Adiós, 2006. Hora de hacer balance. A continuación, una lista de lo mejor y lo menos bueno que ha producido la música este año.
ARTISTA MÁS IRRITANTE (MASCULINO)
Ok Go
ARTISTA MÁS IRRITANTE (FEMENINA)
Lily Allen, Fergie, Juliette Lewis (ex aequo)
MEJOR DISCO DE UN ARTISTA DE 70 AÑOS O MÁS
This old road, de Kris Kristofferson
MEJOR DISCO PÓSTUMO
American V: A hundred highways, de Johnny Cash
MEJOR DISCO DE COUNTRY
Nashville, de Solomon Burke
MEJOR CANCIÓN PARA BAILAR
“The skin of my yellow country teeth”
Clap Your Hands Say Yeah!
MEJOR BALADA ITALIANA
“Y estaba contentísimo”
Tiziano Ferro
CONCIERTAZO DEL AÑO
The Who en el Palacio de los Deportes de Madrid
MEJOR REAPARICIÓN
Neil Diamond
MEJOR VÍDEO MUSICAL
“A view from the afternoon”
Arctic Monkeys
(Director: W.I.Z.)
MEJOR DVD MUSICAL
Gram Parsons. Fallen Angel, de Gandulf Hennig
VÍDEO ESPAÑOL MÁS PRETENCIOSO E INSOPORTABLE
"A la primera persona", de Alejandro Sanz
(Director: Jaume de Laiguana)
SORPRESA DEL AÑO
Vetiver
OBSESIÓN DEL AÑO
Nuevo pop francés: Raphael, Camille, Da Silva
MEJOR LOOK
Marta Sánchez en el concierto de 40 Principales del Vicente Calderón
PEOR LOOK
“Los” Pereza
MEJOR ‘CANAPETEO’
Presentación aniversario 40 Principales (Museo de Arte Reina Sofía, Madrid)
Lo mejor (y lo menos bueno) de 2006
El pop se vuelve rosa (cont.)
Ya lo dije yo aquí.
Alejandro Sanz ha destapado la caja de los truenos.
Hoy asistimos al desarrollo de varias tramas cruzadas: el mayordomo traidor que es detenido; las declaraciones de Capi día sí, día también; las primeras imágenes de la madre del niño; la portada de Jaydy Mitchel en ¡Hola!...
Canción de la semana: Donovan, "Legend of a girl child called Linda" (1966)
Su obra maestra Sunshine superman (1966) no puede empezar mejor. Después de abrir fuego con el demoledor tema del mismo título, que mostraba un confiado salto al rock hippy, Donovan nos endosa este maravilloso cuento de hadas en la más pura tradición folk. El primer verso es para enmarcarlo: "Te traeré manzanas de oro y uvas hechas de rubíes". Aparentemente, está dedicada a Linda Lawrence, por entonces todavía novia de Brian Jones de los Stones; y no es de extrañar que con esta graciosa melodía Donovan se la llevara de calle (creo que Donovan y Linda siguen juntos; tienen dos hijos con los insuperables nombres de Astrella Celeste y Oriole Nebula). La letra es sublime, tiene la duración perfecta (casi 7 minutos) y unos intermezzos orquestales que, pese a haber envejecido mal, contribuyen a crear una atmósfera mágica.
Nostalgia de cuarentón
No ha sido fácil: la presentación tiene que ir acompañada de una buena anécdota personal, por lo que me ha llevado un buen rato elegir la canción adecuada. Por cerrar el espectro, me he centrado en la música con la que crecí: la de finales de los setenta.
Mientras hojeaba un cuadernillo con todas las listas de 40 de la historia, me daba cuenta de que prácticamente todos los números 1 de esos años eran, precisamente, las canciones que me gustaban: “Da ya think I’m sexy” de Rod Stewart; las canciones de Grease; las de Fiebre del sábado noche; el impresionante “Born to be alive” de Patrick Hernández; “Lady writer” de Dire Straits; incluso Abba o Boney M… (todas éstas son de 1978-79; ¡dios que viejo soy!).
En aquellos días yo tenía 11 o 12 años y, por descontado, carecía de presupuesto para discos o cualquier otra cosa que costase más que un sobre de cromos. Empecé grabándome canciones de la radio. Como no tenía radiocasete (no sé si es que no se había inventado o que, simplemente, yo no lo tenía), acercaba una grabadora a la radio y registraba de ese modo las canciones que me gustaban. Esto tenía un problema evidente: si alguien entraba en la habitación y hacía ruido, ese ruido se colaba en la grabación.
Algo después empecé a comprarme singles. Algunas de las canciones antes citadas cayeron como single. Era barato e infalible: conseguías “la canción”. Recuerdo que había cierto desajuste temporal: en no pocas ocasiones en las tiendas me decían que el single que buscaba todavía no había salido, aun cuando llevaba sonando en la radio semanas, lo cual me daba mucha rabia.
Inmediatamente después pasé al LP.
La canción que finalmente he elegido para el programa es “Too much heaven”, de los Bee Gees (1979). ¿La razón? El LP en que estaba incluida, Spirits having flown, fue (si no me falla la memoria) el primer LP que me compré. Recuerdo incluso dónde: en una pequeña tienda de la calle Gaztambide, en el barrio de Argüelles (mis abuelos vivían a 50 metros), que no sé si sigue abierta. Me acuerdo de que compré dos discos, pero del otro no estoy seguro del todo; probablemente fue un LP de un grupo de rockabilly muy divertido que se llamaba Rocky Sharpe & the Replays.
Los chavales de entonces habíamos descubierto a los Bee Gees el año antes: eran quienes cantaban las canciones de la película Fiebre del sábado noche. El mundo de las discotecas nos parecía lejano, misterioso y fascinante. Y además, en esa banda sonora había temas formidables. De manera que cuando los Bee Gees sacaron su siguiente disco, ampliamente difundido por la radio, me hice con un ejemplar.
En esos tiempos, los chavales de 12 años nos gastábamos la paga en discos, fíjense qué cosa. Los escuchábamos del tirón, con la única pausa necesaria para poner la cara B, mientras mirábamos hipnotizados la portada, la contraportada y las fotos interiores. Para aquellos críos, los discos eran un tesoro. Tanto, que los conservamos como oro en paño durante el resto de nuestras vidas.
Me habría gustado hablar de Rod Stewart y su “Da ya think I’m sexy”, pero no tienen el vídeo. La anécdota es mejor. Rod Stewart tenía un look deslumbrante: su pelo rubio platino era lo más moderno que había visto en mi vida. En 1979 la tele todavía se veía en blanco y negro, por lo menos en mi casa, y curiosamente mis abuelos tuvieron una tele en color antes que mis padres. Así que un día que estaban emitiendo una actuación de Rod Stewart llamé a mis abuelos para preguntarles de qué color tenía realmente el pelo. Cosas de críos. Y mi abuelo, sin prestarme mucho caso, sin entender mucho la pregunta, me dijo: “Pues… azul… o rojo…”. Yo me quedé alucinado porque Rod Stewart tenía el pelo tan rubio que era casi blanco, y estuve dándole vueltas al asunto un buen rato hasta que resolví que era el color de los focos del escenario el que se reflejaba en su pelo, dándole esas tonalidades.
El pop se vuelve rosa
Los músicos siempre se quejan, pero en España los artistas de pop han sido tradicionalmente respetados por la prensa, incluida la rosa. Cierto es que esto se debe, en parte, a que la música importa bien poco en nuestro país. En otros lugares con mayor cultura musical las celebridades más prominentes son, precisamente, los músicos. Echen un vistazo a cualquier ejemplar del Hello!: la mayoría de las páginas están monopolizadas por Rod Stewart y sus hijas, James Blunt y sus novias, Paul McCartney, Elton John...
También hay otro factor determinante, y es que el auge actual de la prensa del corazón coincide con el momento más bajo de la música. Años atrás, cuando la música interesaba un poco más y la gente cometía la osadía de entrar en las tiendas de discos (para comprar), habríamos tenido titulares de primera. Pero la apisonadora rosa no estaba tan perfectamente engrasada como ahora. De lo contrario, Nacho Cano, Antonio Flores, Miguel Bosé o Alejandro Sanz habrían ganado puntos suficientes como para tener una sección fija en los medios del género.
Ayer, día 12, por la tarde, Alejandro Sanz envió un sorprendente comunicado a los medios en el que anunciaba que es padre de un niño de tres años, fruto de una relación extramatrimonial. Posteriormente, he podido saber que el mundillo del corazón andaba cocinando la noticia, y que incluso una agencia (Korpa) había conseguido la exclusiva del nombre de la madre. Aparentemente, el comunicado de Alejandro pretendía adelantarse a los acontecimientos; dar una explicación (que nadie le ha pedido) y zanjar el asunto.
Creo que Alejandro Sanz se ha equivocado. No es la primera vez que se habla de él en semejantes foros (¿recuerdan aquella leyenda urbana que tenía que ver con una fiesta que acababa en urgencias?), y hasta ahora se había mantenido sabiamente al margen. Esta vez, en cambio, ha entrado al trapo. Además, para quienes ignorábamos el rumor, el comunicado ha supuesto una auténtica conmoción: ¿a qué viene esto? ¿Alejandro Sanz se ha convertido en una agencia de noticias de su propia vida?
El hecho de que Alejandro Sanz haga estas declaraciones es ya, de por sí, otra noticia, con lo que la prensa rosa tiene dos noticias. La desconocida paternidad pasa a un segundo plano: ahora se especula con qué oscuras razones han llevado al cantante a pronunciarse sobre su vida privada. Se habla de chantaje, de traición.
