Adiós, 2006. Hora de hacer balance. A continuación, una lista de lo mejor y lo menos bueno que ha producido la música este año.
ARTISTA MÁS IRRITANTE (MASCULINO)
Ok Go
ARTISTA MÁS IRRITANTE (FEMENINA)
Lily Allen, Fergie, Juliette Lewis (ex aequo)
MEJOR DISCO DE UN ARTISTA DE 70 AÑOS O MÁS
This old road, de Kris Kristofferson
MEJOR DISCO PÓSTUMO
American V: A hundred highways, de Johnny Cash
MEJOR DISCO DE COUNTRY
Nashville, de Solomon Burke
MEJOR CANCIÓN PARA BAILAR
“The skin of my yellow country teeth”
Clap Your Hands Say Yeah!
MEJOR BALADA ITALIANA
“Y estaba contentísimo”
Tiziano Ferro
CONCIERTAZO DEL AÑO
The Who en el Palacio de los Deportes de Madrid
MEJOR REAPARICIÓN
Neil Diamond
MEJOR VÍDEO MUSICAL
“A view from the afternoon”
Arctic Monkeys
(Director: W.I.Z.)
MEJOR DVD MUSICAL
Gram Parsons. Fallen Angel, de Gandulf Hennig
VÍDEO ESPAÑOL MÁS PRETENCIOSO E INSOPORTABLE
"A la primera persona", de Alejandro Sanz
(Director: Jaume de Laiguana)
SORPRESA DEL AÑO
Vetiver
OBSESIÓN DEL AÑO
Nuevo pop francés: Raphael, Camille, Da Silva
MEJOR LOOK
Marta Sánchez en el concierto de 40 Principales del Vicente Calderón
PEOR LOOK
“Los” Pereza
MEJOR ‘CANAPETEO’
Presentación aniversario 40 Principales (Museo de Arte Reina Sofía, Madrid)
Lo mejor (y lo menos bueno) de 2006
El pop se vuelve rosa (cont.)
Ya lo dije yo aquí.
Alejandro Sanz ha destapado la caja de los truenos.
Hoy asistimos al desarrollo de varias tramas cruzadas: el mayordomo traidor que es detenido; las declaraciones de Capi día sí, día también; las primeras imágenes de la madre del niño; la portada de Jaydy Mitchel en ¡Hola!...
Canción de la semana: Donovan, "Legend of a girl child called Linda" (1966)
Su obra maestra Sunshine superman (1966) no puede empezar mejor. Después de abrir fuego con el demoledor tema del mismo título, que mostraba un confiado salto al rock hippy, Donovan nos endosa este maravilloso cuento de hadas en la más pura tradición folk. El primer verso es para enmarcarlo: "Te traeré manzanas de oro y uvas hechas de rubíes". Aparentemente, está dedicada a Linda Lawrence, por entonces todavía novia de Brian Jones de los Stones; y no es de extrañar que con esta graciosa melodía Donovan se la llevara de calle (creo que Donovan y Linda siguen juntos; tienen dos hijos con los insuperables nombres de Astrella Celeste y Oriole Nebula). La letra es sublime, tiene la duración perfecta (casi 7 minutos) y unos intermezzos orquestales que, pese a haber envejecido mal, contribuyen a crear una atmósfera mágica.
Nostalgia de cuarentón
No ha sido fácil: la presentación tiene que ir acompañada de una buena anécdota personal, por lo que me ha llevado un buen rato elegir la canción adecuada. Por cerrar el espectro, me he centrado en la música con la que crecí: la de finales de los setenta.
Mientras hojeaba un cuadernillo con todas las listas de 40 de la historia, me daba cuenta de que prácticamente todos los números 1 de esos años eran, precisamente, las canciones que me gustaban: “Da ya think I’m sexy” de Rod Stewart; las canciones de Grease; las de Fiebre del sábado noche; el impresionante “Born to be alive” de Patrick Hernández; “Lady writer” de Dire Straits; incluso Abba o Boney M… (todas éstas son de 1978-79; ¡dios que viejo soy!).
