Historias del gremio (I)

. 19/10/06

Los músicos... qué curioso gremio. Gente difícil.
Y entre el periodista y el músico, la industria discográfica. Una industria cuyo negocio consiste en grabar discos a los músicos e intentar que la gente los compre. Aparentemente sencillo, pero en los últimos años se les ha puesto muy cuesta arriba porque la gente no quiere comprar discos. Por eso, las discográficas decidieron comprimir el negocio, asociándose unas con otras, en un proceso que no ha terminado aún.
Como suele suceder en las fusiones de empresas, mucha gente se quedó fuera del juego. Muchos veteranos de la industria se vieron relegados y hoy sobreviven dando tumbos como freelances o simplemente se han cambiado de negocio, en busca de tranquilidad. Esta migración, a su vez, ha provocado más cambios, en especial un importante cambio en las formas. Aquellos veteranos que conocían perfectamente su trabajo y estaban sometidos a una presión relativa se caracterizaban, en su mayoría, por su trato exquisito y estilo elegante. Presionaban a su vez a los medios, lógicamente, para promocionar a sus artistas, pero lo hacían con argumentos (sabían de música) y cortesía. Eran tiempos de vacas gordas y derroche, en los que se organizaban grandes expediciones de periodistas a Nueva York, Los Ángeles, Londres o cualquier otra meca del rock a veces simplemente para ver un concierto. Todo el mundo estaba encantado.
Su puesto lo ocupan ahora jóvenes aprendices que, presionados por la escasez de ventas y obligados a ocuparse de un catálogo de artistas mucho mayor (por culpa de las fusiones), reaccionan con un feo estilo de vendedor agresivo. Por supuesto, hay de todo (incluso promocioneros de segunda generación que han heredado la elegancia de sus padres) pero impera la exigencia: tienen la necesidad de controlarlo todo, que nada se les escape de las manos, porque cualquier traspié es mortal. Por eso, el puente entre periodista y músico cada vez tiene más baches.
Esto es bastante molesto para el periodista, por lo menos para mí. Te hace perder mucho tiempo, y limita las posibilidades de hacer reportajes originales o entrevistas exhaustivas.
Pero hay que tomárselo con humor, después de todo. Es por ello que iré glosando aquí un anecdotario que tal vez sirva al profano para conocer por dentro las cloacas del apasionante mundo del rock and roll.