No es probable, pero puede que a partir de ahora, la prensa del corazón vislumbre nuevos horizontes con los músicos de pop. En tal caso, serviría para que estos se dieran cuenta de lo bien que se les ha tratado hasta la fecha.
Vacaciones en Roma
... largas colas, sobredosis de carbohidratos, más aglomeraciones...
... autobuses atestados, lluvia, vino, más aglomeraciones...
... sol, villancicos, amor, cumpleaños.
Los 40
Ya es oficial: soy cuarentón.
¿Qué se siente? Por ahora nada especial. Lo de "cuarentón" todavía no me ha caído encima como una losa, pero lo hará. De momento, y como desde hace algún tiempo, me siento relativamente fresco, fuerte y jovial. Mi aspecto físico no me produce excesiva grima. De hecho, ya me habría gustado estar así hace 15 años. Presiento que si en el futuro miro fotos mías actuales no me moriré de vergüenza.
Me da cierto vértigo pensar en los 40 como la mitad de una vida. Aunque acto seguido pienso que conseguir que los 40 sean la mitad de tu vida es para darse con un canto en los dientes. Supongo que en breve llegará la famosa crisis de los 40. No sé bien en qué consiste. Últimamente oigo mucho la frase "eres peor que los niños".
Mentalmente, empiezo a notar ligeros desajustes. A veces, cuando quiero decir "calor", digo "frío", que es justo lo contrario. Y me divierte: ¿por qué demonios la palabra que sale de mis labios es justo la opuesta a la que quiero decir? También me pasa con "tenedor" y "cuchillo", por ejemplo. Noto que soy cada vez más gruñón. Y, lo que me parece más grave: empiezo a ser consciente de que muchos de los que casualmente se cruzan conmigo me ven como un señor maduro. Con 40 ya no eres un chico.
PD: El 7 de diciembre también cumplen años Bertín Osborne y Tom Waits, prueba evidente de que los nacidos ese día somos auténticos purasangres.
Historias del gremio (IV)
Anoche sacrifiqué el concierto de Nouvelle Vague (música para turistas, según Vencido), por uno de esos actos socio-musicales en franca decadencia. Desde luego, ya nada es lo que era. Un famosísimo grupo español con chicarrona al frente invitaba a los medios afines (me declaro inocente) a una cena para celebrar que han vendido muchísimos discos.
La invitación, recibida días antes por correo electrónico, no tenía desperdicio. En una prosa anárquica y descabellada, el promocionero convocaba a "la gente que ha trabajado con ellos y les han apoyado" (curiosa manera de mezclar singular y plural), "sobretodo vosotros" (así, todo junto), prometía que no sería "un canapeteo" (me encanta el término), sino una cena con muy poca gente "sentados" (dato a tener en cuenta). El e-mail terminaba con una frase que disipó mis pocas dudas sobre mi asistencia: "No concebimos esta cena sin vuestra presencia".
Supongo que me estuvo bien empleado. Una vez allí, me di cuenta de que la cena "sentados" era realmente un auténtico "canapeteo" de pie, pero de los exiguos. Taquitos de queso del tamaño de un dado de parchís y elaboradísimos sorbetes de todas clases en minúsculos vasitos, que ingerías con la ayuda de una cuchara de plástico que difícilmente cabía en el vaso (y que te obligaba a tener las dos manos libres). Todo con austeridad, como no podía ser de otra forma en una industria menguante.
Mantuve un par de conversaciones interesantes con colegas del gremio, una de ellas sobre las virtudes del spinning. Con los chicos del grupo ni siquiera hablé (de hecho, nunca he cruzado una palabra con ellos) aunque parecen agradables.
Cuando llegué a casa tuve que prepararme una cena improvisada porque me moría de hambre. Y cené, entonces sí, "sentado".
Supongo que si alguien ajeno a la música lee esto, podrá pensar que quien está en franca decadencia es el periodista. Le invitan a cenar y encima se queja, el tío.
Pues puede que sí.
Disco de la semana: Antoine Forqueray, "Pièces de viole" (1747)
Llevo unos días escuchando de forma compulsiva la música de Antoine Forqueray.
Es un músico barroco, virtuoso de la viola. Lo descubrí la semana pasada. Confieso que uno de mis mayores vicios recientes es rastrear música desconocida usando los puntos de escucha que hay en la FNAC. Puedo pasarme horas pasando códigos de barras por el lector, intentando ansiosamente hallar música que me provoque un chispazo de emoción. Así he descubierto últimamente verdaderas joyas de música antigua y contemporánea (y así he tirado también unos cuantos euros en discos que luego, al escucharlos completos, me han defraudado).
Las piezas de viola de Forqueray podrían describirse como música celestial tocada por el diablo. De hecho, si de su gran rival de la viola Marin Marais se decía en aquella época que tocaba como un ángel, Forqueray se ganó fama de que tocaba como el demonio (estos días he estado escuchando también a Marais, de quien tengo un par de discos, y algo de cierto hay en ello). He leído que su vida fue tan impetuosa como su música: favorito de Luis XIV en la corte de Versalles, era engreído, antipático y millonario. A su esposa le hizo la vida imposible, hasta que, después de 13 años de litigios, ella consiguió el divorcio. Se dice que sus partituras eran tan difíciles de interpretar, que sólo él era capaz de hacerlo.
Cerramos los teléfonos
Enhorabuena, Mercedes Milá, por haber acuñado una expresión tan tonta. Cada vez que oigo eso de "cerramos los teléfonos" me viene a la mente la imagen de unos teléfonos abiertos, con los cables al aire. ¿No sería más coherente decir "colgamos los teléfonos", "cerramos las líneas" o simple y llanamente "dejamos de atender sus llamadas"?
El lenguaje televisivo no deja de aportar terminología absurda; absurda porque siempre hay una expresión igual de sencilla pero más apropiada. Una de mis favoritas, ya clásica, es la de "vamos a publicidad". Ahí la medalla hay que ponérsela a Emilio Aragón, cuando aún era Milikito, que en el "VIP Noche" de aquellos impagables primeros tiempos de Tele 5 soltaba continuamente aquello de "Dani, vamos a publicidad". Me irrita especialmente por dos cosas: en primer lugar, porque a mí me suena a jerga interna de la tele, como si se dijera "vamos a cabecera" o "vamos a separador"; y después, porque quien recurre a las muletillas es porque va en piloto automático y renuncia a la posibilidad de pensar en otra(s) frase(s) alternativa(s). Lo malo es que la frasecita ya ha traspasado fronteras de programas y canales y ahora todo el mundo "va" a publicidad...
Me acuerdo ahora también de ese penoso narrador de partidos de fútbol de Telemadrid, que invariablemente, cuando quedaban 5 minutos para el final del encuentro, pronunciaba la frase "al término del partido se quedan con el cine", siempre con las mismas palabras y en el mismo orden. (Por supuesto, no me tragaba todos los partidos, pero sí los del Atleti, y al menos en esos siempre caía; o nos tenía manía o es que lo decía siempre.) Qué frialdad, qué falta de imaginación, qué tristeza más grande.
Atleti-Real Sociedad: la vida sigue igual
El sábado volví al Calderón para ver al Atleti. Cayeron en mis manos dos invitaciones y aunque previsiblemente era el peor partido de la temporada (contra el colista, amenazando lluvia y retransmitido por televisión), decidí asistir. Hacía años que no iba.
Poco que comentar. Los atléticos sabíamos de antemano que cuando otro equipo atraviesa una mala racha y llega al Calderón, nosotros le brindamos una terapia curativa gratuita. La Real, que no ha ganado todavía ni un solo partido de Liga, a punto estuvo de llevarse los 3 puntos de nuestro estadio. Y si no lo hizo fue porque tuvieron la mala suerte de encajar un autogol en una jugada tonta. Ni siquiera fuimos capaces de hacer un gol al colista jugando en casa.
Puedes ausentarte durante años de este estadio, pero cuando regresas compruebas que nada ha cambiado.
Despega como puedas
Ahora mismo debería estar sentado en una butaca del Teatre Musical de Barcelona estrenando un bonito traje negro y una estupenda corbata plateada, y presenciando in situ la gala de los Premios Ondas 2006, y sin embargo estoy en mi casa, con el pijama puesto, una copa de vino y escuchando el apacible disco de Madeleine Peyroux.
De hecho, este post tenía que haber sido distinto. Me apetecía contar desde mi punto de vista esta edición de los Ondas, premios a los que por primera vez me habían invitado (me hacía ilusión, después de 16 años trabajando en esa casa). Un post con un poco de música, glamour y un toque de petardeo. Sin embargo, la cosa se ha torcido. Y no sólo para mí, sino para un grupo bastante numeroso de invitados, entre ellos importantes artistas que iban a subir al escenario a recoger un premio, y que como yo, estarán ahora en sus casas con el pijama puesto y con la cabeza bastante descolocada.
Esta es la cronología de los hechos. No es una crítica ni un reproche ni una queja. En todo caso, es una fotografía de cómo sigue funcionando el sistema de transportes en este país. Pero no deja de ser una batallita de aeropuerto como otra cualquiera. Si lo cuento es porque, en el fondo, qué narices, ha sido divertido.
14:30h. Llego al aeropuerto de Barajas, hecho un pincel. Recojo mi tarjeta de embarque y me siento a picar algo ligero. Voy con tiempo: la hora de embarque es las 16:15. Luego tranquilamente me tomo un café.
