Resulta realmente sorprendente lo pésimas que son las páginas web de las discográficas españolas. Hablo de las multinacionales. A nadie le cabe duda, hoy, que Internet es el carro al que, guste o no, hay que subirse. La gente contrata sus viajes, compra camisetas y realiza transferencias bancarias a través de Internet. Lo mínimo que podrían hacer las disqueras (como ahora se las llama, como si estuviésemos en Tijuana) es disponer de páginas web decentes. Vender, en sentido figurado, su producto en la Red, como lo hacen empresas de todo tipo. Colgar las últimas noticias de sus artistas; sesiones de fotos; vídeos de la presentación de tal o cual grupo en Nueva York, Londres o Madrid; vídeos de making of; calendario de lanzamientos... Es decir, lo básico.
En lugar de eso, en las web de las discográficas nacionales reina la racanería. A los periodistas nos sería muy útil, por ejemplo, encontrar un calendario de lanzamientos con cierta antelación. Lo más que encuentras, sin embargo, son los lanzamientos hasta la semana en curso. Si quieres saber los discos que publicarán el mes que viene, mejor busca en otra parte. O tal vez es que no lo saben ni quienes los publican. En cuanto a noticias, un ejemplo: en la web de EMI la noticia más reciente es de mayo de 2008 (lo cual invita a ser malévolo y deducir que, posiblemente, ninguno de sus artistas ha sido noticia desde entonces). Y si hablamos de fotos, vídeos o audios... el panorama es desolador.
Semejante desidia (o ceguera) es sintomática: en su crisis más aguda, no saben, o no quieren, o no les importa cómo acercar la música al consumidor.
Discográficas en la Red
Re-descubrimiento
Todo el mundo adora a los Killers. Incluso quienes no han oído una sola nota de su música. Queda bien decirlo en público: "Me gustan los Killers". A mí me gustan, aunque creo que en el último disco sólo hay una buena canción ('Human').
Sin embargo, he de agradecerles que me hayan servido para redescubrir a A-Ha. Los Killers me recuerdan mucho a A-Ha, y también a los Cars (y a muchos otros, a decir verdad). Esa épica electrónica, con algún que otro guitarrazo, era la seña de identidad de los noruegos A-Ha. Resulta paradójico: al contrario que los Killers, ellos siempre fueron clasficados como un grupo apestosamente comercial.
Soltar aquí una serie de alegatos a favor de A-Ha es absolutamente innecesario: quienes tenemos ya cierta edad y gozamos con las buenas canciones, sabemos lo buenos que eran. A mí me gustaron desde siempre. Su primer disco, Hunting high and low (1985), contenía joyitas como la maravillosa 'Take on me' (uno de los mejores vídeos de la historia; seguramente, el primer gran clip de animación), 'The sun always shine on TV' o la deliciosa balada que daba título al álbum (también con un precioso vídeo inspirado en el reino animal). Recuerdo que fui a verles en directo no hace mucho, hacia el año 2002, en La Riviera, y gocé lo que no está escrito.
Anoche estuve husmeando en el estante de la A de mi discoteca y me topé con cuatro discos relativamente recientes del trío: un directo (How can I sleep with your voice in my head', 2003), y tres discos de estudio, Memorial beach (1993), al que en su día ni si quiera me molesté en quitar el envoltorio; Minor earth major sky (2000), que incluía otro caramelito, 'Summer moved on'; y Lifelines (2002), con 'Forever not yours' o la propia 'Lifelines' como temas estrella.
Pienso darme un atracón de A-Ha en los próximos días. A la salud de los Killers.
Mierda y sabiduría
Tres comentarios rápidos sobre la situación actual de la Liga.
1. Si el Atleti es una mierda (que lo es), como he escuchado en más de una ocasión en los últimos meses, el Madrid, que está por debajo de nosotros en la tabla, ¿qué es en este instante?
2. Schuster vaticinó algo así: "Es imposible ganar en el Nou Camp. Podemos, si acaso, hacer un partido digno". El tío tenía razón. Acertó de pleno. Pero le echaron.
3. ¿Es así o sólo me lo parece? ¿No es cierto que el Madrid y sus medios secuaces han vendido la derrota como un triunfo? "Estamos en crisis y el Barcelona es una apisonadora, así que si no nos ha goleado, ¡es que no estamos tan mal!" Ay, qué lástima.
El gran reto
Así se titula mi programa de televisión favorito en estas fechas. En inglés, The amazing race; lo emite la cadena Sony Television (los domingos a las 15:30h en la TDT). Aquí, Cuatro está emitiendo una cosa parecida, también divertida, pero que no tiene nada que ver. Me explico: en Cuatro (Pekín exprés), una serie de equipos de parejas tiene que viajar de Moscú a Pekín buscándose la vida; básicamente, haciendo autostop y pidiendo cobijo para dormir. Autostop y dormir: a eso se reduce el concurso. El gran reto parte de un concepto similar: una carrera por parejas (de todo tipo: matrimonios, novios, padre-hija, amigos...) por distintas ciudades del mundo. Sólo que aquí los equipos recorren el planeta de cabo a rabo, y la competición es una anfetamínica gymkana repleta de pruebas de resistencia, fuerza, habilidad o sentido común. Desde escalar por un muro y lanzarse en puenting a elaborar salchichas en una fábrica alemana o construir un mueble en la tienda central de Ikea en Suecia (que tiene su mérito). El espectador asiste a una mezcla salvaje de Gran hermano y National Geographic en la que despuntan, a partes iguales, el esfuerzo de los concursantes, las panorámicas de los más hermosos rincones del planeta (la isla de Gorée en Senegal, el casco histórico de Budapest, los bloques de hielo en Islandia...) y las monumentales broncas entre parejas, consecuencia de la tensión. (Hay un tal Jonathan que tiene machacada a su pareja; es para meterle en la cárcel directamente...)
Sospechosos habituales
Es tendencia desde hace algunos años: pretender escuchar un disco, para escribir sobre él, antes de que se ponga a la venta es más difícil que intentar ganarle a Nadal la final de Roland Garros con una raqueta de ping pong.
Me pregunto por qué. Obviamente, la piratería ha desquiciado a la industria. Es decir, la razón por la que a un periodista no le mandan el disco tres o cuatro días antes de que éste llegue a las tiendas es, simplemente, evitar que el producto sea pirateado.
Por si alguien se lo pregunta: ¿qué necesidad tiene un periodista de escuchar el disco con antelación? Muy fácil: las revistas se cierran unos diez días antes de que lleguen a los quiscos. Por tanto, para publicar la crítica de un disco que se publica en diciembre es necesario escucharlo, como muy tarde, a mediados de noviembre.
Se han tomado decisiones salomónicas a este respecto. Al principio, te enviaban un CD-R, sin portada ni letras ni créditos ni nada, con una cosa llamada “marca de agua”. O lo que es lo mismo: una especie de chip con tu nombre grabado que amenazaba con llevarte directamente a los tribunales en caso de que el rastro del delito desembocara en tu humilde y cutre copia. Lo de la marca de agua se avisaba, a modo de velada amenaza: “Te mando un avance, pero es con marca de agua. Ya sabes”.
También se ha intentado usar la tecnología Internet. Se creó un sistema llamado Ritmonet, que te permitía, previo acceso de tu clave y contraseña, escuchar el disco. Naturalmente, sin datos adicionales (créditos, imágenes, letras…). No todas las discográficas se apuntaron al invento, que, por otra parte, requería de un proceso tedioso para ser utilizado. Más adelante, otras compañías han optado por “colgar” en una especie de ftp las canciones de los discos nuevos. Pero esta idea, tan genial como sencilla, queda en agua de borrajas cuando los responsables de alimentar la ftp se cansan de hacerlo al mes.
Opción C: al periodista se le “invita” a visitar las oficinas de la discográfica y escuchar allí el disco, porque, según se le informa, “el CD no puede salir de la compañía”. Lo de Mahoma y la montaña. De modo que el sufrido periodista se traslada a la sede de la discográfica para poder oír el avance. Lo que equivale a perder toda una mañana o una tarde, cosa que antes no pasaba. Una vez allí, es introducido en algún despacho vacío, o tal vez se le sienta a una mesa rodeado de secretarias, para que desempeñe allí su trabajo. Con el consiguiente trasiego de personal que entra, sale y se pregunta quién demonios es ese señor que se ha metido de okupa en sus oficinas. Como poco, una situación incómoda.
