No me avergüenza confesarlo: hago spinning. Puede que algunos consideren que es poco rock and roll. Bueno, otros juegan al pádel (y no miro a nadie).
El spinning (lo aclaro porque no todo el mundo tiene por qué conocer la jerga de los gimnasios) es una actividad colectiva en la que te pones a pedalear encima de una bicicleta estática como un poseso, como si te persiguiera el diablo, hasta que expulsas hasta la última gota de sudor de tu cuerpo. La música es tremendamente importante, dado que dicta el ritmo del pedaleo.
Para mí, de hecho, la música es uno de los alicientes del spinning. Al principio pensaba que se limitaría a un techno barato sacado de un Ibiza Mix, pero me he encontrado con algunas sorpresas.
Cada monitor trae su propia música. Hay uno al que le traiciona su look: luce espesa melena y tatuajes. De modo que el primer día me sorprendí a mí mismo pedaleando al ritmo de Scorpions con la Filarmónica de Berlín. Debe de ser un heavy reciclado, y ha recibido con entusiasmo el giro estilístico de Dover: el otro día nos puso nada menos que tres temas del nuevo disco, incluida la balada "Dear McCartney" para los estiramientos del final.
Efecticamente, el dance cutre domina la escena, pero ayer mismo varios ciclistas soltamos una carcajada (risa floja, por el cansancio) cuando escuchamos los primeros acordes de un tema de Melendi. Tampoco nos hemos librado de El Canto del Loco.
Tengo que admitir que hay un tema dance que me gusta: lo canta una voz femenina y el estribillo dice "vamos a jugar en el sol/todos los días son días de fi-eée-sta". Me hace gracia cómo pronuncia "fiesta" y tiene cierto rollo ibicenco que me resulta balsámico en pleno esfuerzo.
Otro día tengo que hablar del look de los practicantes de spinning. Algunos calzan un uniforme más profesional que el de los que corren el Tour.
Música y 'spinning'
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26/10/06