15:45h. Me acerco a la puerta de embarque D60 y ya hay ambientillo. Acabo sentado en torno a una mesa donde están, entre otros, Miguel Ríos (premiado) y el productor Carlos Narea. Momentazo mítico porque ambos hicieron, entre otras cosas, el histórico Rock & Ríos. Fluyen las anécdotas. El legendario Miguel Ríos rememora su paseo triunfal por Estados Unidos y Canadá cuando sacó el “Himno a la alegría”. Una delicia escuchar al gran maestro evocando sus días de gloria.
16:15h. Hora de embarcar, sí, pero parece que hay demora. De momento nos mandan a otra puerta de embarque, la C46, a unos 10 minutos andando de donde estábamos. El grupo entero, todos los pasajeros del vuelo, todos invitados a la gala (todos de punta en blanco), se congrega de pie frente a la nueva puerta, pero el tiempo pasa y no hay signo de que nos llamen para embarcar. En un momento dado, anuncian que el vuelo se retrasa hasta las 18:00.
17:10h. Todavía permanecemos un rato más de pie frente a la puerta, hasta que, en un alarde de sensatez, propongo que nos sentemos en alguna cafetería a tomar algo, idea que es secundada por media docena de conocidos. Localizamos un bar y pedimos algo. Previendo que la tarde va a ser larga, me inclino por un pacharán.
17:45h. La cosa ya pasa de castaño a oscuro, y surge la incertidumbre. ¿Y si han llamado para embarcar y nosotros, aquí, no nos hemos enterado? Yo estoy tan ricamente con mi pacharán, pero me lo tengo que acabar de un trago porque algunos, presa de los nervios, quieren regresar. En ese instante llega más gente, directamente desde la puerta de embarque: allí no hay movimiento, nos informan. Pese a todo, nos dirigimos para allá y reanudamos la espera, de pie, frente a la puerta C46.
18:00h. Llevo ya tres horas y media en el aeropuerto. Lo tienen calculado, porque justo a la hora anunciada de la salida, por los altavoces informan de que por problemas “técnicos” el embarque no se efectuará hasta las 18:15 y la salida, no antes de las 18:30. Empezamos a ser conscientes de la gravedad de la situación. Vamos a una importante gala. Entre nosotros hay grandísimos artistas que acuden a recoger un premio. Y lo más inquietante: el inicio de la gala está anunciado a las 19:30. En una hora no nos da tiempo a despegar, aterrizar en Barcelona y cruzar la ciudad hasta llegar al Teatre Musical. Esto no puede estar pasando. Además, lo de los problemas “técnicos” da mala espina.
18:45h. Nos dicen que podemos subir al avión. Para entonces ya algunos, indignados, se han ido a sus casas. Hacemos cola. Para colmo, no podemos acceder directamente al aparato por un finger: hay que coger un autobús. Alguien, a punto de poner el pie en el bus, decide que se da la vuelta. Tras el paseo de rigor por las pistas, nos dejan al lado de un avión pintado con el logotipo de una compañía que no conocía pero que no olvidaré, cuyo extraño nombre acentúa la sensación de surrealismo: GirJet.
19:00h. Bien, hemos tenido que esperar cuatro horas y media pero ya estamos sentados, con el cinturón de seguridad abrochado. Además, me he cogido un buen sitio, en la salida de emergencia, y puedo estirar las piernas. El ambiente ya es de cachondeo absoluto. La tripulación nos sigue el rollo. Pero, ay, detectamos que un grupo de técnicos con chaleco verde fluorescente corre arriba y abajo por el pasillo. Ni siquiera se han cerrado las puertas todavía. Raro es.
19:20h. La persona que está sentada a mi lado dice, “Anda, mira, se ha apagado la luz de abróchense el cinturón”. No es casualidad. Cinco segundos después habla el comandante. Los inspectores técnicos no dan su visto bueno y, en esas condiciones, no podemos volar. Nos ruegan que bajemos del avión. Todo parece indicar que se ha acabado la historia, pero tampoco estamos completamente seguros.
19:30h. Después de otro tour por las pistas a bordo del mismo incómodo autobús, nos depositan en una sala de llegadas. Nadie nos dice nada. Aun así, tenemos el aguante de permanecer allí como unos 10 minutos más, esperando no se sabe qué, hasta que la gente empieza a desfilar hacia la salida. Oigo que algunos buscan otro vuelo en otra terminal. Absurdo: en todo caso llegarían para cenar después de la gala y coger otro avión de vuelta. Miguel Ríos y Carlos Narea se despiden con elegancia. Fin.
19:40h. Epílogo: me subo a un taxi, y el taxista, con cara de cenutrio, tuerce el gesto cuando comprueba que no llevo equipaje. Pero cuando le digo el destino (30 euros la carrera) se le ilumina el rostro (ese otro gremio). Llego a casa aturdido. Sin quitarme el traje llamo a gente para desahogarme. Mi querida gatita Kora quiere treparme por el hombro y casi me engancha la chaqueta que he estrenado para pasar toda una tarde en un aeropuerto. Me pongo cómodo, me sirvo una copita de vino y elijo un disco que me ayude a digerir la situación.
Historias del gremio (III)
En la primera edición de "Historias del gremio" comentaba cómo, sorprendentemente, la difícil situación que atraviesan las discográficas no ha hecho que anden detrás de los medios "suplicando" páginas de revistas y minutos en televisión, sino que en muchas ocasiones sucede todo lo contrario. La desesperación ha derivado en la estupidez y la desfachatez más absolutas.
El popular dúo de pseudo rock and roll español, apóstoles del colegueo y el buenrollismo, tiene problemas para comentar en una entrevista las preguntas que el periodista les plantea acerca de algunas noticias musicales del año (por estas fechas toca hacer balance informativo). Al menos eso dice su mánager, aunque cuando el periodista les propone el juego, ellos aceptan. Curiosamente ese mismo medio les ha tratado siempre como reyes, como a artistas importantes, a pesar de que su nivel de ventas (y de credibilidad) es embarazosamente discreto. Su mánager protesta ante tal invasión de su intimidad (¡dios, les han preguntado por el fenómeno MySpace! ¡sacrilegio!), y telefonea a la promocionera de turno (nunca un nombre tan feo hizo honor a lo que representa), que no está presente en la escena. Ésta, a su vez, echa la bronca al periodista por teléfono, indignada por el hecho de que nadie le hubiera avisado de que se le iban a hacer estas preguntas, a todas luces capciosas y malintencionadas.
Pero es que esta misma promocionera había protagonizado el mismo numerito apenas una semana antes, cuando otro periodista del mismo medio planteó otra tanda de preguntas sobre noticias musicales del año (tres preguntas, no más) a otra buenrollista, hippy-flamenca-chill out. Según me cuenta el periodista, la cantante respondió a las tres preguntas de buena gana; según la versión de la promocionera, la cantante se quejó al término de la entrevista. Afortunadamente, me creo la versión del periodista, lo que deja en mucho mejor lugar a la cantante y en una pésima posición a estas publicistas que se erigen en defensoras y protectoras de la integridad de sus artistas.
Un Lennon de andar por casa
Acabo de terminar el libro John, de Cynthia Lennon, publicado el año pasado en Inglaterra y presentado en España hace poco más de un mes dentro de la siempre jugosa colección Ma Non Troppo de la editorial Robin Book.
Quien espere encontrar una meticulosa biografía del ex Beatle, se llevará una notable decepción. John no es un exhaustivo itinerario por la obra de Lennon aderezado con toneladas de datos y fechas, sino más bien la biografía de una pareja: la formada por el músico y su primera esposa (y autora del libro). Cynthia Powell arroja luz sobre el Lennon menos conocido: el Lennon de puertas para adentro, el Lennon novio, marido y padre. El texto es una historia de amor con final infeliz, que indaga deliciosamente en cómo digiere el joven Lennon el paso del anonimato al estrellato, cómo resuelve sus conflictos afectivos y cómo da la espalda a los problemas con una facilidad pasmosa. Cynthia escribe con una prosa simple y cálida, evocando momentos clave como los conciertos en The Cavern, los viajes a Hamburgo o la propia historia de Brian Epstein, pero no rehuye los episodios más oscuros, como cuando John le pegó al principio de su relación o su relación recreativa con las drogas (en especial, el LSD).
La autora se esfuerza en dejar claro que hay un Lennon antes de Yoko Ono y un Lennon después de Yoko Ono. Para Cynthia, la artista japonesa es un personaje siniestro, que arranca al músico de sus raíces (de su familia y de los otros Beatles) y lo manipula hasta convertirlo en un hombre demacrado, excéntrico y, paradójicamente, comprometido socialmente hasta límites, según su primera esposa, ridículos. Como pregunta un pequeño Julian, aparentemente desatendido por John, a su madre en una de las frases más impactantes del libro: "Papá siempre está diciendo al mundo que se quieran unos a otros, pero ¿por qué no es capaz de amarme a mí?"
La ultimísimas líneas del libro resumen perfectamente el tono: "Si hubiera sabido, cuando era joven, lo que acarrearía enamorarme de John Lennon", reflexiona Cynthia, "me habría dado media vuelta y me habría alejado".
El vino es bueno para la salud... también de las vacas
Leído en la web de El Mundo:
"Una empresa de cría bovina australiana ha decidido acompañar el pienso de su ganados con una buena rociada de vino tinto, con el fin de mejorar la calidad de la carne, siguiendo los consejos de un chef japonés. El chef Akio Yamamoto le sugirió al ganadero John McLeod que echase vino tinto al pienso de su ganado, imitando a los productores japoneses del célebre buey 'wagyu' (o de Kobe), al que se alimenta con cerveza y se cuida con música y con masajes.