Lo más habitual, por consiguiente, es fracasar en el intento. Sencillamente: ni CD original, ni avance con marca de agua, ni descarga desde Internet. Ni siquiera la visita a la compañía. Resulta que a ellos tampoco les ha llegado el disco.
La cuestión es: ¿quién se ha sacado de la manga esa relación causa-efecto? ¿Por qué alguien ha interpretado que enviar un disco a un periodista tiene que ver con que ese CD sea pirateado? Si de algo se puede acusar al crítico es de querer publicar un texto sobre dicho CD, es decir, de poder amplificar su repercusión. De buena fe, lo escuchará una o dos veces, y lo dejará metido en un cajón o encima de la mesa del comedor, y allí se quedará hasta que se llene de telarañas.
Y cuanto peor está la industria de la música, cuando más justificado estaría que el promocionero de turno, raudo y veloz, te llevara el CD a tu casa (junto con una bandeja de pastas), y perdiera el culo para conseguir unas líneas que ayudaran a vender su “producto”, más problemas te ponen. Absolutamente delirante.
Memoria histórica
Novedad en MySpace
Por si a alguien le interesa, hay un nuevo temita en el MySpace de Michelangelo by MAB. Se trata de un engendro trip hop que contiene un sample manipulado y troceado de oraciones fúnebres registradas en la orilla del río Ganges, en Varanasi (India). Quien deteste los temas techno que también están colgados, esto le resultará más llevadero.
Vinos, Celtas Cortos y un ex rojiblanco
Lo último que podía esperar, en una comida organizada por Celtas Cortos en una importante bodega de Ribera del Duero, era verme compartiendo tintos y opiniones futboleras con el ex jugador del Atleti García Calvo (actualmente en el Real Valladolid).
He de decir que me pareció un tipo educado y simpático, que hablaba de fútbol con sabiduría (hay tantos jugadores que no saben de fútbol) y apasionado del Atleti. No es cuestión de revelar aquí sus puntos de vista, que, por cierto, fueron muy atinados respecto a Aguirre, Luis García y Perea. Hablamos también de vinos y de su grupo favorito: Héroes del Silencio.
Vinos de Toro
En la bodega subterránea de Liberalia en Toro (Zamora), Juan Antonio Fernández pone música de Bach a sus vinos. En la pequeña nave central de las bodegas Elías Mora, cuando empieza la vendimia, un grupo de tres hombres selecciona a mano las uvas recién recogidas, antes de dejarlas caer a una máquina que las despalillará, separándolas de sus racimos. En la ciudad de Toro abundan cuchitriles donde clientes habituales empinan el codo apoyados en el mostrador, y donde se pueden conseguir a buen precio las joyas de la corona de esta denominación de origen.
Son algunas imágenes y escenas del fin de semana que pasamos peinando la zona de Toro, practicando eso que oficialmente se denimina "turismo enológico" (y que significa, ni más ni menos, visitar bodegas, catar y comprar vinos y comer excelentes viandas). Fuimos porque los vinos de Toro están entre mis favoritos. Tienen cierta mala fama porque hace años eran vinos toscos, gruesos (casi había que masticarlos) y muy alcohólicos. Hoy siguien teniendo una alta graduación, pero han sido suavizados hasta conseguir vinos bastante sofisticados sin perder sus característicos ímpetu y color (muy oscuro). El éxito de algunas marcas (Pintia, Spiritus Sancti, Gran Elías Mora o Liberalia 5) entre la crítica española e internacional ha puesto de moda a Toro.
Vergüenza
Hay equipos de fútbol que hacen partidos malos. Hay algunos, incluso, que juegan mal por costumbre. Hay equipos que son inofensivos, inoperantes o que padecen de un abultado complejo de inferioridad. Pero ningún equipo hace el ridículo con la rotundidad y asiduidad con que lo hace el Atlético de Madrid.
Después de dejarse meter tres goles en ocho minutos en el Camp Nou he escuchado "Qué partidazo del Barcelona". Lectura errónea. "Qué vergüenza, qué injustificable actitud del Atlético de Madrid". Ésa es la lectura correcta. Para mí no es vergonzoso que el Barça te cuele tres, cuatro o seis. Lo que me espanta es -como he escrito más arriba- dejarse colar tres coles en los ocho primeros minutos de un partido.
Sin esos tres goles no habría habido otros tres (que pudieron ser más). El Barça se encontró con un partido que empezaba con un 3-0 a favor. Sin jugar al fútbol. No puede decirse que ese 3-0 fuera resultado de un dominio aplastante del Barça (eso sólo se ve con el paso de los minutos). Fueron tres goles a balón parado: un córner, un penalty y una falta. Pitó el árbitro el inicio del partido y, ¡zas! ya iban 3-0. La lectura no es, por tanto, que este Barça juega como los ángeles, sino ¿cómo es posible que unos jugadores profesionales de fútbol salgan al campo con semejante pasotismo, parsimonia, dejadez o lo que sea?
A partir de ahí, como es lógico, el Barça se paseó. A la empanada inicial del rival se unió su paralizante conmoción al comprobar cómo acababan de protagonizar uno de los episodios más ridículos de la historia del fútbol (aunque no estoy seguro de si son totalmente conscientes de ello...)
Esos ocho minutos fueron la clave del partido. Esos ocho minutos son el retrato de la peor imagen del Atleti, una de las más penosas que ha dado en su historia. No hay equipo, ni siquiera uno de tercera división, que salga al Camp Nou y se deje meter tres goles así, como aperitivo, para abrir boca. Porque no hay equipo que trasmita esa desgana, esa apatía, esa falta de respeto hacia un escudo y una afición, ese descontrol táctico, ese despiste monumental, todo eso a la vez, como mi Atleti.
Ver ese partido fue como ver a un ser querido en la tele haciendo el ridículo. Muy, muy desagradable.
Aquellos maravillosos años
A principios de los años noventa tuve alguna relación con el Big Bang del pop independiente español. No lo digo para apuntarme medallas innecesarias (para eso están quienes buscan la ovación fácil entre el colectivo zarandeando a La Oreja de Van Gogh) sino para contextualizar esta entrada.
Escribía sobre Corcobado en El Gran Musical (donde, en la página de al lado, el añorado Joaquín Luqui celebraba la apoteosis de New Kids on the Block). Saqué a Australian Blonde, El Inquilino Comunista, Los Planetas, La Buena Vida y muchos otros por la tele, en los principios de Canal+, cuando publicaban sus primeros discos y sólo eran conocidos por una diminuta (pero bulliciosa) minoría. Llevé cámaras de TV a Gijón, para retratar su candente escena (Eliminator Jr, Manta Ray, etc.). También a San Sebastián, con el mismo objetivo (lo que me sirvió para caer rendido a los encantadores LBV y desechar a unos relamidos y antipáticos Le Mans). Cuando venían a Madrid solíamos comer juntos. Cuando tocaban en la capital, estaba con ellos antes y después del concierto en el camerino.
Visto ahora, suena fácil. Pero en su día me costó algunos disgustos. Porque no era que me enviaran a entrevistarlos, sino que tenía que urdir enrevesadas estratagemas para convencer a mis jefes de que era importante entrevistarlos. Me peleaba para que unos directivos trajeados de TV se gastaran el dinero (cámaras, viajes, hoteles) en grabar a unos grupos que juzgaban intrascendentes. La primera conversación que tuve en mi vida con quien hoy es un peso pesado de la radio (y a quien profeso gran afecto y gratitud) fue un encontronazo acalorado sobre si un vídeo de El Inquilino Comunista debería o no programarse en televisión.
En estos días, la muerte de uno de los componentes de Silvania (nunca los conocí, pero me gustaba su música) me ha transportado a esos días de arrogante rebeldía. Similar reacción me produjo la reciente pérdida de Sergio Algora, líder de El Niño Gusano, a quien sí tuve el placer de conocer.
El tiempo avanza como una locomotora sin frenos. Y aquellos fueron buenos años. Realmente buenos.
El auge de la música en vivo
Escucho el otro día: "Esta noche voy a ver a Fatboy Slim, que me encantan".
Eso lo explica todo.
Tipografías
Muchos colegas de profesión lo comprenderán (espero): yo no puedo enfrentarme a un folio en blanco con cualquier fuente cargada en el Word. Voy más allá: si la fuente es fea, es muy probable que me sienta incapaz de escribir una sola línea.