En aquellos días yo tenía 11 o 12 años y, por descontado, carecía de presupuesto para discos o cualquier otra cosa que costase más que un sobre de cromos. Empecé grabándome canciones de la radio. Como no tenía radiocasete (no sé si es que no se había inventado o que, simplemente, yo no lo tenía), acercaba una grabadora a la radio y registraba de ese modo las canciones que me gustaban. Esto tenía un problema evidente: si alguien entraba en la habitación y hacía ruido, ese ruido se colaba en la grabación.
Algo después empecé a comprarme singles. Algunas de las canciones antes citadas cayeron como single. Era barato e infalible: conseguías “la canción”. Recuerdo que había cierto desajuste temporal: en no pocas ocasiones en las tiendas me decían que el single que buscaba todavía no había salido, aun cuando llevaba sonando en la radio semanas, lo cual me daba mucha rabia.
Inmediatamente después pasé al LP.
La canción que finalmente he elegido para el programa es “Too much heaven”, de los Bee Gees (1979). ¿La razón? El LP en que estaba incluida, Spirits having flown, fue (si no me falla la memoria) el primer LP que me compré. Recuerdo incluso dónde: en una pequeña tienda de la calle Gaztambide, en el barrio de Argüelles (mis abuelos vivían a 50 metros), que no sé si sigue abierta. Me acuerdo de que compré dos discos, pero del otro no estoy seguro del todo; probablemente fue un LP de un grupo de rockabilly muy divertido que se llamaba Rocky Sharpe & the Replays.
Los chavales de entonces habíamos descubierto a los Bee Gees el año antes: eran quienes cantaban las canciones de la película Fiebre del sábado noche. El mundo de las discotecas nos parecía lejano, misterioso y fascinante. Y además, en esa banda sonora había temas formidables. De manera que cuando los Bee Gees sacaron su siguiente disco, ampliamente difundido por la radio, me hice con un ejemplar.
En esos tiempos, los chavales de 12 años nos gastábamos la paga en discos, fíjense qué cosa. Los escuchábamos del tirón, con la única pausa necesaria para poner la cara B, mientras mirábamos hipnotizados la portada, la contraportada y las fotos interiores. Para aquellos críos, los discos eran un tesoro. Tanto, que los conservamos como oro en paño durante el resto de nuestras vidas.
Me habría gustado hablar de Rod Stewart y su “Da ya think I’m sexy”, pero no tienen el vídeo. La anécdota es mejor. Rod Stewart tenía un look deslumbrante: su pelo rubio platino era lo más moderno que había visto en mi vida. En 1979 la tele todavía se veía en blanco y negro, por lo menos en mi casa, y curiosamente mis abuelos tuvieron una tele en color antes que mis padres. Así que un día que estaban emitiendo una actuación de Rod Stewart llamé a mis abuelos para preguntarles de qué color tenía realmente el pelo. Cosas de críos. Y mi abuelo, sin prestarme mucho caso, sin entender mucho la pregunta, me dijo: “Pues… azul… o rojo…”. Yo me quedé alucinado porque Rod Stewart tenía el pelo tan rubio que era casi blanco, y estuve dándole vueltas al asunto un buen rato hasta que resolví que era el color de los focos del escenario el que se reflejaba en su pelo, dándole esas tonalidades.
El pop se vuelve rosa
Los músicos siempre se quejan, pero en España los artistas de pop han sido tradicionalmente respetados por la prensa, incluida la rosa. Cierto es que esto se debe, en parte, a que la música importa bien poco en nuestro país. En otros lugares con mayor cultura musical las celebridades más prominentes son, precisamente, los músicos. Echen un vistazo a cualquier ejemplar del Hello!: la mayoría de las páginas están monopolizadas por Rod Stewart y sus hijas, James Blunt y sus novias, Paul McCartney, Elton John...
También hay otro factor determinante, y es que el auge actual de la prensa del corazón coincide con el momento más bajo de la música. Años atrás, cuando la música interesaba un poco más y la gente cometía la osadía de entrar en las tiendas de discos (para comprar), habríamos tenido titulares de primera. Pero la apisonadora rosa no estaba tan perfectamente engrasada como ahora. De lo contrario, Nacho Cano, Antonio Flores, Miguel Bosé o Alejandro Sanz habrían ganado puntos suficientes como para tener una sección fija en los medios del género.