"La dosis es de un litro de tinto (Hayshed Hill's Pitchfork, un 'afrutado' ensamblaje syrah-cabernet sauvignon-merlot de Alexander Bridge) todos los días durante un mes, según indicó al 'Sydney Morning Herald' el propio McLeod, ganadero de la zona vitivinícola de Margaret River, en el suroeste de Australia. Según éste, esa cantidad no es suficiente para emborrachar a los bovinos, pero sí para estimular su apetito y desestresarlos."
... Sólo de pensar cómo debe de estar el solomillo al syrah-sauvignon-merlot, se me hace la boca agua.
El rap sí vende
Ha sido por una escasa diferencia, la cifra despachada es discreta (7.093 copias, concretamente) y no hay duda de que la semana que viene serán destronados por Alejandro Sanz... pero Violadores del Verso son esta semana nº1 de ventas en este país (desbancando además a Bisbal y superando a la "encantadora" Malú).
Todo un hito que refleja una realidad ya incuestionable. ¡Enhorabuena!
Algunas canciones sobre el vino
Ahí van algunas canciones sobre el néctar de Baco.
La gran mayoría están sacadas de una lista que encontré en Internet (obviamente suelo matar el tiempo con cosas más edificantes), y yo simplemente la he completado con algunos títulos que no figuraban y varios temas de artistas españoles.
Un rápido análisis detecta que prácticamente todos los grandes artistas han sucumbido a la tentación de grabar una canción sobre el vino, desde los Rolling Stones, Woody Guthrie, Paul Anka y Jerry Lee Lewis a los Who, The Band o Elton John. Hay temas sobre el vino en el heavy (Def Leppard, Whitesnake, Paul Gilbert) y el hip hop (N.W.A.), pero es la música de raíz la más cautivada por el caldo de la uva, con numerosos adeptos entre el country (Merle Haggard, George Jones, George Strait, Emmylou Harris...) y la copla española (Lola Flores, Rafael Farina, Juanito Valderrama, Manolo Escobar). Como curiosidad, Mikel Erenxtun le ha dedicado dos canciones, una con Duncan Dhu y otra en solitario (no es el único que repite). Como se verá, también hay temas sobre el champagne, que no deja de ser un vino espumoso. Por descontado, seguro que faltan cosas, de modo que cualquier sugerencia para engrosar la lista será recibida con alborozo.
1. "A little more wine" de Savoy Brown
2. "A steel guitar and a glass of wine" de Paul Anka
3. "Al pan, pan y al vino, vino" de Chayanne
4. "Alligator wine" de Screamin' Jay Hawkins
5. "Bitter wine" de Bon Jovi
6. "Blood red wine" de los Rolling Stones
7. "Bottle of red wine" de Eric Clapton/Derek and the Dominoes
8. "Bottle of wine" de Tom Paxton
9. "Camarero champagne" de Luis Aguilé
10. "Champagne" de Mikel Erentxun
11. "Champagne" de Marc Almond
12. "Champagne" de 311
13. "Champagne" de Paul Gilbert
14. "Champagne Supernova" de Oasis
15. "Chanel, cocaína y Dom Perignon" de Loquillo y los Trogloditas
16. "Cherry red wine" de Jonny Lang
17. "Copa de vino" de Lola Flores
18. "Copa rota" de Los Rodríguez
19. "Dame vino" de Girasoules
20. "Days of wine & roses" de Henry Mancini
21. "Días de vino y rosas" de Revólver
22. "Días de vino y rosas" de Babylon Chat
23. "Días de vino y rosas" de El Compromiso
24. "Don’t drink that wine" de N.W.A.
25. "Drinking champagne" de George Strait y Cal Smith
26. "Drinking wine spo-dee-o-dee" de Jerry Lee Lewis y de Stick McGhee
27. "El vino" de El Pechuga
28. "El vino y el pescao" del G5 (supergrupo de Kiko Veneno)
29. "Elderberry wine" de Elton John
30. "Fiesta y vino" de Duncan Dhu
31. "From the vine came the grape" de The Gaylords
32. "Gimme that wine" de Lambert, Hendricks & Ross (con versiones de Georgie Fame y Blood, Sweat & Tears)
33. "God of wine" de Third Eye Blind
34. "Harvest wine" de Electric Flag
35. "Hasta el vino de la copa" de Juanito Valderrama
36. "Honey and wine" de los Hollies
37. "Honk tonk wine" de Jerry Lee Lewis
38. "I buy the wine" de Merle Haggard
39. "Kisses sweeter than wine" de los Weavers
40. "Lilac wine" de Nina Simone (también por Jeff Buckley)
41. "Lips of wine" de Andy Williams
42. "Little ole wine drinking me" de Dean Martin
43. "Marcelino, coca y vino" de Síndrome de Abstinencia
44. "Me and my wine" de Def Leppard
45. "Mexican wine" de Fountains of Wayne
46. "Mujeres y vino" de Manolo Escobar
47. "Old dogs, children and watermelon wine" de Tom T. Hall
48. "Old red wine" de The Who
49. "¿Quién se ha tomado todo el vino?" de Juan Carlos Jiménez
50. "Red wine" de Woody Guthrie
51. "Red wine & whisky" de Katrina & the Waves
52. "Red, red wine" de Neil Diamond (popularizada por UB40 entre otros)
53. "Red, red wine" de los Replacements
54. "Sangria wine" de Jerry Jeff Walker
55. "Sin vino no se anda el camino" de Paco Bello
56. "Slow wine" de Tony Toni Toné
57. "Sip of wine" de Barclay James Harvest
58. "Sip the wine" de Rick Danko
59. "Soy un truhán soy un señor" de Julio Iglesias (aportación de Kankoat)
60. "Spill the wine" de War
61. "Strawberry wine" de The Band
62. "Strawberry wine" de Ryan Adams
63. "Strawberry wine" de My Bloody Valentine
64. "Strawberry wine" de las Dixie Chicks
65. "Strawberry wine" de Pat Benatar
66. "Strawberry wine" de Deana Carter
67. "Summer wine" de Nancy Sinatra (y versiones de Demis Roussos, Evan Dando y the Corrs)
68. "Sweet cherry wine" de Tommy James and the Shondells
69. "Sweet was the wine" de The Marcels
70. "Sweet wine" de Cream
71. "Trae más vino" de Ciencias Naturales
72. "Two more bottles of wine" de Delbert McClinton (también por Emmylou Harris)
73. "Un cielo color vino" de 091
74. "Un sorbito de champagne" de Los Brincos
75. "Unhand that wine!" de Lambert, Hendricks, and Ross
76. "Valium y champagne" de Distrito 14
77. "Vino amargo" de Rafael Farina
78. "Vino blanco" de los Especialistas
79. "Vino dulce" de El Último de la Fila
80. "Vino en la jarra" de Dinamita pa los Pollos
81. "Vino griego" de José Vélez (sugerido por Vencido)
82. "Vino tinto" de Estopa
83. "Warm red wine" de Bob Wills
84. "Wine" de Electric Flag
85. "Wine and roses" de John Fahey
86. "Wine and women" de los Bee Gees
87. "Wine colored roses" de George Jones
88. "Wine do yer stuff" de Commander Cody
89. "Wine into water" de T. Graham Brown
90. "Wine me up" de Faron Young
91. "Wine o' wine" de West Side Wayne
92. "Wine song" de Youngbloods
93. "Wine stained lips" de Catch 22
94. "Wine, wine, wine" de Champion Jack Dupree o Rick Shelton
95. "Wine, women an' song" de Whitesnake
96. "Wine, women and song" de Loretta Lynn
97. "Wine woogie" de Marvin Phillips
98. "The wino and I know" de Jimmy Buffett
99. "Yesterday's wine" de Merle Haggard
El mercadillo de Alejandro Sanz
Hacía tiempo que no iba a una rueda de prensa, y si me dejé caer por la de Alejandro Sanz no fue porque a nadie le importara mi presencia ni porque a mí me interesara especialmente asistir. Sí sentía curiosidad por la miniactuación que ofrecería horas más tarde, de modo que pensé que acercarme con un par de horas de antelación y husmear en la rueda de prensa sería un buen plan para escapar de la rutina de un lunes.
No sé lo que se contará por ahí, pero sin lugar a dudas la sustancia del evento no estuvo en lo que dijo el cantante (previsible, aburrido, comedido), sino en la rueda de prensa en sí misma.
Puede que me pillara desentrenado, pero el evento fue todo un ejemplo de cómo ha cambiado la televisión. La figura del reportero intrépido e ingenioso ha calado hondo, y hoy no hay canal nacional, regional o local que no tenga en su nómina a un notas que acude a este tipo de actos con el objetivo de ser más original que nadie. Una réplica de reportero "caiga quien caiga" provisto de su particular versión de unas gafas de sol listas para regalar.
Todo empezó cuando una reportera de Mallorca se puso en pie para entregarle a Alejandro Sanz una ensaimada. Justo a continuación, una señora de unos 60 años, que dijo venir de un medio gaditano, le obsequió con una tortilla de camarones. Y eso fue sólo el principio, porque durante la hora que duró la rueda de prensa otros reyes magos del periodismo agasajaron al cantante con una cámara de fotos, una invitación para comer fideuá en Gandía, unas camisetas para él y para su niña y un colgante con una piedra volcánica de Canarias. Y una reportera de Cuatro le pidió que le hiciera una carrera en las medias, petición que fue atendida por el músico.