Soy un fanático de las tipografías. Un mundo ilimitado, perverso, fascinante. Quienes trabajan conmigo lo sufren: busco siempre esa fuente que resuma todo lo que uno quiere transmitir (aunque no siempre se consigue, admito). Tipografías "dulces", "adultas", "agresivas", "ingenuas", "sexies" pido, y a veces no me entienden. Unos cuantos trazos son capaces de condensar emociones. Una fuente es el equivalente al tono de voz: puedes decir la misma frase de mil maneras diferentes.
Me las bajo de Internet. Busco páginas que estudian las tipografías (Fontshop.com, Ilovetypography.com, Identifont.com). Me quedo pasmado ante logos y páginas de publicidad. Sopeso colores, tamaños, juegos de mayúsculas y minúsculas... Apasionante.
Momentazo televisivo
Sólo en un medio como la televisión pueden darse esta clase de joyas. El zapping perezoso de última hora de la tarde me conduce hasta el programa Está pasando, de Tele 5. La imagen que encuentro ya es, por sí misma, impagable: Jaime Peñafiel, impecablemente vestido con traje y corbata, aparece sentado en butacón de mimbre junto a la duquesa de Alba, en otro butacón de mimbre, apostados ambos en lo que parece un frondoso jardín.
Es una entrevista. Peñafiel está entrevistando a la duquesa. Es, de hecho, un exclusivón: hablan del noviazgo (!) y la cancelada boda (!?) de la venerable e innacesible señora. La entrevista es extraordinaria, fluida, no decae. Jaime Peñafiel encuentra ese punto de periodista-confidente que desmorona a la entrevistada. Le coge de la mano. Ella, entregada (y por momentos emocionada), larga y larga y larga. Con pocas palabras, pero con grandes confesiones. Titulares a mansalva. "Nadie me ha querido como él", desliza la duquesa.
El tema, además, es una delicia. Pura poesía. Se habla de "locura de amor". ¿Es habitual que se hable de "locura de amor" en una entrevista, sea cual sea el medio? De fondo, pajarillos y música de guitarra. Desfilan los grandes temas de la humanidad: el amor, la felicidad, la envidia, la soledad, la muerte.
Para mayor gozo, la realización está curradísima. Cuento al menos tres cámaras. Dos con la duquesa y una con Peñafiel. La fotografía, la luz, la realización son exquisitas: parece una sesión del ¡Hola! Absolutamente formal e incluso rancia, si quieren, pero ajustada perfectamente al registro de la entrevista.
Si somos capaces de aparcar por un momento la merecida aversión hacia los programas y personajes del corazón (sí, es difícil), esto debería ser considerado uno de los hitos televisivos del año.
Disfruten pinchando aquí.
India y Nepal
Con cierto retraso (casi un mes desde mi regreso), reproduzco aquí algunos comentarios a modo de conclusión anotados en el cuaderno de viaje. Matizo que cuando cito a la India, me refiero, obviamente, a la parte que conocí, el norte del país. Pero me encanta generalizar y para eso está un blog: para que cada uno escriba lo que le dé la gana.
"La India no tiene la naturaleza exuberante de otros países asiáticos (Tailandia, Indonesia). Las ciudades son feas, irritantes, calurosas y ruidosas. Quizá la única ciudad con una arquitectura interesante es Jaipur, con sus viejos edificios de color rosa de su centro amurallado. Las calles son un calvario: tienen más derechos las vacas que los peatones.
"La comida india no es especialmente sabrosa, ni se caracteriza por su gran variedad de platos. Uno encuentra en las cartas de los restaurantes infinidad de nombres diferentes, pero tras haber probado muchos de ellos puedo afirmar que todos terminan siendo variantes de pollo o verduras en salsas más o menos picantes.
"Sí que he hecho algunos descubrimientos, como el kofta (especie de albóndigas de verduras trituradas con una rica salsa) o el paneer (queso de textura parecida al tofu que también se presenta en salsa). Puedes pedir pollo tandoori, sin salsa y al horno, pero en muchos sitios reservan la pechuga y lo que te ofrecen son los huesos y alitas casi sin carne. Si te hartas de pollo, tienes mutton (cabrito). Otro gran hallazgo han sido las pakoras, empanadillas de verduras y patata rebozadas. Y, por supuesto, el garlic naan (pan de ajo), exquisito.
"Tampoco la gente de la India destaca por un encanto especial. Más bien al contrario: los indios son sucios, pesados, impertinentes y cotillas.
"Sí que hemos disfrutado de algunas visitas interesantes: el templo de Ranakpur y su selva de columnas; el templo de los monos de Jaipur; el sublime Taj Mahal en Agra; las ceremonias religiosas en aguas del Ganges, en Varanasi; y otros muchos palacios, castillos y templos. Dormimos en tiendas de campaña en el desierto de Osian y en la casa de los hijos del maharajá en Shahpura.
"También me he sentido atraído por la luz. Al atardecer pudimos disfrutar de una luz cálida e intensa, especialmente en Jaipur (la ciudad rosa se convertía en naranja) y, sobre todo, en un largo recorrido por carretera hasta Khajuraho.
"Nepal es otra historia. Ciudades limpias, con encanto, gente amable y respetuosa. Las calles ¡tienen aceras! India tiene más de árabe que de asiática. Nepal, al revés. Kathmandú es una capital de contrastes: puedes escuchar a un grupo tocando versiones de Coldplay en un bar en un segundo piso, mientras a 1 kilómetro de allí se rinde culto a la diosa viviente Kumari (una niña de carne y hueso a la que consideran diosa... hasta que llega a la pubertad y es sustituida por otra). Kathmandú huele a tierra mojada, cilantro e incienso. En las calles se mezclan jóvenes en vaqueros, porteadores cargando sus pesadas mercancías, simpáticos vendedores ambulantes, hippies, falsos santones y venerables ancianos newars (la famosa tribu local). Hay muchas tiendas de discos. Encima, hace fresquito."
EXPO
Estuve en la EXPO de Zaragoza, EXPO del agua. Cosas que hice:
1) Muchas colas.
2) Entré en la Torre del Agua, 1.300 metros de subida en pendiente en espiral, y lo mismo de bajada. Imponente la escultura Splash (que recrea una salpicadura de agua a tamaño gigante), pero una vez arriba, la cafetería debería tener más glamour.
3) Me zampé un excelente menú en el pabellón de Grecia: dolmades (hojas de parra rellenas de arroz) y la obligada mousaka. Regado con una copita de sabroso vino griego tinto.
4) Me quedé con las ganas de entrar en el pabellón de España porque se necesita sacar un boleto previo y nadie te avisa de antemano.
5) Saqué una foto de la fachada de Alemania, no por la fachada sino por la cola y el cartel que la presidía: 3 horas de espera.
6) Asistí a una explosiva actuación de un grupo africano (imposible determinar su nombre y país de origen, dada la escasez de información).
7) A media tarde, me descalcé y hundí los pies en un pequeño estanque. No me avergüenzo y el agua fresca fue como un bálsamo para mi maltrecho tendón de Aquiles.
8) Degusté un exquisito café cortesía del pabellón de Colombia (sólo daban café; ni rastro de su otro producto estrella).
9) Me bebí una rica cerveza helada en un vaso que llaman Fluvi, y que cuesta 1 euro (el vaso, no el contenido).
10) Visité los pabellones de Lituania (soberbio), India, Nepal, Pakistán (estos tres, simples mercadillos), África subsahariana, Sudamérica, Tailandia, Islas del Pacífico, Suecia (un muestrario de Ikea, Volvo, etc.), Bélgica, Nigeria y cuatro o cinco más que no recuerdo.
11) Me quedé con las ganas de: entrar en los pabellones de España y las comunidades autónomas; experimentar el "agua extrema"; atravesar el "pabellón-puente"; degustar un lomo uruguayo a 38 euros el plato.
Splash.
Tengo una moto estropeada...
... se lamentaba ese colosal poeta del asfalto llamado Manolo Tena. Hoy me identifico con esa letra.
Llegas de un largo viaje intercontinental. El estómago hecho papilla. Médicos. Los maltrechos intestinos obligan a retrasar el fin de semana en la EXPO de Zaragoza. Gestiones dolorosas con el hotel y la Renfe, billetes ya pagados. Mientras tanto, el ordenador portátil parece borracho. Búsqueda de servicio técnico oficial (en agosto). Ropa recién lavada se acumula tras las llegada, pero la señora que tiene que planchar se ha ido por dos semanas. ¿Quién se ocupará de la plancha? Esta mañana, el coche no arranca. Se amodorra, acurrucado en el garaje. Llamada al seguro, visita de la grúa, aplicación de pinzas y paso por el taller.
