potente y sin complejos, como si quisiera gritar a los cuatro vientos que se puede hacer música con raíz española y, a la vez, ser cañera. Lo refuerza el vídeo del primer single, 'A esto le llamas amor', un partido entre dos equipos de hockey sobre hielo que termina a tortazo limpio. Y las fotos del disco, en plan pin-up (ya podía tomar nota alguna, que propone vestirse de pin-up en las fotos y luego no quiere enseñar ¡las piernas!).
Recuerdo cuando el empresario Pepe Barroso la presentó en uno de los locales más pijos de Madrid, Gabana, en la calle Velázquez. Era una cría, y aparecía con la etiqueta de "apadrinada por" Alejandro Sanz (quien no acudió a aquella presentación), ya que le había escrito el tema 'Aprendiz'. Si no recuerdo mal, debió de ser hacia 1997 o 98. Me alegra que, después de tantos años y de una carrera con altibajos (ha hecho hasta música dance) esta chica siga dando argumentos para ser apreciada.