Al final, la rueda de prensa quedó transformada en un mercadillo, donde, a fuerza de copiarse unos a otros, la única originalidad vino de quien le planteó al cantante una pregunta "normal".
Las mejores canciones de la historia
Ahora que ya está en la calle el número especial de Rolling Stone con el resultado de la encuesta de las mejores canciones de la historia del rock español, es un buen momento para comentar mis votos. Revisándolos ahora tal vez cambiaría alguna cosa, pero esto es lo que voté, guiado por la intención de puntuar a representantes de todas las tendencias (nueva ola, flamenco-rock, cantautores, rock urbano, indie, etc.) y todas las épocas.
(El reparto de puntos era el requerido por la revista a todos los votantes.)
Miguel Ríos, "Himno a la alegría", 7 puntos.
Los Brincos, "Mejor", 5 pts.
Héroes del Silencio, "Entre dos tierras", 5 pts.
Amaral, "Cómo hablar", 5 pts.
Los Bravos, "Black is black", 3 pts.
Cucharada, "Social peligrosidad", 3 pts.
Leño, "Maneras de vivir", 3 pts.
Triana, "Una historia", 3 pts.
Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, "Sólo pienso en ti", 3 pts.
Módulos, "Todo tiene su fin", 2 pts.
Joaquín Sabina, "Y nos dieron las 10", 2 pts.
Ramoncín, "Hormigón, mujeres y alcohol", 2 pts.
Los Secretos, "Déjame", 2 pts.
Nacha Pop, "Chica de ayer", 2 pts.
Alaska y los Pegamoides, "Bailando", 1 pto.
Los Planetas, "Qué puedo hacer", 1 pto.
Radio Futura, "Veneno en la piel", 1 pto.
Los Rodríguez, "Sin documentos", 1 pto.
Luz, "No me importa nada", 1 pto.
Joan Manuel Serrat, "Mediterráneo", 1 pto.
Tequila, "Necesito un trago", 1 pto.
Asfalto, "Rocinante", 1 pto.
Enrique Urquijo y los Problemas, "Aunque tú no lo sepas", 1 pto.
Me parece que son unos votos por supuesto discutibles, pero bastante equilibrados. Ahora bien, comparando con los resultados de la encuesta veo que me he alejado bastante de la tendencia general. Baste una observación: el "Himno a la alegría" de Miguel Ríos sale en el puesto 113... Debe de ser que sólo lo voté yo.
Comer y beber en Pamplona
Este fin de semana estuve en Pamplona. Una buena ocasión para dar gusto al paladar.
Comí en un sitio que no recomiendo: se llama Casa Otano y está en la calle San Nicolás, 5, en el primer piso. La comida no está mal, pero me pareció pretencioso y, desde luego, el servicio tuvo algunos detalles imperdonables. Aparte de la asumida brusquedad regional iban como estresados, discutían entre ellos y eran de los que no te sirven el plato: te lo arrojan. Por si fuera poco, no retiran los cubiertos después del primer plato, cosa que me parece tan inconcebible en un restaurante de esas características como si te obligaran a usar un mismo plato para toda la comida. Justo al lado hay un bar (no sé si de los mismos dueños) que ya he visitado en un par de ocasiones anteriormente, con unos pinchos antológicos.
La comida no estuvo mal, repito. De primero probé un revuelto de hongos, y de segundo me incliné por un bacalao al ajoarriero. Ambos correctos. El vino: un Castillo de Monjardín crianza, por supuesto de Navarra que era donde estaba, que me pareció extremadamente flojo en nariz y discreto en boca.
Nos alojamos en el NH El Toro, que está en un pueblecito a la afueras, y que más que un NH parece un parador porque no es el típico edificio moderno sino que está situado en un viejo edificio de piedra que debió de ser caserón o algo por el estilo. Hotel cómodo y cálido, pero si pides vino con el room service te traen la botella abierta.
El domingo por la mañana compré unos vinos de la zona: un Javier Asensio crianza 2000; un Señorío de Sarriá Viñedo Sotés; un Señorío de Sarriá Viñedo nº4 merlot; un Castillo de Monjardín rosado merlot; y el popular Ochoa, en su varietal merlot. Todos bastante asequibles. El lector habrá advertido una obstinada querencia al merlot: ciertamente estoy aburrido del tempranillo y entre las uvas foráneas la merlot es mi favorita actualmente (como es difícil encontrar merlot en Riojas y Riberas, hay que aprovechar estos viajes para reponer existencias).
De regreso a Madrid paramos en Tudela, donde comprobamos que la restauración de la catedral han debido de hacerla los albañiles de "Manos a la obra", y donde la comida ni siquiera merece ser comentada.
Música y 'spinning'
No me avergüenza confesarlo: hago spinning. Puede que algunos consideren que es poco rock and roll. Bueno, otros juegan al pádel (y no miro a nadie).
El spinning (lo aclaro porque no todo el mundo tiene por qué conocer la jerga de los gimnasios) es una actividad colectiva en la que te pones a pedalear encima de una bicicleta estática como un poseso, como si te persiguiera el diablo, hasta que expulsas hasta la última gota de sudor de tu cuerpo. La música es tremendamente importante, dado que dicta el ritmo del pedaleo.
Para mí, de hecho, la música es uno de los alicientes del spinning. Al principio pensaba que se limitaría a un techno barato sacado de un Ibiza Mix, pero me he encontrado con algunas sorpresas.
Cada monitor trae su propia música. Hay uno al que le traiciona su look: luce espesa melena y tatuajes. De modo que el primer día me sorprendí a mí mismo pedaleando al ritmo de Scorpions con la Filarmónica de Berlín. Debe de ser un heavy reciclado, y ha recibido con entusiasmo el giro estilístico de Dover: el otro día nos puso nada menos que tres temas del nuevo disco, incluida la balada "Dear McCartney" para los estiramientos del final.
Efecticamente, el dance cutre domina la escena, pero ayer mismo varios ciclistas soltamos una carcajada (risa floja, por el cansancio) cuando escuchamos los primeros acordes de un tema de Melendi. Tampoco nos hemos librado de El Canto del Loco.
Tengo que admitir que hay un tema dance que me gusta: lo canta una voz femenina y el estribillo dice "vamos a jugar en el sol/todos los días son días de fi-eée-sta". Me hace gracia cómo pronuncia "fiesta" y tiene cierto rollo ibicenco que me resulta balsámico en pleno esfuerzo.
Otro día tengo que hablar del look de los practicantes de spinning. Algunos calzan un uniforme más profesional que el de los que corren el Tour.
Homenaje a Hilario Camacho
"Si Hilario estuviera aquí, no se lo creería", dijo un sembrado Javier Batanero antes de tocar "Clave secreta".
Efecticamente, Hilario Camacho tuvo que morirse para llenar un teatro del tamaño del Lope de Vega, donde se reunieron ayer cantautores de varias generaciones para recordar sus canciones. Una noche en la que, en la mejor tradición de la canción de autor, se habló casi tanto como se cantó.
Lo mejor: un locuaz Kiko Veneno, la emotiva reunión de Dolores, la ironía corrosiva de Batanero, la entrañable discreción de Suburbano, la extraordinaria voz de Esmeralda Grao y la comedida presencia de Moncho Alpuente como presentador.
Lo peor: los berridos de un espasmódico Iván Ferreiro abortando la delicada "Tristeza de amor", la vergonzosa versión de "You've got a friend" a cargo de Javier Álvarez, la chulería de Jabier Muguruza, la indescifrable verborrea de Manolo Tena y la omnipresencia del maestro de ceremonias.
El regreso de Antonio Carmona
Creo que Antonio Carmona ha hecho un magnífico disco en solitario. A la pregunta de, ¿qué hay después de los jóvenes flamencos?, Carmona ha respondido con un disco maduro, cálido (todo está cantado a media voz) y con canciones extraordinarias, sutilmente flamencas y al mismo tiempo tremendamente contemporáneas.
Es el disco que nunca ha sabido hacer Alejandro Sanz después de "Corazón partío".
(Sólo una pega: el tema a dúo con Juanes suena demasiado a Juanes y rompe el clima general del álbum. Tara demasiado grande para un disco de sólo 10 canciones.)
Canción de la semana: Shelagh McDonald, "Dowie dens of yarrow" (1971)
Descubrí a Shelagh hace poco en una de las recopilaciones que edita la revista Mojo (una de las dos revistas a las que estoy suscrito actualmente; la otra es Vinos de España). Acto seguido me compré por internet un doble CD (Let no man steal your thyme) que contiene sus dos únicas grabaciones: The Shelagh McDonald Album (1970) y Stargazer (1971). Esta última incluye "Dowie dens of yarrow", que no es sino una melodía folk tradicional sometida por la cantautora escocesa a un arreglo adictivo e hipnótico, con el bajo y la batería haciendo diabluras por debajo de su voz dulce-pero-impetuosa. El tema dura 7 minutos, lo cual encaja con mi actual fascinación por las canciones largas.
Poco después de grabar este segundo disco, Shelagh, que empezaba a coquetear con las drogas, sufrió un mal viaje de LSD del que quedó tocada del ala y desapareció misteriosamente del mapa. En 2005, más de treinta años después, reapareció, anunciando que estaba de nuevo en forma para volver a cantar.
Historias del gremio (II)
Una prestigiosa revista prepara un número especial que recoge los resultados de una encuesta para elegir las mejores canciones de la historia del rock español. La lista irá ilustrada con textos sobre cada canción, en los que, según sugieren a los colaboradores, debe incluirse algún comentario del músico en cuestión.