No es ya el agobio. Es que parece que hay una combinación astral desaconsejable.
Cruzar la calle se me antoja arriesgadísimo.
Eurocopa (y III)
Se logró. Si alguien ha leído esta secuencia de entradas dedicadas a la Eurocopa, sabrá que la victoria de España ha satisfecho, punto por punto, mis expectativas.
Es el momento de proclamar que el triunfo de España en la Euro 2008 ha sido el triunfo del trabajo serio, la honestidad y la convicción en unos ideales, en un modelo de equipo, en unos jugadores. Es, por tanto, el fracaso de la hipocresía, las campañas maliciosas y la España más ruin.
Porque a Luis Aragonés se le ha machacado. Hace unos meses, en muchos periódicos y canales de televisión se le presentaba como un personaje caduco, rancio, trastornado y tozudo. Incapaz de ver lo evidente. Empeñado en romper una regla no escrita. Empecinado en una idea a todas luces equivocada. Obstinado en ir contra corriente. Un abuelo perturbado abocado al fracaso.
Ha habido una campaña contra Luis. Se le ha triturado. La gran mayoría de los aficionados ha comulgado con la consigna: a Luis, recordémoslo, no hace mucho lo recibían a la puerta de los hoteles con gritos de "¡Raúl, Raúl, Raúl!". En los estadios por donde pasaba la selección, en cualquier ciudad, se escuchaban los mismos cánticos malintencionados cargados de hiel.
Supongo que tiene que ser duro intentar aferrarse a una idea cuando por eso mismo la corriente mayoritaria te está cuestionando y ridiculizando. Tiene mucho mérito.
A causa de esa persecución, y no por otra cosa, se va a producir un verdadero sinsentido: Luis, el seleccionador con récord de victorias, que nos ha guiado al triunfo en esta Eurocopa, abandona su puesto. Es sencillamente aberrante, va en contra de cualquier razonamiento sensato. Normalmente se va quien ha hecho las cosas mal. Normalmente, se trata de retener a quien hace las cosas bien.
El paso lógico sería asistir ahora a otra campaña: un acoso de los medios a la FEF, una crítica feroz y continuada a los dirigentes del fútbol español por dejar marchar al seleccionador de la Euro 2008. Pero no se va a dar. Esos medios no pueden hacerlo por razones éticas: son ellos quienes han forzado la situación. Quienes han puesto a los aficionados y a los dirigentes en contra de Luis, ¿cómo van a pedir explicaciones ahora?
Es el fracaso de la hipocresía, como digo. Muchos han quedado con el culo al aire. ¿Qué hay de todos aquellos que pedían la cabeza de Luis? ¿Qué pasa con los aficionados borregos que pronunciaban "¡Raúl!" como un escupitajo de bilis? ¿Dijeron anoche "soy un memo" mientras ondeaban la bandera española en la calle, o siguieron evocando al olvidado delantero? Pensemos, por un momento de ingenuidad, que simplemente estaban equivocados. Bien, pues todavía no he escuchado que nadie entone con la misma resonancia de meses atrás un simple "me equivoqué".
Gracias, Sabio. No por la alegría de la victoria, sino por haber demostrado que la sabiduría y la honestidad pueden triunfar en un mundo de mediocridad e hipocresía. Ahora, que Fernando Hierro vuelva a redecorar el fútbol español, poniendo otra vez las cosas en su sitio, con Del Bosque como seleccionador, con Raúl, con Guti...
Eurocopa (II)
Dos cosas empañan el indiscutible éxito de España en la Eurocopa (porque pasar de cuartos ya es un éxito). Una, que atribuyan a Iker Casillas el mérito de la gesta. Los penalties los fallan los delanteros, no los paran los porteros; todo el mundo lo sabe. Y aunque el primer penalty lo detuvo con un paradón, no se puede negar, el segundo fue lanzado mediante la técnica del churro (la misma que empleó Dani Güiza en su turno). Lo otro es el cambio de Fernando Torres. Ninguna selección, con una tanda de penalties a la vista, retira del terreno a su jugador estrella. Es más, lo reserva para tan peliaguda tesitura. Me fastidió mucho. Si es por decisión táctica, un cero para Luis. Si se trata de una vendetta (nunca mejor dicho) por su rifirrafe anterior, aún peor. Pero, qué quieren, me alegro. Incluso me alegro por Luis. Y por José Armando Ufarte, siempre a su sombra, otro mito rojiblanco.
Ufarte, agachado, primero por la izquierda, al lado de Luis Aragonés.
Novedades en MySpace
Michelangelo by M.A.B. acaba de estrenar dos nuevos temas en MySpace: 'Ultra lift' y 'Perfect slim'. Dos piezas de minimal techno nebuloso y palpitante, que están a su dispoción para ¿disfrute? de amigos y visitantes.
Aquiles
Miembra
Si existe Aída, la célebre ópera de Verdi, tenía que existir Aído. Ahora lo entiendo todo. De ahora en adelante, si me piden la documentación por la calle, diré: "Un momento, señor policío".
Eurocopa
He de decir que voy con España. Alguien puede pensar, ¿acaso es necesario decirlo? Es mi caso sí. En competiciones internacionales no suelo hacer gala de patriotismo futbolístico. La selección española es como una extesión del Real Madrid. Y, habitualmente, ningunea al Atleti.
Ahora, en cambio, deseo que España haga un buen papel. ¿Por qué? Los madridistas (la mayoría de ellos) quieren que España se dé un batacazo monumental. Luis Aragonés ha tenido la desfachatez de despreciar a Raúl, de modo que se merece el mayor descalabro, pa' que aprenda que con el Madrid no se juega. Entonces voy yo y quiero que España gane. Por llevar la contraria y para que quede constancia de que el bueno de Luis llevaba razón. Por otra parte, Luis también ha ninguneado al Atleti, es cierto: ni un solo convocado. Bien, me parece justo. No podía convocar a Agüero ni a Forlán. Pero está Fernando Torres, que para mí sigue siendo rojiblanco aunque juegue en el Liverpool. Y además, Luis es un mito del Atleti, no me olvido.
Después del Chikilicuatre
"Salvemos Eurovisión", decían. Han conseguido lo contrario: se han cepillado Eurovisión, por lo menos en lo que a España respecta. Porque después del 'Chiki chiki' sólo hay tres salidas posibles y sólo una (la última) digna.
1) Repetir la gracia el año que viene. Pero sería como asfixiar con una almohada el leve hálito de gracia que para algunos tuvo la cosa. No hay nada más patético que repetir un chiste.
2) Mandar una canción normal. Sería tan inconcruente como criticar la comida rápida y a continuación zamparse un Whopper XXL con doble de queso y patatas grandes.
3) Hacer como Italia: declinar la invitación de participar. Está demostrado que, en este festival, la alegría va por barrios (y no podemos quejarnos: nosotros también jugamos a ese juego... ¡gracias, Portugal! ¡gracias, Andorra!). Descartadas las dos opciones anteriores, ésta es la única salida lógica, respetable y elegante.
Chikilicuatre
El 'Chiki chiki' es una broma (en eso coincidimos todos), y el objeto de las bromas es provocar diversión.
Por eso a mí tampoco me gusta el 'Chiki chiki': es una broma que no me hace gracia.
El 'Chiki chiki' es la máxima expresión del humor catalán, dicho sin ningún doblez. En mi opinión hay un estilo de humor catalán, como también hay un humor andaluz. El humor catalán es el homenaje al disfraz. ¿Precedentes? El Chaval de la Peca, Los Manolos, la Fundación Tony Manero, La Cubana... Humor de pantalón de campana, solapa ancha y gafas de pasta de la abuela. Ése es el chiste.
Entiendo que haya gente que se tronche de risa viendo a otras personas vestidas como si hubieran arrasado la peor tienda de ropa de segunda mano. A mí me parece casposo.
El Chaval de la Peca + La Cubana + Fundación Tony Manero + Los Manolos = Rodolfo Chikilicuatre
Pasodoble español
España es país de pasodoble. Lo confirman datos de la SGAE: las cuatro canciones que más se interpretaron en directo en 2007 fueron pasodobles. España es país de pasodobles, sevillanas, chirigotas, pajaritos y macarenas. Esa es la música que realmente ha calado hondo.