Ayer, día 12, por la tarde, Alejandro Sanz envió un sorprendente comunicado a los medios en el que anunciaba que es padre de un niño de tres años, fruto de una relación extramatrimonial. Posteriormente, he podido saber que el mundillo del corazón andaba cocinando la noticia, y que incluso una agencia (Korpa) había conseguido la exclusiva del nombre de la madre. Aparentemente, el comunicado de Alejandro pretendía adelantarse a los acontecimientos; dar una explicación (que nadie le ha pedido) y zanjar el asunto.
Creo que Alejandro Sanz se ha equivocado. No es la primera vez que se habla de él en semejantes foros (¿recuerdan aquella leyenda urbana que tenía que ver con una fiesta que acababa en urgencias?), y hasta ahora se había mantenido sabiamente al margen. Esta vez, en cambio, ha entrado al trapo. Además, para quienes ignorábamos el rumor, el comunicado ha supuesto una auténtica conmoción: ¿a qué viene esto? ¿Alejandro Sanz se ha convertido en una agencia de noticias de su propia vida?
El hecho de que Alejandro Sanz haga estas declaraciones es ya, de por sí, otra noticia, con lo que la prensa rosa tiene dos noticias. La desconocida paternidad pasa a un segundo plano: ahora se especula con qué oscuras razones han llevado al cantante a pronunciarse sobre su vida privada. Se habla de chantaje, de traición.
No es probable, pero puede que a partir de ahora, la prensa del corazón vislumbre nuevos horizontes con los músicos de pop. En tal caso, serviría para que estos se dieran cuenta de lo bien que se les ha tratado hasta la fecha.
Vacaciones en Roma
... largas colas, sobredosis de carbohidratos, más aglomeraciones...
... autobuses atestados, lluvia, vino, más aglomeraciones...
... sol, villancicos, amor, cumpleaños.
Los 40
Ya es oficial: soy cuarentón.
¿Qué se siente? Por ahora nada especial. Lo de "cuarentón" todavía no me ha caído encima como una losa, pero lo hará. De momento, y como desde hace algún tiempo, me siento relativamente fresco, fuerte y jovial. Mi aspecto físico no me produce excesiva grima. De hecho, ya me habría gustado estar así hace 15 años. Presiento que si en el futuro miro fotos mías actuales no me moriré de vergüenza.
Me da cierto vértigo pensar en los 40 como la mitad de una vida. Aunque acto seguido pienso que conseguir que los 40 sean la mitad de tu vida es para darse con un canto en los dientes. Supongo que en breve llegará la famosa crisis de los 40. No sé bien en qué consiste. Últimamente oigo mucho la frase "eres peor que los niños".
Mentalmente, empiezo a notar ligeros desajustes. A veces, cuando quiero decir "calor", digo "frío", que es justo lo contrario. Y me divierte: ¿por qué demonios la palabra que sale de mis labios es justo la opuesta a la que quiero decir? También me pasa con "tenedor" y "cuchillo", por ejemplo. Noto que soy cada vez más gruñón. Y, lo que me parece más grave: empiezo a ser consciente de que muchos de los que casualmente se cruzan conmigo me ven como un señor maduro. Con 40 ya no eres un chico.
PD: El 7 de diciembre también cumplen años Bertín Osborne y Tom Waits, prueba evidente de que los nacidos ese día somos auténticos purasangres.
Historias del gremio (IV)
Anoche sacrifiqué el concierto de Nouvelle Vague (música para turistas, según Vencido), por uno de esos actos socio-musicales en franca decadencia. Desde luego, ya nada es lo que era. Un famosísimo grupo español con chicarrona al frente invitaba a los medios afines (me declaro inocente) a una cena para celebrar que han vendido muchísimos discos.
La invitación, recibida días antes por correo electrónico, no tenía desperdicio. En una prosa anárquica y descabellada, el promocionero convocaba a "la gente que ha trabajado con ellos y les han apoyado" (curiosa manera de mezclar singular y plural), "sobretodo vosotros" (así, todo junto), prometía que no sería "un canapeteo" (me encanta el término), sino una cena con muy poca gente "sentados" (dato a tener en cuenta). El e-mail terminaba con una frase que disipó mis pocas dudas sobre mi asistencia: "No concebimos esta cena sin vuestra presencia".