Me encargan una docena de canciones, algunas de ellas de los mismos artistas, y emprendo el tortuoso camino de localizar/entrevistar a los músicos por teléfono. He aquí el variopinto resultado:
Hablar directamente con el supercantautor es imposible, y su amable secretaria personal toma nota de mi encargo (de hecho, oigo como lo teclea en un ordenador), diciendo que es "prioritario". Al día siguiente me informa de que el supercantautor está afónico y prefiere mantenerse mudo para cuidar su garganta. Sutilmente le cuelo la opción e-mail, pero parece que la suerte está echada. La secretaria me da su correo y dice que lo intentará, pero no promete nada. El supercantautor mudo nunca responde al e-mail.
El grupo de rock transgresivo tiene un líder errático e ilocalizable, así que decido probar con el guitarrista y productor. Me espero cualquier cosa, pero en tono campechano me pide que le mande las preguntas por e-mail y que por la noche, cuando llegue a casa, aunque sea a las 3 de la mañana, me contestará. A la mañana siguiente abro el correo y, efectivamente, encuentro las respuestas. Ha contestado con premura y precisión.
Dos leyendas de la nueva ola (uno de ellos posiblemente el personaje más inefable de la movida madrileña, y el otro un one hit wonder clarísimo) me atienden por teléfono de buen grado recordando extensamente cómo gestaron sus respectivos himnos oficiales de la movida.
El veteranísimo cantautor melódico, que compuso un hit para una frágil voz femenina en la década de 1970, también tiene secretaria personal. Le explico de qué va la historia (una entrevista de 10 minutos máximo) y me informa, un tanto irritada, que el cantautor no podrá atenderme ni en ese momento ni ningún otro día ¡porque está trabajando! Comprendo entonces a qué dedica el tiempo libre: a trabajar 24 horas al día.
No termina ahí la cosa: un canal de TV prepara un programa especial basado en dicha lista, y decide recabar declaraciones de los músicos más votados. Entre ellos está la diva de la movida madrileña y su genial compañero. Cuando el redactor de la tele les plantea el tema, se niegan rotundamente a participar. Motivo: están enfadados con la revista porque les han dedicado una portada ¡en un mes que no les convenía!
Historias del gremio (I)
Los músicos... qué curioso gremio. Gente difícil.
Y entre el periodista y el músico, la industria discográfica. Una industria cuyo negocio consiste en grabar discos a los músicos e intentar que la gente los compre. Aparentemente sencillo, pero en los últimos años se les ha puesto muy cuesta arriba porque la gente no quiere comprar discos. Por eso, las discográficas decidieron comprimir el negocio, asociándose unas con otras, en un proceso que no ha terminado aún.
Como suele suceder en las fusiones de empresas, mucha gente se quedó fuera del juego. Muchos veteranos de la industria se vieron relegados y hoy sobreviven dando tumbos como freelances o simplemente se han cambiado de negocio, en busca de tranquilidad. Esta migración, a su vez, ha provocado más cambios, en especial un importante cambio en las formas. Aquellos veteranos que conocían perfectamente su trabajo y estaban sometidos a una presión relativa se caracterizaban, en su mayoría, por su trato exquisito y estilo elegante. Presionaban a su vez a los medios, lógicamente, para promocionar a sus artistas, pero lo hacían con argumentos (sabían de música) y cortesía. Eran tiempos de vacas gordas y derroche, en los que se organizaban grandes expediciones de periodistas a Nueva York, Los Ángeles, Londres o cualquier otra meca del rock a veces simplemente para ver un concierto. Todo el mundo estaba encantado.
Su puesto lo ocupan ahora jóvenes aprendices que, presionados por la escasez de ventas y obligados a ocuparse de un catálogo de artistas mucho mayor (por culpa de las fusiones), reaccionan con un feo estilo de vendedor agresivo. Por supuesto, hay de todo (incluso promocioneros de segunda generación que han heredado la elegancia de sus padres) pero impera la exigencia: tienen la necesidad de controlarlo todo, que nada se les escape de las manos, porque cualquier traspié es mortal. Por eso, el puente entre periodista y músico cada vez tiene más baches.
Esto es bastante molesto para el periodista, por lo menos para mí. Te hace perder mucho tiempo, y limita las posibilidades de hacer reportajes originales o entrevistas exhaustivas.
Pero hay que tomárselo con humor, después de todo. Es por ello que iré glosando aquí un anecdotario que tal vez sirva al profano para conocer por dentro las cloacas del apasionante mundo del rock and roll.
¿Café o té?
Siempre he preferido un buen café después de comer, pero recientemente he descubierto el complejo mundo del té.
Fue a raíz del cumpleaños de mi amigo Luis Enrique. Como es un apasionado de las infusiones, entré en una tienda especializada de la calle Fuencarral con la idea de comprarle una cesta con varios tipos de té (bueno, la idea fue de Cristina, como casi todas las ideas). Fue allí donde tuve la experiencia iniciática: a la vista de mi indecisión, el vendedor no dejaba de abrir latas de diferentes clases de té, cada una de ellas con un aroma más sugerente e intenso que la anterior. Embriagado por los efluvios, tuve la agilidad mental de encargar, para mi uso, un sobrecito de 100 gramos de té Pakistaní. Y una bolita de esas que se llenan de té y luego se introducen en el agua.
A Luis Enrique le gustó el regalo, y soltó una frase que terminó de convencerme: "El mundo del té se parece mucho al mundo del vino."
Luego recordé que la última noche en Indonesia en el hotel nos dejaron una bandejita con un termo de un té buenísimo. En la bandeja había una tarjeta que explicaba qué clase de té era, pero yo, por supuesto, la olvidé allí y no recuerdo el nombre. (En mi descargo hay que decir que no sabía que estaba a punto de sufrir esta conversión.)
Desde entonces, después de una buena comida o cena me tomo una tacita de té Pakistaní, que tiene un bonito color negro y huele un poco a canela y chocolate. Además de estar rico, noto que es muy digestivo.
A ver si este fin de semana me acerco a por más. Quizá debería probar otras variedades, aunque ésta me ha gustado mucho. Y no soy amigo de cambios radicales en mis costumbres.
Aberración triunfo
Anoche me disponía a preparar una sepia a la plancha cuando oigo una de las mayores barbaridades que ha escupido la tele en mucho tiempo.
Es un microespacio de Operacíon Triunfo, con imágenes del casting. De repente, a bocajarro, el capo del asunto les suelta a unos aspirantes: "Tened en cuenta que en este país prácticamente los únicos cantantes que cantan en directo son los que han salido de Operación Triunfo. En este país el 90 por ciento de los cantantes hace playback."
Semejante infamia sólo puede venir de la ignorancia más absoluta, de la maldad más enconada o del resentimiento más patético.
No sé si una obscenidad de este calibre, soltada impunemente ante millones de personas, tendrá consecuencias. Tengo ganas de conocer la reacción de ese gremio tan curioso que es el de los músicos.
A partir de ahora, queda claro que todo artista de este país que desfile por este programa en busca de promoción masiva, es que no tiene dignidad.
Mi querido Atleti
Soy del Atleti desde hace 40 años. Tengo 39.
Mi madre, a la que no le gusta el fútbol, se hizo socia por contentar a mi padre y se tragó unos cuantos partidos cuando me llevaba en su vientre. Mi padre es del Atleti. Mi abuelo era del Atleti. Llevo al Atleti tatuado en mi código genético.
Mis primeros recuerdos del Atleti son nombres. Jugadores de principios de los setenta como Melo, Capón, Ovejero y Panadero Díaz … Luis, Irureta y Adelardo … Heredia y el ratón Ayala … Leivinha y Pereira … y, cómo no, el inimitable Gárate, el caballero del área, probablemente el jugador más elegante de la historia del fútbol español.
Cuando era niño iba al fútbol todos los domingos. Nuestra casa estaba (está) a 20 minutos andando del Vicente Calderón, y cada quince días mi abuelo, mi padre, mi hermano pequeño y yo organizábamos una pequeña expedición para acudir al estadio. Nuestros carnés de socios nos daban derecho a sentarnos en el Fondo Sur, y aunque por aquel entonces no había asientos fijos en esa parte, siempre nos sentábamos en la misma zona: cerca del córner, pegados a la tribuna; el sitio desde donde se ven perfectamente los fueras de juego.
Estábamos siempre rodeados de la misma gente. Recuerdo a un grupo de señores que se sentaban delante de nosotros y se pasaban una bota de vino donde habían grabado el logo de su peña, la Peña Kentucky (supongo que Kentucky sería el nombre de un bar, no lo sé; nunca lo averigüé). También una fila más adelante se sentaba un caballero de bigote que solía portar en la solapa una pequeña pegatina que ponía “PARO NO”, como si el paro fuera algo sobre lo que estar a favor o en contra, como la OTAN. A los que se sentaban detrás no los recuerdo, porque lógicamente yo procuraba mirar hacia delante. Recuerdo, eso sí, a un señor, que no debía de defender mucho el fútbol-espectáculo, que a mi espalda gritaba insistente “¡A la cazuela, a la cazuela!”. Recuerdo el olor a cigarro puro y el sol de frente, que me molestaba bastante hasta que llegaba el descanso y se escondía detrás de la grada del río.