Somos un país con una cultura musical deficiente. A lo largo de los siglos no ha habido ni un solo compositor de relieve (no ha habido Cervantes en la música, ni Picassos). El jazz está enterrado en el más profundo pozo del underground. No nos interesa la música por sí misma, nunca nos ha interesado. Lo que nos interesa es la fiesta, el jolgorio. El rock and roll no hizo acto de presencia a pleno pulmón hasta que unos chavalitos argentinos empezaron a dárnoslo en papilla. Y lo tenían claro: vamos a bailar un rock and roll, pero tendrá que ser "en la plaza del pueblo", dónde si no. Bailemos todos en la plaza del pueblo. A quién le importa si el "19 días y 500 noches" lo canta Sabina o la Orquesta Expresiones.
Nos hemos modernizado, eso sí. Hoy los conciertos de pop y rock sirven, principalmente, para que los mal llamados espectadores presuman de sus teléfonos móviles de última generación. Se dedican a sacar fotos, sin pausa. Cientos de fotos. O lo graban en vídeo, yo qué sé. Entre foto y foto, charleta con los colegas, de espaldas al escenario, por supuesto. ¿Se imaginan semejantes escenas durante la representación, por ejemplo, de una obra de teatro?
La plaza del pueblo, en estos días, es el festival indie. A la mayoría de los que asisten les da igual el cartel. De hecho, no conocen al 90 por ciento de los grupos (por otra parte, conjuntos británicos de tercera división o viejas glorias acabadas). No importa. El reclamo no es la música: es el cachondeo, el desparrame al aire libre, el ciego asegurado y, con un poco de suerte, el polvo en la tienda de campaña. Viva el pasodoble.
El maestro del absurdo
Me alegró saber de la reaparición del colosal Millán Salcedo (aunque lo había visto no hace mucho como protagonista de la zarzuela Los sobrinos del capitán Grant), y acudí raudo y veloz a ver Yo me subí a un piano verde.
No es humor apto para todos los públicos: sólo pueden disfrutar de él quienes nos partimos la caja con el absurdo. Durante dos horas, el ex Martes y 13 mezcla scketches delirantes sobre situaciones surrealistas con retazos de su biografía. Resulta impagable escuchar las historias de su niñez en Brazatortas (Ciudad Real) y está absolutamente genial en su exposición sobre los collages. No falta su recuerdo a Martes y 13, en forma de un breve vídeo con los mejores momentos (que pone patas arriba el patio de butacas), su interpretación de ese indeleble 'Maricón de España' ("voy a cantarlo aquí porque al fin y al cabo lo he compuesto yo", anuncia) e imitaciones históricas como las de Nati Mistral o Gloria Fuertes.
Pero si hay un terreno en el que Millán es un maestro es en el de los juegos de palabras. Su habilidad para rescatar frases hechas y asignarles otro significado (o ninguno) cambiando sólo algunas letras es única. Entre los actores del humor hay imitadores, cuentachistes, monologuistas, pero no conozco a ninguno que le haga semejante escabechina al idioma como él.
Acompañado de un orondo y efectivo pianista, Millán está divertidísimo, pero a la vez su espectáculo tiene un ligero trasfondo de melancolía. Entre risas, nos habla de su padre, que falleció prematuramente; de su infancia en un internado; de su soledad ("¡pero para qué llamo al timbre de casa si llevo 24 años viviendo solo!", dice en un momento); de nostalgia; de la oscuridad tras el éxito... Y es esa combinación de alegría disparatada y leve patetismo lo que realmente conmueve al espectador.
Ni cochinillo ni cordero... pero un buen chuletón
Resumen fotográfico de la quedada del domingo 20 en El Pardo, a donde acudimos en busca de cochinillo o cordero y, al no encontrarlo, sucumbimos a unas excelentes carnes de buey y gamo (sin olvidar unos magníficos entrantes: tortilla con salmorejo, pimientos asados, migas y croquetas). Pese a todo, "fenomenal trabajo" de El Sueco, que fue quien dio con el estupendo restaurante (La choza del segoviano). Tras llenar la barriga, largo paseo bajo un previsible calabobos.
Vocablos efímeros
Me divierte y aflige, a partes iguales, comprobar cómo la manera de hablar que los de mi generación creíamos moderna ha quedado demoledoramente obsoleta.
Quienes a finales de los setenta teníamos ya edad para disfrutar de un esbozo de vida social (aunque fuese con compañeros de clase en el patio del colegio), absorbimos rápidamente la jerga juvenil del momento. Se decía que era la jerga "cheli", porque aparentemente estaba inspirada en el vocabulario marginal. Cuando algo nos gustaba, decíamos que "partía con la pana". Si algo nos parecía bien, contestábamos "dabuten" o "dabuti" (según la zona). Empleábamos ya el incombustible "mola", seguido de "mogollón" si es que algo nos complacía apasionadamente. Llamábamos a nuestros semejantes "macho", y si había de por medio algún atisbo de afecto o simpatía les considerábamos nuestros "troncos". Y a una persona divertida, "cachondo mental". Quienes vagaban por las calles sin mostrar interés por estudiar o por cualquier otra cosa, eran unos "pasotas" (en muchos casos, dada la época, era antecesor de "yonquis", vocablo anglosajón que aún no había calado por estos lares).
En los años posteriores esta forma de hablar se renovó, sin duda. Enseguida incorporamos un nuevo léxico: "guay", "una pasada", "flipas" (más tarde ampliado a "lo flipas")...
No es el objeto de esta entrada caer en el menosprecio de la jerga de los chavales de hoy (aunque se hace duro intentar pronunciar en público "mola mazo"). Simplemente es una reflexión acerca de cómo lo que una vez consideramos moderno ahora es trasnochado. Es cierto que todavía se escucha "mola mogollón" y "tronco", pero a ver quién es el guapo que cuela en una conversación "parte con la pana" o "es un pasota". Es una terminología desfasada, desgastada, desprestigiada, que define una época y un lugar. Y que a mí, aunque ya no la uso, me resulta tremendamente entrañable.
Dinero, dinero
Obús fueron grandes en los ochenta. Llenaban el Pabellón de Deportes del Real Madrid y fueron número 1 de 40 Principales. Creo que durante mi etapa heavy nunca los vi en directo; o si los vi, no lo recuerdo (bastante problable en esos días). Ahora que lo pienso, cuando hacía programas heavies en radios libres (estoy hablando de 1985) fui a una entrega de ¿disco de oro? a Obús en la sala Long Play, en la plaza de Vázquez de Mella (me dicen que la sala hoy se ha convertido en un santuario gay, en consonancia con la zona). Allí les hice cuatro preguntas con una grabadora del tamaño de una caja de zapatos.
Obús tenían mala fama: se decía que eran malos de solemnidad. La combatieron tocando cuatro o cinco temas en directo en un especial de Tocata (donde todos hacían uno o dos temas y en riguroso playback). Pero la comunidad heavy les tenía un cariño enorme. Existía esa rivalidad Barón Rojo-Obús, que con Leño completaban el gran triunvirato del heavy rock español. Fortu, el cantante, era una figura colosal: al contrario que pasaba con Sherpa en Barón Rojo, que compartía liderazgo con los hermanos De Castro, Fortu era Obús. Tenía, además, una imagen demoledora (Barón iban más de andar por casa y estaban calvos): melena impresionante, ajustadísimas mallas negras, chalecos molones, tachuelas, muñequeras... Puede que Obús no fueran unos virtuosos, pero tenían unas canciones que eran pura dinamita: 'Dinero, dinero', 'Va a estallar el obús', 'Deprisa, deprisa', 'Mi moto', ese himno etílico llamado 'Vamos muy bien', 'El que más' ("Pasándote costo ... tirando de un bolso")...
Años después creo recordar que Fortu se fue a Estados Unidos y grabó algo con músicos de allí. Luego le golpeó la tragedia (murió su hija), y se reenganchó al rock local en Saratoga. Dicen que, desde hace unos años, regenta un mesón en Chinchón.
Anoche vi a Fortu en un programa llamado 'Vidas anónimas': un título que no puede ser más humillante para una ex estrella del rock. Pero estaba simpático, preparando una imponente fabada en su casa o levantando pesas en un gimnasio de barrio. Le visitaba Alaska en el local de ensayo (una imagen que habría derribado la credibilidad de ambos hace 25 años), y hacía piruetas en la calle sobre unos patines de ruedas. Pero Fortu seguía supurando rock and roll. Pocos hay (y ha habido) como él. Un grande.
La edad de oro del heavy metal español: Fortu (primero por la izda.), con su banda, Obús
Felicidad
Mi idea de la felicidad es...