Supongo que me estuvo bien empleado. Una vez allí, me di cuenta de que la cena "sentados" era realmente un auténtico "canapeteo" de pie, pero de los exiguos. Taquitos de queso del tamaño de un dado de parchís y elaboradísimos sorbetes de todas clases en minúsculos vasitos, que ingerías con la ayuda de una cuchara de plástico que difícilmente cabía en el vaso (y que te obligaba a tener las dos manos libres). Todo con austeridad, como no podía ser de otra forma en una industria menguante.
Mantuve un par de conversaciones interesantes con colegas del gremio, una de ellas sobre las virtudes del spinning. Con los chicos del grupo ni siquiera hablé (de hecho, nunca he cruzado una palabra con ellos) aunque parecen agradables.
Cuando llegué a casa tuve que prepararme una cena improvisada porque me moría de hambre. Y cené, entonces sí, "sentado".
Supongo que si alguien ajeno a la música lee esto, podrá pensar que quien está en franca decadencia es el periodista. Le invitan a cenar y encima se queja, el tío.
Pues puede que sí.
Disco de la semana: Antoine Forqueray, "Pièces de viole" (1747)
Llevo unos días escuchando de forma compulsiva la música de Antoine Forqueray.
Es un músico barroco, virtuoso de la viola. Lo descubrí la semana pasada. Confieso que uno de mis mayores vicios recientes es rastrear música desconocida usando los puntos de escucha que hay en la FNAC. Puedo pasarme horas pasando códigos de barras por el lector, intentando ansiosamente hallar música que me provoque un chispazo de emoción. Así he descubierto últimamente verdaderas joyas de música antigua y contemporánea (y así he tirado también unos cuantos euros en discos que luego, al escucharlos completos, me han defraudado).
Las piezas de viola de Forqueray podrían describirse como música celestial tocada por el diablo. De hecho, si de su gran rival de la viola Marin Marais se decía en aquella época que tocaba como un ángel, Forqueray se ganó fama de que tocaba como el demonio (estos días he estado escuchando también a Marais, de quien tengo un par de discos, y algo de cierto hay en ello). He leído que su vida fue tan impetuosa como su música: favorito de Luis XIV en la corte de Versalles, era engreído, antipático y millonario. A su esposa le hizo la vida imposible, hasta que, después de 13 años de litigios, ella consiguió el divorcio. Se dice que sus partituras eran tan difíciles de interpretar, que sólo él era capaz de hacerlo.
Cerramos los teléfonos
Enhorabuena, Mercedes Milá, por haber acuñado una expresión tan tonta. Cada vez que oigo eso de "cerramos los teléfonos" me viene a la mente la imagen de unos teléfonos abiertos, con los cables al aire. ¿No sería más coherente decir "colgamos los teléfonos", "cerramos las líneas" o simple y llanamente "dejamos de atender sus llamadas"?
El lenguaje televisivo no deja de aportar terminología absurda; absurda porque siempre hay una expresión igual de sencilla pero más apropiada. Una de mis favoritas, ya clásica, es la de "vamos a publicidad". Ahí la medalla hay que ponérsela a Emilio Aragón, cuando aún era Milikito, que en el "VIP Noche" de aquellos impagables primeros tiempos de Tele 5 soltaba continuamente aquello de "Dani, vamos a publicidad". Me irrita especialmente por dos cosas: en primer lugar, porque a mí me suena a jerga interna de la tele, como si se dijera "vamos a cabecera" o "vamos a separador"; y después, porque quien recurre a las muletillas es porque va en piloto automático y renuncia a la posibilidad de pensar en otra(s) frase(s) alternativa(s). Lo malo es que la frasecita ya ha traspasado fronteras de programas y canales y ahora todo el mundo "va" a publicidad...
Me acuerdo ahora también de ese penoso narrador de partidos de fútbol de Telemadrid, que invariablemente, cuando quedaban 5 minutos para el final del encuentro, pronunciaba la frase "al término del partido se quedan con el cine", siempre con las mismas palabras y en el mismo orden. (Por supuesto, no me tragaba todos los partidos, pero sí los del Atleti, y al menos en esos siempre caía; o nos tenía manía o es que lo decía siempre.) Qué frialdad, qué falta de imaginación, qué tristeza más grande.