En esos años me empapé de la filosofía del Atleti: sufrirás para triunfar, nadie te regalará nada, pero triunfarás. Por entonces, el Atleti ganaba títulos y era temido en Europa. Pero en nuestro diccionario triunfar no equivale a ganar: acostumbrados a luchar contra los elementos, una derrota peleada e injusta es una victoria. También fue en esa época cuando aprendí lo que era ser antimadridista. El Madrid representaba todo lo contrario: el éxito fácil servido en bandeja y a cualquier precio. Eso no iba conmigo, de ninguna manera.
Me hice mayor, y como todos los adolescentes en busca de ídolos, yo también encontré uno: Juan José Rubio, un extremo izquierda pequeño y rápido, que sabía dar el pase de muerte y que tenía un don privilegiado para caer dentro del área. A veces decían que se tiraba, pero yo creo que tenía una extraña habilidad para conseguir que los defensas le hicieran penalti. Me gustaba porque era explosivo y muy técnico, no era una superestrella (no había superestrellas en el Atleti) y además venía de la cantera: jugaba en el Atleti desde niño. De hecho, siempre tuvo cara de niño. Parecía endeble, pero recuerdo que en un Madrid-Atleti en el Bernabéu le atizó bien al hispano-belga Lozano, que estuvo lesionado durante meses. Me gustó saber que mi favorito, además de clase tenía garra. Más tarde le sustituyó en mis predilecciones Juanma López que era todo lo contrario: un defensa duro como una roca aunque noble a la hora de meter el pie.
Padecí al doctor Cabeza (por su culpa nos birlaron un título de Liga en nuestra propia casa) y con la llegada de Gil la cosa se empezó a desmoronar. Lo primero que hizo Gil fue subir la cuota de socio, de modo que mi padre, que era quien soltaba la pasta de los cuatro abonos, se cabreó y nos dio de baja a todos.
Pero el Atleti, la institución, el equipo, me seguía llenando. En 1996 estábamos haciendo una temporada magnífica en Liga y Copa e hice la promesa de que, si ganábamos en las dos competiciones, me compraría la camiseta oficial de ese año y enmarcaría la portada del Marca (nunca del As) del día siguiente. La camiseta aún la tengo por ahí en un armario y la bendita portada del Marca del 26 de mayo de ese año, en la que se lee “¡DOBLETE! HISTÓRICO ATLETI” a toda página, la tengo enmarcada en un precioso marco azul y colgada en la pared mi cuarto, donde puedes verla nada más entrar.
Viví el último partido de esa Liga en el Calderón, un partido inusualmente cómodo ante el Albacete. Y luego, claro está, fui a celebrarlo a Neptuno.
Pero las cosas cambiaron de la noche a la mañana. En un año en que teníamos una plantilla magnífica, una serie de raras circunstancias nos llevaron a Segunda División. Con la perspectiva del tiempo, y a pesar de todo lo mal que lo estaba haciendo Gil, veo la intervención judicial como la principal causa del naufragio de nuestro equipo. Los gestores cogieron el control en diciembre, y desde entonces el equipo estuvo maniatado. La sentencia estaba dictada, sólo había que esperar en el corredor de la muerte. Nos fueron hundiendo poco a poco, dirigiéndonos irremisiblemente a un precipicio que, ilusos nosotros, creímos hasta el final que podíamos evitar. Pero no fue así.
Fue entonces cuando comprendí que la del Atleti no era la mejor afición; de hecho, era de las peores. Un par de años antes, por cuestiones administrativas, el Celta y el Sevilla habían sido descendidos automáticamente. Sin embargo, los seguidores vigueses y sevillistas se echaron a la calle, defendiendo a sus equipos como si defendieran a lo más querido, y consiguieron que se revocara el descenso. Nosotros, la mejor afición, nos quedamos callados y consentimos. Todos juntos lo habríamos salvado, o por lo menos lo habríamos intentado. Pero no. Entonces un interruptor dentro de mí se desconectó.
Desde aquel momento, el Atleti sigue a la deriva y se ha convertido en un equipo que me resulta extraño. Un equipo mediocre. Siento una envidia terrible y malsana de otros equipos españoles que van superando nuestro modesto palmarés europeo. Un equipo que lleva la camiseta rojiblanca, pero que está formado por jugadores que vienen y van, que desconocen que el nombre Atlético de Madrid se escribe con letras doradas. Ignoran que es un equipo acostumbrado a ganar. Cada vez que mi Atleti saltaba a un césped era para desatar una batalla épica contra viento y marea con el fin de obtener la victoria. Vencía sufriendo, que es la mejor manera de vencer. Y si perdía, lo hacía peleando, que es la manera más honrada de perder. La mayoría de ellos no lo sabe. El listón está tan bajo que si ahora quedamos en mitad de la tabla ya es un éxito; no digamos si, en una de éstas, suena la flauta y nos colamos en Europa.
Igual que se suele decir que hay partidos que hacen afición, este Atleti lleva muchos partidos, temporadas enteras, que han mermado mi afición. La han anestesiado, anulado. Hace muchísimo tiempo que no voy al estadio. Hay jugadores en el equipo a los que no conozco. La mayoría de los fines de semana no sé ni contra quién jugamos. A veces pienso que actualmente soy más antimadridista que atlético.
Pero a quién voy a engañar. Dentro de mí hay una pequeña chispa que me hace mirar la clasificación a hurtadillas, y que se enciende un poquito con cada pequeña gesta o se apaga con cada patinazo. Confío en que ahí dentro debe de haber alguien que sepa lo que es el Atleti y que, tarde o temprano, infunda su filosofía en este nuevo equipo.
Me gustaría que el Atleti volviera a existir, mi querido Atleti.
Modelos y anorexia
La persecución a las modelos me repatea profundamente. Es fácil sentir envidia de unas chicas jóvenes, guapas y que se forran con un trabajo que, aparentemente, no requiere esfuerzo. El caso Kate Moss provoca caras henchidas de satisfacción de quienes se alegran de encontrar una mancha en un mundo perfecto y ajeno de glamour y fantasía. No digamos el tema de la anorexia.
Olvidan que el trabajo de las modelos es puramente estético. Pasan por alto que el look yonqui de los noventa hace mucho que cayó en desgracia y que las modelos más distinguidas, aquellas de las que conocemos sus nombres, son precisamente las más esbeltas.
En el fondo del asunto late ese miedo de que la delgadez de algunas modelos sea una mala influencia. Apuntan en dirección equivocada: en realidad, no son modelos de comportamiento (por traducir la expresión inglesa role models) con poder de arrastrar a influenciables adolescentes por el camino de la perdición. Los role models de hoy son cantantes y actrices, estrellas con nombre y apellido con que los chicos y chicas empapelan sus paredes y forran sus carpetas, ídolos a los que quieren imitar en todo. Y las cantantes y actrices que marcan la pauta actualmente no son precisamente anoréxicas, sino que más bien todo lo contrario. Beyoncé, Britney Spears, Jennifer Lopez, Scarlett Johanson, Jessica Alba, Kate Winslet y muchas otras causan estragos con sus curvas generosas y su abundancia de carnes.
Así que dejen en paz a las modelos, por favor, que no van por ahí los tiros.
Indonesia
29 de agosto
La noche es negra y ruidosa en Medan, donde el carraspeo de los ciclomotores, el rugido de los automóviles y el lejano rumor de algo que, desde la habitación 535 de este hotel enorme, parece un martillo de los que se utilizan para taladrar el asfalto, sepultan el sonido como de lavadora de nuestro sistema de aire acondicionado.
Me cuesta conciliar el sueño, a pesar de que en las últimas 24 horas hemos volado en tres aviones distintos, hemos pisado cuatro aeropuertos y hemos bebido y comido abundantemente y a horas intempestivas. La CNN habla de un terremoto en las islas Molucas y yo me revuelvo en la cama preocupado por las réplicas y preguntándome, desconcertado por el sopor, a qué distancia estarán las islas Molucas de aquí.
30 de agosto
El cielo se ha quedado de color acero, después de que durante más de tres horas no haya parado de llover con furia. […] Estamos en Bohorok, en nuestro primer día de viaje propiamente dicho.
Situado sólo a 90 kilómetros de Medan, Bohorok no es, sin embargo, un lugar de fácil acceso. El trayecto por carretera no se completa en menos de cuatro horas, a través de una ruta estrecha y llena de socavones –la palabra baches es demasiado suave- […]
Durante el camino no hemos visto coches; no hay coches por aquí, sólo motocicletas que chirrían y destartaladas furgonetas Daihatsu, Suzuki o cualquier otra marca japonesa, casi todas pintadas de amarillo. Hay una norma que todas –motos y furgonetas- respetan escrupulosamente: esquivar los baches, aunque hacerlo implique invadir por completo el carril contrario con vehículos de frente. Nuestro conductor actúa de igual modo: a medida que se aproxima a una zona de socavones reduce aún más la velocidad y examina el terreno, sopesando cuál es la mejor zona para cruzar el tramo.
[…] La vegetación es exuberante, con tupidos bosques de palmeras a cada lado de la carretera. Se ven hileras de niños, todos vestidos con camisa blanca y pantalón o falda de color rojo. También hay docenas de vacas delgadas, que en su día debieron de tener una piel marrón suave, como de camello, pero ahora están blanquecinas, como si el sol las hubiera desteñido.
El río, justo enfrente de nuestro cottage, ahora mismo corre embravecido, provocando un fresco murmullo que lo llena todo. El agua es de color arcilla, a consecuencia de la lluvia.