Escuchar en Radio Clásica, en el coche, una maravillosa pieza del Renacimiento francés interpretada por una sola voz femenina, a capella. Es música para el alma. Aguanto la escucha hasta el final, esperando que la locutora aporte datos: compositor, título, intérprete. Busco torpemente, presa de la excitación, un bolígrafo en la guantera. Lo encuentro y anoto en un trozo de papel lo que, deduzco, es un nombre en francés. Sé que no está bien escrito.
Al día siguiente busco en la web de RNE la programación de Radio Clásica. Lo encuentro. Adrien Le Roy. También el título de la obra. Siguiente parada: Amazon. Encuentro esa música en una recopilación: misma versión, mismo intérprete.
Mi idea de la felicidad es pulsar el botón de comprar, recibir el disco, una semana después, y escuchar, otra vez en el coche, esa música de pagana belleza. Y antes de eso, además, abrir el sobre del envío y encontrar otro disco más. También de música renacentista francesa, incluso con algo de Adrien Le Roy. Gratis, cortesía del vendedor (una tienda/sello/colectivo musical estadounidense). Otra maravilla.
Qué cosa más tonta, pero qué feliz me ha hecho.
The Feeling
Ya no se hacen canciones como las de antes... ¿O sí? Me ha encantado el último disco de The Feeling, Join with us: melodías que hubiese firmado el mismísimo Paul McCartney, coros al más puro estilo Jeff Lynne (ELO), pianos que cabalgan como los de Supertramp... La Mojo del mes pasado decía de este disco que estaba a la altura e incluso superaba a algunas de sus influencias. Y es cierto. Además, aunque tremendamente ortodoxo, es un disco raro: hoy, que todos quieren conseguir ese ligero toque indie (hasta James Blunt quiere sonar como Coldplay), The Feeling ponen a buen recaudo el verdadero pop.
Betis 3-Barcelona 2
No lo he leído ni oído en ningún sitio: ¿Habría remontado el Betis su partido contra el Barça (iba 0-2) de haberse jugado en el Vicente Calderón? Se supone que, como consecuencia de un comportamiento animal, el Betis fue castigado con jugar contra el Barcelona fuera de su estadio (en concreto, en el Vicente Calderón). Pero, sorprendentemente, el Betis fue indultado o eximido de la sanción menos de 48 horas antes del encuentro. Me pregunto: ¿A quién beneficiaba que el Betis jugase en su propio estadio, aparte de al propio Betis? Si en vez de enfrentarse al rival directo del Real Madrid en la lucha por el titulo de Liga el Betis hubiese tenido que jugar, por ejemplo, contra el Murcia, ¿hubiera sido revocado el castigo? ¿Existen precedentes en el fútbol de semejante "donde dije digo..."?
Vidas inventadas
¿Alguna vez han jugado a inventarse la vida de los demás?
Estoy comiendo, solo, en un pequeño y ruidoso restaurante detrás de la Gran Vía. Tengo el iPod enchufado a las orejas y, entre plato y plato, manoseo los dos periódicos mayoritarios (para comparar). Lo mismo de todos los días. La mesa de al lado está vacía. Hasta que se sienta una pareja de treintañeros.
Al principio me parecen turistas. Ella está a mi lado, de manera que es a él a quien tengo enfrente. Sin lugar a dudas viene de otro sitio. Demasiado abrigado, no viene preparado. Camisa de pana amarilla, jersey rojo: la última moda en ¿Portugal? Entre tema y tema (del iPod) me llegan frases sueltas. El chico habla con inconfundible acento portugués. Ella es de aquí.
Él se encuentra fuera de su terreno. Es ella quien se dirige a la camarera para pedir una botella de agua. Lo hace con autoridad: está en su casa. Es ella quien acerca sus manos a las de él y entrelaza los dedos. Yo vuelvo a mis periódicos: Sarkozy (y Carla Bruni), en Londres; España gana 1-0 a Italia. Entre página y página, me salpican sus confidencias: “Me preocupa mi madre, que piensa que…”, dice ella. “Me dijiste que tenía que hacer algo, lo que fuera”, dice él.
Sonrío porque he descubierto su historia y me parece bonita. Se conocieron por Internet. Ahora él ha venido a Madrid y por fin están juntos, físicamente. No me cabe duda. Él, en algún momento, tuvo que tomar una difícil decisión, y ella le animó: “Tienes que hacer algo”. A ella le preocupa su madre, que está al corriente de la situación pero, tal vez, se ha hecho demasiadas ilusiones.
Leo sobre el regreso de Tequila, apuro el postre y me voy.
Radiobasura
Escucho en la radio (Onda Cero) esta mañana a una tertuliana decir algo muy parecido a esto:
"Lo que no me ha gustado del homenaje a las víctimas del 11-M es que se haya interpretado un canto gregoriano de un compositor esloveno, cuando aquí también tenemos muy buenos compositores".
Todos nos equivocamos. Pero construir una opinión en base a unas informaciones que uno mismo se acaba de inventar, es absolutamente vergonzoso.
En primer lugar, esta señora debe de pensar que toda música coral es "canto gregoriano". Y como piensa eso, va y lo suelta por la radio sin ningún asomo de pudor. En segundo lugar, el compositor no era esloveno, sino estonio (y luego nos reímos de los americanos que no saben localizar España en un mapa). Y por último, dicho compositor estonio no es otro que Arvo Pärt, uno de los más grandes y excelsos compositores contemporáneos, padre del minimalismo sacro. O sea, el hecho de que Arvo Pärt firme una partitura dedicada a (o inspirada en) las víctimas del 11-M (Da pacem domine) es como para que se nos caigan los lagrimones de la emoción. Sí, en España hay muy buenos compositores, pero dentro de dos siglos no sé si alguien se acordará de Akj$%&hgs Sa/&% o de Jk)$Ejh Sah&%a, y sí de Part, Gorecki, Messiaen y otros colosos de la música de los siglos XX y XXI.
Esta señora es... por decirlo de la manera más simple y educada: ¡una inculta!
The Zombies resucitan en Londres
Faltan 10 minutos para que empiece el concierto y el tipo sentado a mi derecha, un hombre calvo de unos 60 años, está dormido.
Tres filas por debajo distingo a un matrimonio de más de 60, vestido como corresponde a un matrimonio de más de 60, con su hijo de más de 30. A su lado se sienta otro matrimonio de la misma edad, con su hija de 30. El chico y la chica están juntos. Sería bonito que surgiera el amor. Es tiempo de la temporada para amar (“It’s the time of the season for loving”).
El público para el concierto del 40 aniversario de Odessey and oracle de The Zombies es muy mayor. Yo, con 41, desestabilizo la media. Pero también hay gente joven: una fila por delante hay una parejita de veinteañeros que sólo dios sabe qué les une con los Zombies.
Por fin estoy aquí sentado. Compré las entradas para este concierto histórico (tres conciertos: viernes, sábado y, añadido a última hora, el domingo) el 10 de agosto. Durante todo este tiempo albergué la desesperanza de que, en cualquier momento, surgiría un imprevisto que me impediría asistir. Incluso ya en Londres temía una diarrea, una confusión con el cambio horario o un incidente en el transporte público. Me parecía increíble que yo pudiera hacer planes con 8 meses de antelación.
El concierto de los Zombies fue, como esperaba, muy emotivo. Pero, en mi opinión, estuvo mal estructurado.
Dividido en dos partes (con un descanso de media hora en la mitad… músicos y público lo necesitaban), el concierto empezó raro: Rod Argent (teclista y líder) y Colin Blunstone (cantante) interpretaron con músicos de directo tres temas de los Zombies, tres de Colin Blunstone en solitario (preciosos, con acompañamiento de un quinteto de cuerda) y tres de Argent (no, no sonó ‘God gave rock and roll to you’, famoso por la versión de Kiss). Aquello me descolocó, porque veníamos a una reunión de los Zombies originales y allí sólo había dos. En los temas rockeros aparecían un batería y un bajista, y dado el lapso de tiempo desde su separación, yo pensaba que eran los Zombies originales. Pero no…
Tras la pausa, aparecieron (ahora sí) los cuatro Zombies supervivientes (el guitarrista falleció de cáncer no hace mucho). Entonces empezó la magia.
Colin Blunstone, con su voz de terciopelo, se parece mucho al actual Camilo Sesto. Vestido con un traje y camisa negros, sus movimientos eran muy mariquitas. Argent es clavado al cantante de Medina Azahara (con unos años más) y quería demostrar que estaba en forma con una camiseta negra ajustada. Chris White, el bajista (que dejó de tocar tras los Zombies, y se convirtió en compositor y productor de Argent con el teclista), parecía que acabara de levantarse del sillón de su casa: es un hombre mayor, con llamativas gafas graduadas y nulo aspecto pop. Aun así, cuando cantó uno de los temas (con su voz fragilísima) logró emocionar al graderío. El batería, Hugo Grundy, se esforzó por recrear al milímetro los golpes del maravilloso Odessey and oracle.
Al Kooper (músico americano que ha tocado, entre otros, con Bob Dylan, y “culpable” del éxito en EEUU de los Zombies) fue el encargado de presentar esta segunda parte. Durante más de 5 minutos soltó un speech conmovedor y divertido, sobre cómo compró el disco en UK y convenció a Clive Davis (de Columbia) para que lo lanzara en EEUU.
Esa segunda parte fue emocionante. Uno a uno, en riguroso orden, fueron sonando con gran fidelidad todos los temas de Odessey. La explosión final llegó con ‘Time of the season’, que fue número 1 en EEUU… cuando el grupo llevaba dos años disuelto.
Canté lo que pude, los estribillos que más o menos me sabía. Me pareció que la mayoría de la gente no se sabía las letras.
Como bises, estaba claro que caerían los dos clásicos que faltaban: ‘Tell her no’ y ‘She’s not there’. Así fue.
A la salida, ya en la calle, divisé la stage door. Sentí un impulso de ponerme a esperar a los músicos, para decirles que había un tipo que había venido desde otro país sólo para verlos.
Supongo que les habría gustado saberlo. Pero no lo hice.
Party 2
Hoy la política es puro márketing. Un partido se vende como se vende un nuevo modelo de coche. Hay coches para familias acomodadas, para ligones presumidos, para la mujer urbana, para el gitano que tiene que cargar las naranjas. Busca un perfil y dale lo que necesita: un producto a la medida de sus necesidades.
Por desgracia, en lo que a coches se refiere, hay más donde elegir.
¿Qué puede uno votar si es, por ejemplo, ecologista y monárquico? ¿O republicano y católico? ¿Agnóstico y patriota? Hay mil combinaciones posibles que no encajan en los dos modelos que se afanan por acaparar los votos. Y no me parece que sean casos minoritarios.
Las grandes canciones del AOR
El AOR (Adult Oriented Rock) es probablemente uno de los géneros músicales más infravalorados de la historia. Y es, paradójicamente, uno de los movimientos que mejores canciones ha dado. Surgido a mediados de los setenta, encontró su propia identidad: con sus temazos de 4 minutos rompió con el rock somnoliento de los progresivos, sorteó el punk, saltó por encima de la new wave y sobrevivió al pop de sintetizadores y hombreras de los ochenta.
Llegué al AOR supongo que hacia 1984. Venía del heavy (Maiden, Priest, Kiss, AC/DC), y los teclados de Van Halen en 'Jump' y Bon Jovi en 'Runaway' me deslumbraron. Era algo nuevo: era rock duro, ¡pero con teclados! Sonaba potente, pero melódico. Pronto descubrí que unos y otros estaban simplemente asumiendo lo que otros grupos menos conocidos llevaban experimentando hacía tiempo.
Grandes canciones, sí. Algunas de las que aquí propongo sonaron en el cine (Survivor, John Parr, Starship), y otras eran tan demoledoras que funcionaban hasta cantadas por Mariah Carey ('Open arms', de Journey). Muchas son rotundas baladas de esas que ya no se hacen (como 'Babe', de Styx, o 'I don't want to know...' de Foreigner). Otra cosa en común: estos tipos sabían tocar (Toto están detrás de muchas sesiones de los ochenta, incluido el Thriller de Michael Jackson). ¡Y qué decir de esos cantantes!: Steve Perry (Journey) tiene una de las gargantas más prodigiosas y distintivas de todos los tiempos. A continuación les presento una selección de las que, a mi parecer, son algunas de las mejores canciones de AOR:
Blue Öyster Cult, '(Don't fear) the reaper'.
Blue Öyster Cult, 'Burnin´for you'.
Boston, 'More than a feeling'.
Boston, 'Don't look back'.
Cheap Trick, 'I want you to want me' (en directo).
Foreigner, 'Cold as ice'.
Foreigner, 'Double vision'.
Foreigner, 'I want to know what love is'.
Foreigner, 'Urgent'.
Heart, 'Alone'
Heart, 'All I wanna do is make love to you'.
Heart, 'What about love'.
John Parr, 'St. Elmo's fire'.
John Waite, 'Missing you'.
Journey, 'Don't stop believin''.
Journey, 'Who's crying now'.
Journey, 'Open arms'.
Loverboy, 'Working for the weekend'.
Mr. Mister, 'Kylie'.
Mr. Mister, 'Broken wings'.
Quarterflash, 'Harden my heart'.
REO Speedwagon, 'Keep on loving you'.
REO Speedwagon, 'Can't fight this feelin''.
Rush, 'Spirit of radio'.
Starship, 'Nothing's gonna stop us now'.
Styx, 'Babe'.
Survivor, 'Eye of the tiger'.
Survivor, 'I can't hold you back'.
Survivor, 'Is this love?'.
Survivor, 'Burning heart'.
Toto, 'Africa'.
Toto, 'Hold the line'.
Toto, 'Rosanna'.
Toto, 'Stranger in town'.
Getafe 'mon amour'
El pasado domingo el Getafe C. F. escribió una de las más gloriosas y hermosas páginas en el libro del antimadridismo. Desde entonces vivo sumido en un relajado gozo. El Getafe no sólo venció al Madrid en el Bernabéu y le puso a tiro del Barcelona: lo ridiculizó. Para que el As titulase "Pardillos" (sobre una foto de varios jugadores del Madrid con cara de susto) ya tuvo que ser fuerte la cosa.
Ay, qué alegría más grande.
medraBardem
Si vas a un restaurante del que no tienes referencias y no te gusta la comida, te sientes decepcionado. Si vas a un restaurante del que todo el mundo habla maravillas, con una estrella Michelin, y no te gusta la comida, te sientes estafado.
Así me sentí yo después de ver hace unas semanas la aclamada y premiada No es país para viejos.
La película es insoportablemente aburrida. Se hace larga, aunque en realidad no lo es tanto. El argumento es débil, intrascendente. El título no tiene ni pies ni cabeza, ni relación alguna con la historia. El truco indie de alargar las secuencias a base de silencios (dejando que se oiga el típico tic tac del reloj de pared o el ruido del viento) para conseguir tensión está ya muy visto. Los personajes están trillados. Es una película de 'Estrenos TV'. Como esos telefilmes que echan en Antena 3 los domingos por la tarde.
Javier Bardem está plano, con un único registro (cierto que es lo que pide el personaje, pero por eso mismo no es un papel de pasar a la posteridad). Dice cuatro frases en toda la película. Está correcto, sin más.
No es cosa mía: las caras y comentarios de la gente a la salida del cine expresaban "menudo bodrio". Pero ¿quién es el guapo que lo dice en público, cuando la opinión mayoritaria y correcta es la contraria?
Nos han vendido que es la-película-que-hay-que-ver. Y es la película que es mejor no ver.
Sinceramente, me gustaría que alguno de esos especialistas en el séptimo ¿arte? me explicara qué tiene de magnífica y especial está película. ¿La fotografía? ¿El montaje? ¿Peluquería y maquillaje? Hmm, puede que sí: ese peinado sí que es digno de pasar a la historia del cine. ¿Tal vez la (inexistente) música de fondo?
Cuando en la NBA y en los Oscar tiran tanto de europeos, es que todo se debe a una corriente específica que responde a algo.
Por cierto, el único Coen que merece todo mi respeto es Leonard (aunque sea con h intercalada).
Algunas de mis pelis favoritas
Aun a riesgo de que esto desacredite mi opinión en el post anterior, me apetece enumerar algunas de mis películas favoritas (en orden aleatorio):
- Aterriza como puedas. Humor disparatado sin tregua. Frases que ya forman parte de nuestro vocabulario cotidiano, como "Elegí un mal día para dejar de fumar". La segunda parte también es buena, pero la primera es imbatible.
- Jo, que noche. He tardado años en encontrarla en DVD, y eso que es de Scorsese. Divertida y claustrofóbica al mismo tiempo.