31 de agosto
Atravesando las mismas carreteras y los mismos baches accedemos al caudaloso río Wampu para una jornada de rafting. Con un paisaje tan perfecto que parece artificial, incluyendo espesos palmerales, monos, lagartos y pequeñas cascadas a ambos lados del río, la travesía es memorable. Sin olvidar la sabrosa comida que nos han preparado, con pollo frito, bambú, fideos, patatas rebozadas; la mejor comida que hemos probado hasta ahora.
2 de septiembre
Ayer llegamos a Tuk Tuk […] una pequeña península dentro de una isla enorme -Samosir, del tamaño de Singapur-, que a su vez está en el interior de un lago monumental -Lago Toba-, al norte de la isla de Sumatra.
El Lago Toba, con su isla de Samosir en medio, se supone que fue el cráter de un volcán. En su día cuna de la tribu de los batak, hoy es destino turístico para los propios indonesios y algunos holandeses.
Los batak son famosos por su rictus serio, sus modales secos y su físico robusto. Yo diría que tienen unos rasgos parecidos a los samoanos: cara cuadrada, expresión amenazadora y nariz pequeña.
Antes de dejar Bohorok nos adentramos –no mucho- en la selva con la intención de atisbar orangutanes. Al parecer tuvimos suerte y vimos a cuatro, uno de ellos una hembra con su bebé a cuestas. Les dimos plátanos, limas, y yo le tendí la mano al bebé de orangután, que me la agarró con mucha fuerza el condenado.
3 de septiembre
Por una u otra razón, Sumatra es un sitio que nunca ha llegado a crecer o desarrollarse. Todo su encanto se basa en su impresionante naturaleza en bruto, pero, aparte de eso, no tiene otros muchos atractivos. No tiene arte. Su historia –al menos la que nos han contado- se remonta al siglo XVII. De esa época son sus monumentos más antiguos –como el palacio del rey batak Simalungun-, que no dejan de ser austeras chozas en comparación con los deslumbrantes palacios y templos de China o Tailandia. […] Se entiende que un pueblo con una raíz cultural tan ligera se dejase gobernar durante 300 años por extranjeros –los holandeses- que impusieron su ley y su religión –en Samosir, el 90 por ciento de la población batak es cristiana. Los domingos se visten con sus mejores galas para ir a misa a iglesias de construcción occidental-.
No es extraño, por tanto, que en Sumatra no estén preparados para el turismo. En los restaurantes locales resulta difícil encontrar bebidas frías. No se cuida el acceso a los lugares de interés turístico. En sitios de una belleza tan potente como la catarata de Sipiso Piso no hay papeleras y la basura se acumula en el suelo. […]
Berastagi, nuestra última parada en Sumatra, es una ciudad muy sucia cuyo único aliciente reside en un mercado de frutas que no tiene nada de especial y en tres casas estilo batak, de hace 300 años, en las que se agolpan varias familias que han sembrado la zona de basura, gallinas y niños muy espabilados.
Lo mejor de Berastagi, el masaje que dos fornidas mujeres batak nos han propinado en nuestra habitación, mientras fuera tronaba la madre de todas las tormentas.
7 de septiembre
Terriblemente corpulento y con una expresión poco amistosa en sus ojos, Tom avanza lentamente por el sendero, balanceándose a cada paso. Cuando llega a la altura del cartel de información, agarra los listones que lo sostienen con sus enormes manos negras y lo zarandea, como si quisiera arrancarlo de cuajo –y lo que es peor: como si se sintiera capaz de hacerlo-.
A continuación, una vez realizada esa expresión de poder, se aproxima a la plataforma de alimentación, donde se encuentra la hembra a la que ha estado persiguiendo. Se abalanza sobre ella y lo que viene después es una fabulosa exhibición de ruidos terroríficos y gruñidos sobrecogedores, mientras Tom atrapa a la hembra, la arrastra, la empuja y la maneja como a una muñeca de trapo.
Son, podríamos decir, los preliminares. Acto seguido, Tom y la hembra copulan ante nuestra atónita mirada.
Poco más de un minuto después, Tom abandona a su amante y fija su atención en otra hembra que acaba de llegar. En cuestión de segundos se encuentra repitiendo la operación.
Tom es, ahora mismo, el macho dominante de todos los orangutanes de Camp Leakey, el centro de rehabilitación de orangutanes de Borneo.
Tom arrebató la corona al legendario Kusasi, que durante más de una década fue el macho dominante y ha inspirado incluso un documental de televisión. Tom se enfrentó a Kusasi aprovechando que éste tenía un brazo roto; venció y se proclamó nuevo rey. Ahora Kusasi se recupera en la clínica de orangutanes y algunos pronostican que, cuando estén curado de sus heridas, luchará para reconquistar su trono.
9 de septiembre
Es mediodía y fuera de la carpa rosa el calor empieza a flotar seco y pesado. Dentro, donde una pareja de jóvenes bugi celebra su matrimonio, la temperatura es bastante más fresca y el calor que se respira es de tipo humano.
Nos hemos colado en una boda y no sólo somos bienvenidos, sino que nos reciben como si nuestra presencia fuera un honor para ellos.
Los novios están sentados en un altillo, con sus madres y abuelas a su derecha, y sus padres y abuelos a su izquierda. Cuando subimos a estrecharles la mano y desearles felicidad –en indonesio-, se levantan de sus asientos.
“Thank you very much”, balbucean los novios. Posiblemente es lo único que saben decir en inglés, pero en este caso la frase resume perfectamente lo que quieren expresar.
Al final de la fila, un señor mayor se muestra particularmente efusivo.
“Where are you from?”, pregunta.
“Spanyol”, contesto. –Así, acentuando la a, es como denominan los indonesios a España, lo mismo el país que el gentilicio.
Tras hacernos unas fotos, estrechar todas las manos y dejar un sobre con 10.000 rupias (un euro) en una urna para los regalos, nos mezclamos con el resto de invitados.
[…] Una señora nos señala la mesa de la comida. Hay grandes cuencos con arroz, fideos, carne ligeramente picante, pan chino y algo rebozado que podría ser pescado. Temiendo que un rechazo pueda parecer descortés, llenamos unos platos con un poco de todo. […]
11 de septiembre
Mientras los bugi celebran la vida, la cultura de sus vecinos los toraja, la segunda etnia más numerosa de Sulawesi, gira por completo en torno a la muerte.
Creyentes en que hay otra vida después de ésta, la muerte es el acontecimiento más importante de su vida. Los funerales, que pueden organizarse semanas o meses después del fallecimiento, se convierten en una gran fiesta, en la que la familia del difunto le prepara el camino a la otra vida y puede, además, demostrar su estatus social delante de los otros habitantes de la aldea. Hasta entonces, mantienen al muerto encerrado en casa, le llevan comida y dicen que está enfermo.
[…] Para cuando se vaya a celebrar el funeral, la familia habrá tenido que comprar un número adecuado de búfalos para su sacrificio; el clímax de la ceremonia. […]
La celebración de la muerte como centro de la cultura toraja alcanzó su cumbre en Lemo. Allí, excavadas en la roca, se encuentran las tumbas más famosas de Tana Toraja, cada una de ellas custodiada, como un centinela, por una talla de madera que representa más o menos fielmente la figura del muerto. […] En otra aldea, Kambira, un árbol es agujereado cada vez que fallece un bebé, para guardar en su interior los restos. Dado que la mortalidad infantil es bastante alta en estas poblaciones alejadas de hospitales, el árbol tiene montones de cicatrices. La tierra es impura, dicen los lugareños, por eso a los recién nacidos hay que enterrarlos a cierta altura, en un árbol. […]
14 de septiembre
Poco que comentar sobre los dragones de Komodo. Son como lagartijas, pero del tamaño de un cocodrilo. Interesante, pero creo que el cupo de fauna ya lo tenemos cubierto. Mucho mejor el recorrido para llegar allí. Nuestro barco sortea docenas de islotes -en realidad, cimas de multitud de colinas sepultadas por el mar- que, al anochecer, se transforman en un paisaje fantasmagórico.
17 de septiembre
La estrecha carretera que llega al volcán Kawan Ijen, en Java, discurre por un magnífico paisaje: árboles de todos los tamaños y formas, distribuidos en diferentes alturas; ricos arrozales inundados de agua que reflejan el cielo y la vegetación como un espejo; plantas de color rojo vivo que manchan el verdor aquí y allá; diminutas flores de color violeta que bordean la carretera.
Es un espectáculo único. Un bosque opulento que parece obra de la mano de alguien con un gusto exquisito.
Algunas casas modestas aparecen a ambos lados del camino, pero los árboles, las plantas y las flores que las rodean son tan perfectos y desbordantes que parecen mansiones con un jardinero particular.
Los colores cambian de tonalidad a capricho de las nubes, que destapan el sol y luego lo ocultan, oscureciendo el panorama, sólo para, a continuación, dejarlo brillar otra vez para que estallen en todo su esplendor.
El camino a Kawan Ijen es mejor que el propio volcán. […] Para acceder al cráter hay que recorrer 3 kilómetros en una subida durísima. Tan dura que cuando llegamos arriba es casi para tomarnos un respiro antes de iniciar la bajada, más que para admirar el cráter humeante de azufre con un lago allá abajo. […]
El templo de Tanah Lot, en Bali, está enclavado en un paraje impresionante, insertado en el mar, de modo que cuando sube la marea el templo entero parece un islote flotante. […] Con pequeños templos familiares en cada esquina […] Bali es, de todo lo que hemos visto en Indonesia, el lugar con una belleza más coqueta y abundante. No hace falta recorrer 100 kilómetros para tener una bonita vista panorámica: las hay por todas partes.