- La última noche de Boris Gruschenko. Podría elegir igualmente Bananas, o cualquier otra de la etapa cómica de Woody Allen. Llegué a tragarme tres del tirón en aquellas sesiones continuas del cine Infante.
- Atrapado en el tiempo. Más conocida como "la del día de la marmota". Otra frase que ha traspasado la pantalla. Impresionante Bill Murray.
- Lost in translation. También con Bill Murray. Es súper real: a eso me refiero cuando digo que me gustan las películas en las que uno podría ser el protagonista. Dan ganas de ir a Japón. El descubriemiento de Scarlett Johansson.
- Top secret. En la línea de Aterriza. Desparrame de humor absurdo. Momento memorable: cuando los miembros de la resistencia francesa pronuncian sus nombres: Croassant, Souflé, Rococó y Café Au Lait.
- Supersalidos. Mi última favorita. Es humor del más grueso que se pueda imaginar, llevado a tal extremo que termina siendo humor inocente. Los personajes son geniales: McLovin es ya un clásico del cine.
- Cuando Harry encontró a Sally. Aunque no es de Woody Allen, podría serlo. Te hace gracia, pero plantea un tema serio: ¿chicos y chicas pueden ser sólo amigos? No me canso de verla.
- Antes del amanecer. La romántica. Me gustan algunas de estas pelis románticas. En ésta el americano mochilero conoce a francesita en Interrail, se bajan juntos en Viena y surge el flechazo. Pero tienen que seguir con sus caminos distintos.
Continuará...
No me gusta el cine español
Una aclaración previa: por “cine español” no entiendo “cine hecho en España”. Para mí, el cine español es un género. Hay películas hechas en España que no son “cine español” (por desgracia, muy pocas). Sí, el cine español es un género. Puedes ir a ver una de terror, un western, una peli romántica o una de “cine español”.
Me temo que en esto no soy el único: somos mayoría. A la mayoría de los españoles no nos gusta el cine español, vaya por Dios. El gran problema del cine español es que no es entretenimiento. A diferencia de otros países (más desarrollados en este terreno), en España no existe una industria del cine bien estructurada, con guionistas que se rompen los cuernos escribiendo una buena historia que, más tarde, un realizador graba con una cámara. En España se hace cine de autor: el director es el genio absoluto, el artista supremo; él se lo guisa y se lo come. Rueda sobre lo que le interesa a él, no pensando en lo que puede interesar al espectador. Sólo le interesa, a priori, a un tío. Es minoritario por definición.
En el cine español son piña. Es un clan, una secta. Están los punks, los heavies, los pijos y los del cine español. Tienen su propia estética, que consiste esencialmente en ponerse una chaqueta de pana en la gran fiesta del “cine español” (tan deficitaria de iconos e imaginación que tiene el nombre de un pintor). Estética propia y ética propia. Por eso los que estamos fuera no entendemos su trabajo.
Aun así, reciben subvenciones. Yo, a mi pesar, los patrocino. De nada, señores, sigan así.
En este género que es el “cine español” hay tres subgéneros: el drama rural (donde salen vacas y muchos tipos con boina), la historia de extrarradio (rodada, generalmente, por directores que no han salido del barrio de Salamanca) y la guerra civil. Ninguno de estos subgéneros me interesa. Paso olímpicamente de las vacas, los yonquis y los falangistas. Les propongo un juego: si se cruzan con algún apóstol del “cine español”, díganle que se hacen demasiadas películas sobre la guerra civil. “¡No tantas!”, refunfuñará. Hombre, claro, películas “bélicas” no hay muchas, la verdad… Pero del resto…
Yo soy un tipo cuarentón que vive en la ciudad. Lo siento, me gustan las historias en las que yo podría ser el protagonista. A principios de los ochenta se hacía lo que llamaban la “comedia madrileña”. Ahora suena ridículo sólo mencionarla, pero en su día era lo más. Ese Óscar Ladoire, ese Antonio Resines, ese Juanjo Puigcorbé… ¿Qué pasó con? En su día se decía que eran grandes actores, ¿es que ya no lo son? El cine español es, además, cruel y contradictorio. Las películas hoy ensalzadas serán recordadas con vergüenza dentro de diez años.
Hay otra razón por la que no me gusta el cine español. Tiene cierto tufo xenófobo (…quién se lo iba a decir). Eso de “Vea usted cine español antes que el americano, el inglés, el francés o el afgano” no me gusta nada. Humm. Es como decir, “contrate usted a un trabajador español antes que a uno extranjero”. El cine español es el único terreno donde está bien visto el patriotismo. Si lo piensan, es de las pocas actividades donde se usa con todas sus letras y vocalizando a pleno pulmón el gentilicio de “español”. Perdonen, hay que contratar al mejor trabajador, sea español o de Senegal. Lo mismo con el cine.
Los españoles somos mejores, más listos. Hace tiempo pasaron por la tele un reportaje sobre cómo se hacían los trailers de las películas. Los cerebritos que se encargaban de ese trabajo afirmaban, sin contemplaciones, que en los trailers del cine español no hacía falta una voz en off, pero en las pelis americanas sí porque el público americano es más tonto. Olé. Pa qué andarnos con eufemismos. El público americano es más tonto que el español. De juzgado de guardia: ¿qué pasaría si alguien se atreve a decir por televisión que los ecuatorianos son más tontos que los españoles?
De aquí a unos años, les veo sentados en el sofá de Cine de barrio.
¡A su servicio en MySpace!
Desde este momento los cuatro adeptos a este blog pueden escuchar música hecha por un servidor en MySpace. Es música electrónica que naturalmente me niego a firmar con mi nombre. Si alguien está interesado, sólo tiene que visitar el sitio:
www.myspace.com/michelangelobymab
Es lo bueno de la revolución digital: cualquier tonto con un ordenador puede hacer música...
Agracedimientos a djflow por sus ánimos e inspiración.
La television es nutritiva
"No veo televisión, me parece una mierda". Esta frase, y otras parecidas, están a la orden del día.
¿Alguien se imagina escuchar "No uso internet, me parece una mierda" sin experimentar una ligera conmoción? ¿O "no voy al cine, me parece una mierda"? ¿Qué tal "no leo libros, me parecen una mierda"?
La frase, además, encierra una notoria contradicción: si no ves la televisión, ¿cómo sabes que es una mierda?
La televisión, en mi opinión, no es una mierda. Es una mierda la telebasura, por ejemplo. La televisión es un invento que mola.
Veo bastante televisión. Vivo con una teleadicta. En mi casa, los fines de semana por la mañana, antes de subir las persianas del dormitorio, encendemos la televisión. He trabajado trece años en televisión. Estoy en condiciones de afirmar que la televisión no es una mierda.
Me da que el rechazo visceral a la televisión tiene mucho de pose. "El cine americano, ¡una mierda!". Tres cuartos de lo mismo.
De la TV actual, lo que más me gusta, mi programa favorito, sin lugar a dudas, es Los Serrano. Puro costumbrismo español de barra de bar. Ojo, no es una serie familiar babosa: es una fabulosa visión autocrítica de todos los tópicos nacionales, de la picaresca al machismo pasando por la versión más cañí de la familia.
Fiti es mi ídolo.
La televisión ¡MOLA!
Confessions on a dancefloor
Hace no demasiado me contaban que alguien se sorprendió al conocer que últimamente, en el coche, escucho de una manera casi compulsiva Máxima FM.
Aclaración para ignorantes: no toda la música de baile es September. Quienes me conocen saben de sobra que mi voracidad musical incluye todo el espectro que va de la música polifónica renacentista al rock duro. Qué quieren que haga, ¡me gusta toda clase de música! De modo que no tiene nada de especial que, desde hace unos meses, una parte de mi apetito se haya centrado en música hecha para bailar.
Sí, escucho Máxima FM en el coche. Sales de trabajar y te apetece esa especie de subidón. Además, he descubierto una revista llamada MixMag, dedicada a la cultura de club, que me parece fascinante (estoy sopesando abrir una suscripción). No conozco al 90% de los artistas de los que habla pero sabe encapsular y ofrecer en papel de manera magistral la filosofía hedonista de las discotecas. Y cuando enciendo el iPod lo que espero, la mayoría de las veces, es someterme a una sesión de música rítmica, ambiental, repetitiva e instrumental que no distraiga mi atención visual pero que, a la vez, me haga mover los pies.
Hace un año me regalaron un ProTools y confieso que me apasiona experimentar con bases y sonidos inspirados en la música electrónica bailable.
Sí, me gusta la música de baile. También.